La negación de la negación Por Javier González Cuando los árabes conquistan el Mediterráneo, la Europa medieval entra en un período de sombras, un período de "ruralización" en lo económico y en lo cultural. En busca de seguridad se produce una importante migración de la ciudad hacia el campo. Las ciudades quedan prácticamente vacías. Retomando la tradición romana, las ciudades del medioevo se fortifican: construyen murallas a su alrededor a fin de detener el avance de sus enemigos preservando lo último que les queda. Lo de las murallas no es cosa fácil, a las importantes erogaciones que demanda su construcción hay que sumarle la necesidad de colocar puestos de control y observación y la previsión de anticiparse al crecimiento mismo de la ciudad. El crecimiento no controlado de las ciudades, hace que paulatinamente vaya construyéndose extramuros, es decir en terrenos vulnerables al temido avance de los pueblos musulmanes. A medida que las ciudades crecen, nuevas murallas hacen falta. En forma concéntrica y con cuantiosos desembolsos se van construyendo abarcando paulatinamente más territorio. Así y todo, cualquier falla, cualquier puerta que se vulnera puede determinar el fin de la ciudad a merced de las tropas musulmanas, convirtiendo a las mismas murallas protectoras en una inmensa trampa que impide la posibilidad de una huída masiva de la población. Con el capitalismo, la mayoría de las grandes ciudades latinoamericanas se desarrollan sobre la base de la cuadrícula hispánica con una suerte de dialéctica centro-periferia, en la cual el "centro" es siempre el que concentra la "mejor parte": servicios, infraestructura, centros comerciales, etc. Concentran, por lo tanto, los terrenos más cotizados, de mayor valor de venta y por supuesto con sus absolutamente legales "títulos de propiedad". En la periferia la situación es absolutamente la contraria: a la traza en damero del centro, generalmente se oponen los caminos sinuosos de las villas miseria, el crecimiento espontáneo de viviendas que se van agrupando como pueden. A los terrenos plenos de servicios e infraestructura del centro se le oponen la absoluta falta de los mismos en la periferia. A los caros, defendidos y legales terrenos del centro se le oponen los de la periferia: sin mayor valor económico, sin legalizar y a merced de las inundaciones. A las generalmente caras y opulentas casas del centro se le oponen las modestas viviendas de la periferia, normalmente autoconstruídas, sin la intervención de arquitectos o técnicos en su génesis.
En el libro "La ciudad legal y la ciudad ilegal" , Jorge E. Hardoy y David Satterhwaite, sus autores, describen de la siguiente forma la situación: "Los ingresos de decenas de millones de familias que viven en centros urbanos grandes, medianos y pequeños son tan bajos e inestables que están obligadas a realizar la mayor parte de sus actividades fuera de la ley........ No se necesitan estudios detallados para apreciar sus problemas: hombres, mujeres y niños sobreviven en la mayoría de los distritos de cualquier ciudad del Tercer Mundo vendiendo en las calles, acarreando bultos, desempeñando diferentes trabajos temporarios en las casas o jardines de los ricos, dedicándose a la prostitución, mendigando, robando, o simplemente están parados en una esquina. Si los problemas son tan evidentes, ¿por qué los gobiernos del Tercer Mundo hacen tan poco? La ciudad de Santa Fe tenía sus murallas. No para defenderse del ataque de los pueblos musulmanes sino para impedir el avance de las aguas del Salado. El agua no debía llegar a la ciudad. Pero el agua llega. La noticia va ganando las calles. El intendente, el mismo que dice cultivar "el bajo perfil" como rasgo de su gestión anuncia por los medios que la gente no tiene de que preocuparse: la situación está controlada y los barrios del oeste y Centenario están seguros. Pero las aguas llegan y no respetan nada, irrumpen, destruyen, matan. Se llevan viejos y niños, animales, muebles. No diferencian sexos ni color de piel. No eligen entre