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¿Otra vez la esperanza?

Por Eddie Barrionuevo

      Las elecciones, convocadas por este gobierno que el pueblo no eligió, nos invitan a reflexionar en qué estadio de la confrontación de proyecto de un nuevo país estamos.

      Las jornadas del 19 y 20 de diciembre fueron la expresión más democrática de los últimos tiempos, que derrumbó con cacerolas y marchas de multitudes al gobierno que posiblemente muchos habían votado.

      El pueblo no dudó - como expresión magnífica de la verdadera democracia - cuando se vio defraudado, estafado por un gobierno que prometió lo diferente a lo anterior,
ser distinto a la administración menemista, en desafiar el tardío Estado de Sitio que en su retirada pretendió imponer el gobierno de De la Rúa.

      El vuelo del helicóptero, las muertes injustas que provocó la represión, no alcanzaron para alimentar la perspectiva inmediata de un gobierno diferente de aquellos que vienen arrasando con la voluntad populares. Y ahora, amparándose en esta Constitución antidemocrática que establece que "el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes", intentan burlarnos: que "se queden todos" dicen contra el pueblo que pedía QUE SE VAYAN TODOS.

      Los argentinos desocupados, asaltados por los bancos, sumergidos en la pobreza y la indigencia, sin salud, educación y sin futuro, queríamos una transformación profunda del país. Y sabemos que de nada servirá cambiar el trasero que se apoya en el sillón de Rivadavia. Por algo la apatía y el desentendimiento de cualquier mortal ante el evento lleno de sospechas que son las elecciones.

      Nadie cree en una ruptura del peronismo. En realidad, es una pelea sucia entre representantes de distintas variantes empresarias con un mismo patrón: el Imperialismo y el fondo Monetario. Sufrimos esta etapa transitoria de devaluación, de remates judiciales, de la corruptela con los planes jefes y jefas de hogar, de desnutrición.

      Es imposible creerles a quienes hundieron o hipotecaron el país

La cacería de los votos radicales

      En este período histórico, con la descomposición de las instituciones y entre ellas la de los partidos políticos, son seguramente, el peronismo y el radicalismo los que están viviendo la más grave política e institucional y de representación de que se tenga memoria.

      La movilización de las masas y su experiencia, con la "democracia" está haciendo tambalear esta forma clásica de la dominación burguesa.

      Esta es la etapa de la cacería de los votos que se le "fugaron" a los radicales después de la destroza gestión de Alfonsín (1983-1989) y la De La Rúa (1999-2001). El desbande de miles de radicales y con ellos su respaldo electoral, impedirán que los candidatos de este partido ingresen a la segunda vuelta y nos damos un renglón para un toque de humor " es más fácil de que le den el premio Nobel de la Paz a Bush a que Moreau, candidato de la UCR, ingrese en la segunda vuelta".

      Todos esos votos que fueron un enorme caudal histórico, son hoy la presa codiciada tanto de los partidos de derecha como de izquierda, la cuestión está en ver "qué tipo de carnada" usan los candidatos en competencia. Los discursos y propuestas de la Carrió, y que se acompaña con un momio conservador como vicepresidente, puede ser un "buen cebo" para algunos radicales.

      La imagen y la propuesta de Kirchner, como el ala progresista del peronismo, no podrá cautivar a muchos teniendo al menemista Scioli, por más que su discurso proponga una lucha total y frontal contra el delito. Veremos como se la arregla, siendo así, para encarcelar a sus patrocinadores.

      Rodríguez Saá con la comparsa de malandras "el camionero Moyano, y otros delincuentes de la burocracia sindical" tiene en su lateral a un "llamador" surgido del riñón del radicalismo Melchor Posse. No obstante eso, no despierta mucha simpatía entre los radicales.

      Pero, como son muchos los radicales desorientados, todos los candidatos - incluido el ajustador Lopez Murphy - salen a campo abierto para competir a ver quién se lleva la mayor cantidad de piezas.

      Desde el Partido Obrero, con el reiterado Altamira hasta el resucitado MODIN 1 y MODIN 2 , con Enrique Venturino a la cabeza y siguiendo con Don Alfredo Bravo, del Partido Socialista, saldrán con las propuestas que de antemano saben que no podrán cumplir.

SUERTE EN LA CACERÍA.
que son los mismos que ahora, desde el rectángulo de la TV, intentan convencernos de que delegando, de que eligiéndolos nuevamente, podemos salir de esta crisis de toda una nación en la cual ni una sola de las instituciones queda en pie, porque en cada una de ellas anidan los más nefastos personajes de la maquiavélica maquinaria de la entrega y la corrupción.

