Un colectivo de aquellos Por Enzo Vicentín La crisis del transporte público en la ciudad de Santa Fe iba encaminada a entrar en la lista de las llamadas "cuestiones de Estado", esas que se resuelven en oficinas privadas y no salen de ahí. Lejos de las calles y de la ciudadanía que después las paga. Por suerte algunos hechos, como las movilizaciones, el paro de tres días en Febrero, las declaraciones cruzadas, el estado lamentable de los coches, las esperas interminables en las paradas, han hecho que este problema esté en boca de la gente, que empieza a preguntarse por que esto está como está.
Hoy sin embargo, un nuevo negociado asoma de la mano de una gestión que antes de irse en Diciembre quiere robar una joya grande, como para vivir tranquilo fuera de la función pública. Porque ahora, el intendente ha enviado a los concejales el proyecto para un nuevo sistema de transporte, y las discusiones solo se dan en el ámbito del Concejo municipal, siendo mucho más lo que se cocina por abajo que lo que sale por el diario o las radios. Pero eso no es lo más grave. Esta propuesta de Marcelo Alvarez de reformar de cuajo el transporte público ha girado la discusión hacia lo buena o lo mala que es la propuesta, sin debatir la idea que se tiene del transporte en si mismo, como servicio público. La mayoría de las personas u organizaciones que polemizan sobre el transporte ponen demasiado énfasis en pegarle a la nueva propuesta municipal. Todos están tentados de decir lo malo que son estos pliegos y denunciar que el objetivo es dar todo el sistemas a dos grandes grupos semi-monopólicos que ganen muchísima plata de acá a 15 años. Es casi una obligación denunciarlos ante la opinión pública. Pero en recurrentes planteos y opiniones de esta clase se llega hasta esa crítica seguida de la propuesta de la necesidad de un estudio realmente global y serio no solo de los colectivos, sino también de taxis y remisses. Y hasta ahí. Se critica a un gran negocio sin criticar al negocio en si mismo, porque un estudio serio probablemente exponga que no debe haber más de dos líneas por concesionario, pero se sobreentiende que los concesionarios deben ser empresas o sociedades de empresas. Seguramente ese estudio también diseñaría el sistema en función de una rentabilidad económica para el empresario. En síntesis, nadie sale de la concepción del transporte como un negocio privado que debe ganar plata a costa de la tarifa plana más cara del país. Y ese es el problema. Es por eso que para no desperdiciar este espacio es necesario discutir no solo la coyuntura, no solo esta escandalosa nueva propuesta del municipio, sino la misma esencia de un servicio público como el transporte. Si yo opinara sobre la coyuntura, coincidiría casi en todo con la Fundación Centro, un "think tank" (laboratorio de ideas) menemista, o con Alberto Maguid, dirigente de UPCN y la CGT, un verdadero pez gordo en la provincia. Porque esos actores plantean correctamente el problema y no quieren esta nueva propuesta … ¡porque los dejaron afuera del negocio!, no porque el proyecto es un desastre. A la crítica no la hacen de buenos que son. Entonces para diferenciar a los "mala leche" de esta posición, tengo que argumentar sobre el transporte en si, si no estaría reproduciendo más de la misma basura que se publica últimamente en el Litoral o se escucha en las radios. Para llegar e eso entonces, voy a pasar por la crítica al actual sistema de colectivos, luego un par de piñas (de las tantas que recibió) al nuevo sistema propuesto, y al final las reflexiones sobre lo que para mí debe ser un servicio público como el transporte urbano de pasajeros. El sistema actual. Primer negociado. Las 14 líneas que hoy circulan por la ciudad (eran 15, pero la línea 7 desapareció hace muy poco) nacieron de una licitación hecha en el año 1994.