desocupados, "trabajadores permanentes", pequeños empresarios o comerciantes de barrio. Las aguas arrasan con todo y deja a todos en la misma condición. Las murallas defensivas se transforman en una gran trampa. Simbólicamente por donde ingresa el agua queda absolutamente inundado un campo de golf donde los ricos santafesinos despuntaban el vicio soñando ser Tiger Woods. Reconstrucción o refundación? A medida que el gobierno provincial fue reconquistando el control de las acciones después del desbande de dirigentes a los cuales no se les vió ni un pelo y de que miles de hombres y mujeres tomaran en sus manos la organización solidaria de la ayuda, fue tomando cuerpo un debate que continúa abierto: a Santa Fe hay que reconstruirla o refundarla? No nos quedemos afuera...! El estado, garante de la dominación de clase, maquina el millonario negocio de la reconstrucción-refundación con el cual se relamen los hambrientos capitalistas locales y todas otras aquellas organizaciones forjadas en las fraguas del menemismo. A toda crítica que se escucha en los pasillos le sobreviene el "está bien...pero ojo! no nos quedemos afuera!". La pelea Reutemann-Barletta culminó, entre otras cosas, con la colaboración mutua en torno a la reconstrucción de la ciudad. El gobierno provincial encargó a la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL la conformación de equipos técnicos, junto con la UTN, para evaluar el estado de las miles de viviendas afectadas directamente por la inundación a fin de facilitar la "vuelta al hogar" de miles de trabajadores y con esto la ansiada vuelta a la cotidianeidad, tan necesaria hoy para el gobierno. También el proyecto para la construcción de 4.000 viviendas (aproximadamente el mismo volumen construído en la ciudad de viviendas Fonavi) en el norte de la ciudad , en una franja que iría entre Peñaloza y Aristóbulo del Valle , y de paso "ir pensando en las empresas que van a realizar las obras". Obviamente la propuesta del gobierno provocó muchas dudas en la mayoría de los docentes de la Facultad: Cómo evaluar el estado de las viviendas sin un minucioso estudio del estado de los suelos? Cómo asumir la inmensa responsabilidad de aprobar el regreso a casa en modestísimas viviendas que no reúnen las condiciones mínimas (y no las reunían tampoco antes de la inundación) de habitabilidad? Por qué tener que dar la cara por el gobierno ante miles de trabajadores que han perdido todo o casi todo? Qué pasa con el riesgo sanitario inmenso que existe para quienes vuelven a los barrios inundados? Cómo se asegura a los arquitectos y estudiantes que conforman los equipos técnicos contra este riesgo sanitario y físico que plantea trabajar en barrios desvastados? Con qué cara se le dice a una familia que no tiene adonde recurrir que no puede volver a su casa, o que la misma tiene que ser demolida ante el riesgo estructural que presenta? Qué pasa con los títulos de propiedad? Qué pasa con aquellos que no tienen títulos de propiedad? Hay que reconstruir la ciudad sobre los mismos errores? Qué implica una refundación de la ciudad? Cómo construir 4.000 viviendas en el norte de la ciudad sin considerar el importantísimo impacto urbano que semejante proyecto representa? La dirección franjista de la Facultad fue clara: está todo muy bien.. pero no nos quedemos afuera! Que pasa si por debatir tanto el gobierno termina encargando el proyecto a gente de Buenos Aires? Quién discute la ciudad? "....cuando se les pregunta a los habitantes de los barrios más pobres sus prioridades, éstas son, generalmente, un transporte público barato y eficiente, la recolección de la basura, centros asistenciales y escuelas, defensas contra las inundaciones y, por supuesto, agua potable y alcantarillados, empleos estables y adecuadamente remunerados y pequeños préstamos sin intereses o con intereses muy bajos para mejorar sus vivienda y sus barrios. Los grandes proyectos les son indiferentes. La ciudad donde viven y trabajan no tiene nada que ver con la ciudad que políticos y tecnócratas quieren construir." (Jorge Hardoy y David Satterhwaite, "La ciudad legal y la ciudad ilegal",pág. 33) "Cuando Polino vio el puente Rosario-Victoria recortándose en el cielo rosarino dijo: "estos tipos están con la cabeza en el siglo 21, nosotros con el puente colgante no logramos salir del siglo 19". Con la ciudad pasa algo similar: o se piensa en una ciudad hacia futuro o nos quedamos reconstruyendo puentes colgantes."