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Cuando el rio suena...

Por Gabriel Acosta

     La exclusión social, el crecimiento de las desigualdades, el subempleo y la precarización de las condiciones laborales, resumen los trazos gruesos de un proceso que ha transformado brutalmente la fisonomía de las sociedades de este fin de siglo, y que ha vuelto a colocar en el centro del debate el papel de un Estado que, en poco tiempo y como consecuencia de aquel mismo proceso, ha debido asumir que la relación que antaño había mantenido con las clases populares se ha modificado sustancialmente.

     Pero, para discutir este Estado, cosa que muchas veces nos resulta un tema abstracto o lejano, deberíamos tomar en cuenta los que muchos "comunicadores sociales", "académicos", "especialistas" llaman mundo globalizado o neoliberalismo, pero que no es ni más ni menos lo que muchos clásicos ya desnudaban en el pasado: EL CAPITALISMO.

     Tradicionalmente la exclusión o la pobreza caracterizaba a un sector muy determinado de la población. El mundo social se dejaba aprehender en categorías sociales, porque esas categorías eran relativamente estables: las clases, por ejemplo.

     Pero bien, hoy vemos con más evidencia, hasta se podría decir con una evidencia salvaje, brutal y asesina, el desastre que es el capitalismo, con sus relaciones internas, sociales, económicas, culturales, sexuales que condenan el destino de toda sociedad, local o mundial.

     Entonces, hoy debatir ESTADO, es debatir CAPITALISMO. Reflexionar sobre el trabajo, sobre la violencia, es discutir la brutalidad del sistema. Hoy vivir la desesperación y la angustia de esta catástrofe que vive la sociedad santafesina, es asumir la evidencia de un gobierno ajeno a su gente y cercano al poder mafioso de los banqueros (claro ejemplo es el Banco de Santa Fe), preocupado por salvar sus costillas y sus coronas y sin siquiera dar un simple alerta antes de la catástrofe previsible (no fue un terremoto).

     Pero no me corresponde a mi describir esa angustia y necesidad que ustedes más que nadie conocen y padecen.

     Lo que SÍ parece necesario plantearnos es el POR QUÉ de un Estado ausente. Si partimos desde esta ausencia NO CASUAL, vemos que la misma es el resultado de la necesidad que tuvo el CAPITAL en los años 70 de implantar un modelo decididamente de acumulación de ganancias hasta el hartazgo, basado cada vez más en la fuerza militar y policial a través de los garantes de turno (presidentes serviles/diputados siervos), trabajadores y desocupados, que acepten este nuevo orden mundial.

     El ORDEN DEL DESORDEN pero que garantiza la "Justicia infinita". o sea la explotación y dominación eterna.

     Es acá y ahora que todos podríamos plantearnos si es la hora de exigirle al Estado reinvindicaciones (muy necesarias por cierto) o es la hora de reinvindicar la fabulosa organización de la gente (de los comunes) que enfrentó el hundimiento de la ciudad, el salvar la vida, por encima de Reutemann /Duhalde /Menen / Iparraguirre, preocupados ellos sólo en que esta crisis no implique que se tengan que ir de ese hermoso y rico feudo que es Santa Fe.

                    Saludos y respeto.
                    Fraternalmente.

                                                                    PICHON

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