      Aquellos que igualmente elijan el camino del cuarto oscuro, buscando la boleta salvadora, llámese Carrió o Izquierda Unida, sin desconocer a otros candidatos, Bravo, o Altamira, me hacen acordar a las profecías de Oscar Muiño, que en la revista Satiricón - en un artículo al que titulaba "Otra vez la Esperanza" - escribía: "...Descreída de sus dirigentes tradicionales, ajena a aquellas vanguardias que han perdido su razón de ser, la gente común empieza Otra vez, tantea nuevos mecanismos de expresión, de participación, de organización." Y agrega: "El hecho de ir y votar a cualquiera solamente implica un hecho cada vez más ritual, ajeno al contenido que le quisieron dar algunos verdaderos demócratas. Es un acto casi intrascendente que no resolverá nada, ni para el que emite el voto ni para el elegido. En última instancia, ni el elector ni el favorecido podrán torcer la voluntad del más poderoso y ese no habita este país, pero sí dirige los destinos del planeta".

      Yo robé del Boletín de la Asamblea Barrial de Guadalupe una frase alentadora: "El cambio es posible si entendemos que la democracia no es meter un voto en una urna cada cuatro años. La democracia no es esperar un salvador y lavarnos las manos. Eso es lo que el poder pretende de nosotros. Nada cambiará mientras se mantengan intactos los mecanismos de un régimen político que legitima la impunidad y permanencia de quienes aceptan y ejecutan las políticas del FMI y los grandes grupos financieros, impidiendo que sea la población quien efectivamente autodetermine cotidianamente los rumbos a tomar."

      Por eso las elecciones son apenas una anécdota en esta historia más grande que está escribiendo el pueblo argentino que se agrupa en asambleas, en piquetes, en movimientos sociales de todo tipo, construidos desde abajo con horizontalidad, con verdadera democracia..

     2003 ¿otra vez...?

      Reiteramos que estas elecciones tienen el objetivo de legitimizar un régimen que nunca escuchó los reclamos que aún subsisten en la conciencia popular, y del grito de que se vayan todos, busca, decimos, legitimizar que se queden todos.

      Cuántos compañeros, aún aquellos que se enfrentan en los piquetes con la represión orquestada por un gobierno profundamente reaccionario caerán en la trampa que significa no entender que la rebelión que terminó con De La Rúa mostró el camino para empezar hacer valer la voluntad popular.

      Allí, ese argentinazo fue grandioso, porque hizo conciente la fuerza, el poder de miles movilizados que pudieron y pueden sacarse un gobierno.

      Con nuestra acción podemos cambiar la historia, y es esta lección la que más se empeña la clase dominante y sus políticos en que no podamos asumir.

      Todo es parte de una campaña que elaboró el gobierno para lograr el objetivo de que los sectores populares no puedan procesar las enseñanzas del 19 y del 20. Así también armaron la política sicológica para el enfrentamiento de la guerra de pobres entre pobres, buscando oponer a sectores de un barrio contra otros del mismo, generando olas de pánico creados por la misma policía. Por eso ante esta nueva táctica de los poderosos, tratando de crear la ilusión de que votando barremos el camino de una nueva argentina, nos preguntamos entre nosotros, victimas de este sistema político, si estamos ante una nueva esperanza. Sabemos, por supuesto algunos, que el llamado a elegir casi una interna peronista, es como presentarnos la elección para optar por demonio "Menem" o por el purgatorio "Rodríguez Saá", "Kirchner" y otros, es otro chantaje, que es el de optar por el mal menor y que ha convencido a muchos hombres de buena voluntad, incluso aquellos que alguna vez levantaron la bandera de que se vayan todos, que esta es una opción lógica para enfrentar al demonio.

      A riesgo de repetirnos, la primera tarea, es hacer un balance de la primera gran rebelión popular. Décadas de resistencia no producen el aprendizaje que los sectores populares obtuvieron en el Córdobazo (1969) o por la retirada de la Junta Militar en 1982, cuando las masas gritaban "se va a acabar la dictadura militar..." o la más resiente experiencia del 19 y 20 de diciembre.

      Debemos apoyarnos principalmente en la experiencia vivida para impulsar un camino anticapitalista y antiimperialista en el que los trabajadores emerjan como polos políticos y sociales independientes. Sólo así, se podrá garantizar y no con el voto, una lucha sin cuartel contra el imperialismo. Allí reside la repuesta afirmativa de algunos que decimos "allí está la esperanza".

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