("Memorias apócrifas de Polino", Inédito) El tema de la ciudad de Santa Fe es básicamente tomado desde dos aspectos. Por un lado están el estado y todos aquellos que tienen en su horizonte solamente la vuelta "cuanto antes" a la normalidad, a la vida habitual de la ciudad , como si lo que ocurrió hubiera sido sólo una falsa alarma de bombardeo, con el aditamento de algún proyecto faraónico como el de las cuatro mil viviendas. Esta postura plantea recuperar las casas inundadas sin tener en cuenta el riesgo sanitario que ello implica, plantea volver a construir en los mismos sitios que fueron arrasados por las aguas sin entrar en mayores debates. Obviamente que esta postura es funcional al sistema, que pretende imponer el concepto de que aquí ocurrió una "catástrofe natural" que solo se dá cada 1000 años. La postura refundacionista, en general busca aprovechar la oportunidad que el presente otorga, para resolver los problemas estructurales que la ciudad de Santa Fe presenta y que las sucesivas intendencias no lograron ni siquiera vislumbrar. Dentro de esta postura hay tendencias progresistas que proponen una discusión democrática sobre la ciudad, pero también se encolumnan detrás de ella las conocidas posiciones fascistas. Hasta algunos se animaron a decir que las aguas del Salado habían hecho el trabajo sucio de las topadoras. Más allá de esta discusión reconstrucción-refundación, lo cierto es que el negocio es millonario (ver nota "El Negocio de la Reconstrucción" en el número anterior de la revista) y que el estado no está dispuesto a discutir la ciudad y qué se hace con ella pensando en los próximos 30 o 40 años, con los miles de trabajadores víctimas de la previsible imprevisión del gobierno. La ciudad no es sólo un tema de opinión para urbanistas, planificadores, arquitectos, economistas o políticos. En la discusión tienen que aportar , fundamentalmente, los miles de trabajadores que la habitan, organizados democráticamente sobre bases no burocráticas. En esta discusión no hay que quedarse afuera, porque sino los que terminan decidiéndolo todo van a ser las organizaciones patronales, las ONGs y el estado, responsables todos ellos de las mayorías de los problemas que nos toca vivir. Hay que discutir cómo se van a administrar los fondos para la reconstrucción-refundación, cómo y quienes van a tomar las decisiones, dónde y para quiénes se va a construir. Más allá de todo lo nuevo que apareció con esta inundación, todo lo solidario, los miles de jóvenes, mujeres y hombres que sin descanso organizaron el rescate y la contención de otros tantos miles de personas, también tuvimos una muestra en cuentagotas de lo que el capitalismo nos depara: la barbarie. Dicen algunas teorías que a los dinosaurios los exterminó un meteorito, el meteorito de la raza humana es el capitalismo y los cambios climáticos que nos amenazan son sólo una consecuencia de la irracionalidad de un sistema que destruye el futuro a cambio de enriquecer los bolsillos de los ricos en el presente. La ciudad va a seguir siendo capitalista y el debate en torno a la reconstrucción o refundación es otra forma más en la que se expresa la lucha de clases. No podemos caer en la ingenuidad de creer que dentro del capitalismo es posible "una ciudad para todos". En esto hay que ser claros: o se impone un proyecto capitalista de reconstrucción en base al negociado y a que todo siga igual de la mano de un estado y un gobierno que acentúa cada vez más sus rasgos autoritarios o aprovechamos esta oportunidad para que los trabajadores santafesinos digamos lo nuestro haciendo oir nuestras voces. |