La fórmula polinómica Las 15 líneas de colectivos de la ciudad de Santa Fe recaudaron desde el 94 al 98, según datos proporcionados por ellos mismos, un promedio de 29 millones por año. Cuando el sistema empezó a mostrar sus fallas, en el 99, según esta fuente y siempre hablando de promedios, recaudaron 28; en el 2000, 27; en el 2001 cayó estrepitosamente a 23; en el 2002 siguió en picada: 19 millones de pesos. Hoy, según propias palabras del empresario Gerardo Ingaramo, ingresan 18 millones. ¿Cómo los empresarios llegaron al déficit? Por el congelamiento de la fórmula polinómica. Ojo, que con esto no digo que la culpa es del municipio por congelar la tarifa, y que la solución es volver a usar la fórmula polinómica. Y lo explico: la fórmula polinómica creada para ajustar el precio del boleto a las variables en los costos de las líneas, fue el remedio hasta el año 2000. ¿Por qué? Porque permitía a las empresas salvar la merma de pasajeros que transportaban, a través de un aumento progresivo del boleto. Por eso se explica que los ingresos anuales de todas las líneas en el período 1994 - 2000 anduvieron entre los 29 y 27 millones de pesos al año, cuando la cantidad de pasajeros transportados cada vez era menor. Pero el remedio se terminó, y ahí empezó el problema. El congelamiento del boleto en 0,90 centavos aplicado por el Ejecutivo municipal rompió el equilibrio en las cuentas empresariales, que hoy dicen que aplicando la vieja polinómica, el boleto tendría que costar 1,15 centavos. Ahora, hay que ver que la nefasta función de la fórmula polinómica. ¿Y por qué digo nefasta? Porque sirvió de rueda de auxilio constante para seguir con el negocio, porque sirvió de parche a la recaudación, porque cómo el transporte seguía siendo rentable, nadie se preocupaba por la cuestión de fondo que es que este sistema estuvo mal parido, y bien no supo adaptarse a los cambios ocurridos en la ciudad durante los últimos 10 años. La lógica de la polinómica hace que hoy todos (no solo los empresarios) piensen que la única solución es aumentar la recaudación, algunos subiendo el boleto, otros gestionando subsidios, otros racionalizando gastos. Con un poco de cordura, uno supone que los gastos durante la década del 90 incidieron mucho menos de lo que hoy inciden. ¿Cuánto menos? Supongamos que si hoy se gastan 20 millones al año (no lo digo yo, lo dicen los mismos empresarios), en los primeros 8 años de concesión (en la que regía la convertibilidad monetaria) gastaban de 12 a 15 (me baso en la proporción del gasoil, que pasó de 0,45 a 0,80. Si hoy se gastan 20 con un gasoil a 0,80, entonces antes se gastaban 12, o a lo sumo 15 millones, con un gasoil a 0,45). Tal vez no contemos las amortizaciones, pero incluso incluyéndolas, estaríamos hablando de no más de 17 millones. Entonces, si calculamos las ganancias a lo largo de las concesiones vemos que se ganaron fortunas. Calculemos: se ingresaban 29 - se gastaban 15 = 14 millones de ganancia. A repartir entre 15 líneas concesionadas = 933.000 pesos por línea por año, es decir casi 1 millón anual. Con descuentos y otras yerbas, no bajaría de los 800 mil pesos anuales. Sigamos, si yo soy un empresario dueño de una sola línea, gané durante los primeros cinco años de concesión 4,6 millones (933.000 pesos x 5 años). Después, en el 99 gané 866.000 pesos. En el 2000, 800.000; en el 2001, 533.000; y en el caótico 2002, con los costos catapultados a 20 millones, no gané nada. Hoy, 2003, estoy perdiendo dinero. En los 9 años que llevo hasta ahora, mi balance es: 6.000.000 GANADOS. Descontando la inversión inicial, redondeemos en 4,5 o 5 millones. Si yo hubiese sido el administrador monopólico de todas las concesiones (es decir un Grupo Plaza de los 90) me hubiese llevado desde el 94 hasta el 2002, nada más y nada menos que $ 103.000.000 (15 x 5 + 14 + 13 + 8 + 0 (año 2002) ). Hoy lloro porque no puedo solventar 2 o 3 millones. Es decir, no puedo solventar tan solo el 2 o 3 % de lo que hasta ahora gané. ¿No quiero o no puedo? El subsistema de colectivos no estaba programado y pensado, como todos dicen, para transportar a 70 o 60 millones de pasajeros. Eso es mentira. Este sistema de colectivos estaba hecho, por obra de la polinómica, para que las empresas facturen 30 millones por año, y así, que cada línea se lleve casi 1 millón de esa torta. El subsistema de colectivos estuvo pensado para ser un gran negocio. Y hasta que fue negocio, ninguna otra cosa les importaba: transporte ilegal, merma de pasajeros, costos más altos. Hoy los funcionarios municipales dicen que buscan un sistema sustentable con 27 millones de pasajeros. De nuevo, hablan con hipocresía de pasajeros cuando en el fondo quieren calcular recaudaciones, es decir ganancias y más ganancias. Hoy la fiesta del transporte en los 90 terminó, los caramelos de la piñata se comieron, el del cumpleaños se enojó y los echo a todos, y ahora está tratando de inflar otra piñata para jugar solo con un amiguito de Buenos Aires. ¿La culpa es de la tarifa congelada? No, de ninguna manera. Porque si el actual sistema no puede sostenerse con el boleto más caro del país: 90 centavos, es porque el sistema está mal de raíz, está mal diseñado. La licitación del 95 estuvo mal parida desde un principio, y los aumentos fueron parches para sostener las ganancias empresariales. Nadie quiso ver la magnitud de la crisis que se asomaba, y que hoy muestra toda su crudeza. Y cuando digo nadie, me refiero en primer término a la municipalidad, que en su carácter de representante de todos nosotros se metió en el negocio y no hizo nada para evitar la crisis; en segundo término a los empresarios, algunos de conductas muy deshonestas, que mientras ganaban fortunas no decían nada, pero recién cuando se vinieron las pérdidas criticaron el sistema, e incluso algunos vaciaron empresas como solución; en tercer término la UTA, que primero negoció con la patronal y se burló de sus propios miembros, los trabajadores, luego rompió con la patronal y cuando se hizo cargo de algunas líneas, abandonó a los trabajadores a su propia suerte. Todo esto desembocó en un paro de tres días convocado por la UTA alrededor del 10 de Febrero, y que llevó al intendente a romper los contratos con todas las empresas concesionarias a excepción de una, la línea 13. Hoy, a principios de Abril, el servicio sigue siendo prestado por los empresarios a los cuales la municipalidad les rescindió el contrato, en forma de concesión precaria, mientras que el ejecutivo propuso a pedido del concejo unos pliegos que sirven de base para construir otro sistema de colectivos. ¿Es la nueva propuesta un mejor sistema? El sistema que se quiere implementar. Segundo negociado. Ante el problema de unos recorridos largos y costosos, y de una cantidad de pasajeros muy baja en relación a años anteriores, el sistema que la municipalidad propone hoy se basa en recorridos mucho más cortos, menos líneas y por lo tanto menos choferes (ejemplo de flexibilización laboral). Eso si, el boleto no se baja ni por casualidad. Este modelo, basado en líneas troncales que cruzan de norte a sur por las avenidas principales y de líneas interbarriales que lo hacen en sentido este-oeste; que incluye líneas de enlace que circulan entre las avenidas; y líneas diferenciales y expresas para viajar más rápido, es el mismo sistema que fracasó en Córdoba y en Rosario. Y que dejó en la calle de esas ciudades a muchísimos trabajadores. Y que hizo que los municipios "rescaten" a las empresas quebradas, endeudándose por cifras millonarias. Este sistema, sí este, pretenden aplicarlo aquí en Santa Fe. ¿Quiénes? La cúpula de la municipalidad, el intendente Alvarez, Alejandro Rossi y Maspons; una parte del Concejo representada en su presidente radical Dario Boscarol, que se lleva mejor con los justicialistas que con los radicales; la conducción de UTA, es decir Jorge Kiener, colectivero devenido en sindicalista millonario, que apoya a Adolfo Rodríguez Saa; y por último algún grupo empresario que quiere ganar muchísimo dinero, y en esto todas las miradas apuntan hacia el Grupo Plaza como el candidato. Este Grupo Plaza que por Enero trajo una propuesta vergonzosa de monopolio y que ha "comprado" a varios en la municipalidad para que lleven adelante su proyecto. Aunque muchos me confunden y me dicen que si digo Kiener digo Grupo Plaza o si digo Alejandro Rossi también digo Grupo Plaza, en fin…pongase de acuerdo muchachos porque me confundo. Volviendo al tema, en síntesis este nuevo sistema que se quiere implementar es un negociado de cifras millonarias que tiene chances de ponerse en funcionamiento, aunque muchísimos se han manifestado en contra.
¿Qué transporte entonces? Tanto el sistema que hoy sigue funcionando como el que se quiere imponer son grandes negociados en los que los empresarios se llevan mucha pero mucha plata gracias a los "favores" de funcionarios y gremialistas, que a cambio reciben su premio.
Unos juicios millonarios El pasado 13 de Febrero la Municipalidad de Santa Fe canceló los contratos con todas las empresas de colectivos de la ciudad. "Línea que para, caduca" dijo el intendente Alvarez. Y así fue. Pero lejos de ser un gesto para aplaudir, esta decisión puede hipotecar el futuro de los santafesinos por muchos años. ¿Por qué? La rescisión unilateral del contrato (con fundamentos que dan risa) fijada por el intendente en el decreto 029 de este año (con una redacción pobrísima) abrió la posibilidad a los concesionarios de demandar una compensación económica por ello. Es decir, si la concesión finalizaba recién hacia fines de 2004 y las empresas demuestran que la rescisión del contrato es injusta, entonces pueden reclamarle al municipio el pago de la ganancia potencial que hubieran tenido en caso de seguir explotando el servicio de colectivos. Supongamos, en base a las ganancias anuales que tuvieron, que le van a reclamar al municipio no menos de 500.000 pesos cada una, cifra que también podría llegar a superar el millón de pesos fácilmente. Si todas las líneas van a juicio y ganan, podría significar entre 5 y 15 millones de pesos que la Municipalidad les debería pagar. Con un presupuesto municipal que solo invierte 20 millones de pesos por año en algo que no sean sueldos, ¿se imaginan esa deuda incluida allí? Todos nosotros, contribuyentes, vamos a terminar pagando por una decisión irresponsable de este gobierno municipal de Alvarez, Rossi, Squeff y Maspons.
Por otro lado, todas las propuestas alternativas a este mamarracho se basan en mejorar el servicio asegurando rentabilidad (ganancias) altas para las inversiones privadas. Todos los que hablan sobre transporte, tanto con buenas como con malas intenciones, lo entienden como un negocio privado, en el que el poder público solo controla desde afuera para que las líneas anden más o menos bien. Nadie ve al transporte como un servicio público, como un servicio que además de ser eficiente, se ajuste a los bolsillos de los ciudadanos y del cual el poder público y los trabajadores (obviamente no me refiero al gremio de la UTA) tengan un rol activo. Ante esto, quiero cuestionar y proponer que el transporte público de pasajeros sea verdaderamente un servicio público. Y tiro algunas ideas: si la municipalidad tiene hoy por hoy la oportunidad histórica de no licitar y prestar ella misma el servicio, ¿Por qué no lo hace? Los funcionarios dicen que no tienen plata ni para cortar yuyos, pero una inversión de 20 millones de pesos (que es la que se calcula para el nuevo sistema propuesto) puede ser fácilmente recuperada en dos o tres años. Los empresarios desde el 94 han ganado 100 millones de pesos entre todos. ¿La municipalidad no puede ganar eso y derivarlo a programas sociales, o a fines de utilidad para los santafesinos que tanta falta nos hacen hoy en día? O si no: ¿No puede tomar el servicio y bajar drásticamente la tarifa más cara del país, para ajustarla a los bolsillos flacos de todos nosotros y sumar más pasajeros que le permitan recuperar lo invertido? ¿Por qué no poder pensar en estatización del sistema con control obrero, y con un rol activo de estos en las políticas? Además: ¿no puede prestar un servicio que privilegie la asistencia a todos los barrios de la ciudad en vez de racionalizar recorridos circulando solo por las zonas rentables? ¿No puede manejase el sistema con una política de ganancia cero? O si elige volver a concesionar el servicio: ¿no puede gestionar un subsidio o subsidiar ella misma a las líneas, cobrándole por ejemplo a los grandes contribuyentes todo lo que no pagan de Tasas y Registro de Inspección, y con eso exigir que el boleto cueste mucho menos y que entonces el transporte recupere pasajeros? Y por último, ¿por qué no pensar en la autogestión de las líneas, a través de organizaciones barriales? Por ejemplo, la comunidad del barrio El Pozo a través de una organización que ella misma se dé podría tomar el servicio de la línea 2, y con ayuda económica de la municipalidad, quedarse con la concesión y emplear la ganancia en beneficio del mismo barrio. Por otra parte, propongo líneas de acción: ¿por qué no investigan por vaciamiento a algunos empresarios que se ganaron todo y hoy dicen que no se pueden sostener más? ¿Por qué no investigan por vaciamiento a la UTA al tomar las líneas autogestionadas y co-gestionadas? Es necesario que los balances de las empresas sean públicos, y que no manejen a las líneas como cajas negras. Es necesario también realizar un estudio serio de transporte, pero eso sí, con lógica de servicio público, no como negocio privado. Son ideas que se me ocurren para romper con la monotonía de hablar solo en términos de rentabilidad privada, de racionalización del sistema, de una baja en los gastos para que vuelva a ser negocio, en conclusión, para romper con la triste idea de que el transporte es un negocio privado y debe tratarse como tal. Son ideas sueltas para un futuro transporte mejor y transparente aquí en Santa Fe, muy pero muy lejos de las propuestas sucias de siempre. |