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El Brasil de Lula

Por Miguel Espinaco

     No se trata de hacer comparaciones ni de afirmar que son lo mismo.

     Lula y su Partido de los Trabajadores son el resultado de un gran proceso de luchas en Brasil que ya tiene más de dos décadas de historia, que nació socialista y anticapitalista, y que fue inexorablemente tamizado por el tiempo y por las relaciones de fuerza que cruzaron todo ese período. Kirchner es - como mucho - la respuesta de urgencia de un importante sector patronal que trata de encaminar hacia el redil de las viejas instituciones el brutal descontento que terminó con el gobierno de De la Rua y que hizo temblar los cimientos con el que se vayan todos.
Es apenas esa respuesta convenientemente condimentada con el viejo punterismo político y con la renovada esperanza de cambio que la hizo vendible.

     Sin embargo, no puede pasarse por alto que Kirchner sembró su campaña de palabras y de gestos para pegar su imagen a la de Lula. Días antes de la renuncia de Menem que lo convirtió en el sucesor de Duhalde, ya se había dado una vuelta por Brasil para conseguir como trofeo algunas fotos y no pocas palabras de aliento.

     "Es un hombre con quien comparto la idea de una sociedad más justa, de la lucha contra la exclusión social y contra la corrupción" dijo el santacruceño de Lula durante su estadía en Brasil, palabras medidas y ajustadas a las necesidades del "nuevo modelo", ya que el publicitado fin de la etapa menemista necesitaba también de algún referente positivo. Por eso muchos - hasta López Murphy, pero más que nadie Kirchner - lo han tomado como referencia obligada.

      No está de más entonces, mirar un poco hacia el Brasil de Lula

Instrucciones para evaluar un gobierno

      En la página web rebelion.org, que publica muchos trabajos interesantes, puede encontrarse una especie de guía para analizar un gobierno elaborada por James Petras y Henry Veltmeyer, como plan de trabajo hacia un documento más integral sobre Brasil que apunta a descubrir a quien representa más allá de las palabras. Los autores se proponen en ese proyecto de análisis al que llaman "Adónde va Brasil", descubrir si las expectativas abiertas en la centro izquierda mundial con el arribo de Lula al poder son razonables, y anotan como aspectos a tener en cuenta, los siguientes:

a) Un examen de la dinámica histórica del Partido de los Trabajadores (PT). No es posible entender al PT estudiando simplemente lo que era en sus orígenes, hace casi un cuarto de siglo. Los partidos políticos evolucionan a lo largo del tiempo, de la misma manera que lo hacen sus relaciones con la base social original que los apoya, sus fuentes de financiación, la composición del partido, la membresía en los congresos y las estructuras internas.

b) La relación entre el PT y los gobiernos nacional, estatal y local en los que ha ejercido el poder. Antes de la elección de Lula como presidente, el PT ocupó los cargos de gobernador o gobernó en coalición en varios estados importantes (Rió Grande do Sul, Brasilia, São Paulo) y en muchas ciudades grandes y medianas, incluidas Porto Alegre, São Paulo, Belém, Brasilia, Florianopolis y otras. Durante los últimos 25 años es posible vislumbrar un curso desde la socialdemocracia hacia el neoliberalismo.

c) El programa político económico del PT ha cambiado de manera muy significativa a lo largo de la pasada década y, en particular, durante la campaña electoral presidencial de octubre de 2002. Los juicios a priori, las proyecciones de los deseos y la exuberancia excesiva e irracional han nublado el juicio de muchos de los defensores nacionales y extranjeros de Lula con respecto a sus prácticas y prioridades socioeconómicas actuales.

d) La campaña electoral y, lo que es más importante, las alianzas políticas y los pactos económicos que la acompañaron. Una clave ¿exigen los políticos durante la campaña electoral que cesen los movimientos y desistan de la acción directa para no asustar al mundo de los negocios y a las elites bancarias o bien los animan y combinan con ellos su estrategia electoral?

e) Un análisis mediocre de clase se centrará en los orígenes sociales, mientras que el análisis riguroso examinará la movilidad de clase, los nuevos referentes y la resocialización política adulta del personaje. Existen demasiados ejemplos, pasados y actuales, de presidentes electos que empezaron siendo pobres y progresistas y terminaron ricos y reaccionarios como para pasar por alto esta hipótesis.

f) Los nombramientos del gabinete son fundamentales en la configuración de la política y en la definición de la clase y del carácter nacional de un régimen. De manera más específica, los ministerios de Finanzas, de Economía, de Asuntos exteriores y de Agricultura, así como la dirección del Banco Central, determinan los parámetros y las prioridades de la política social y económica del régimen.

g) Las prioridades públicas económicas fijadas por el presidente y su equipo económico con respeto a la deuda externa, el presupuesto, el ALCA, las tasas de interés, el Fondo Monetario Internacional, la reforma agraria, las pensiones y la legislación industrial tienen un enorme impacto sobre las clases sociales y definen el carácter presente y futuro del régimen.

      En este último aspecto nos centramos en nuestra nota.

para enterarse de que allí el nuevo modelo tiene mucho del viejo, de modo que muchos debates nos van a resultar demasiado conocidos. Darse una vuelta para enterarnos que, a pesar de los dichos del canciller brasileño Celso Amorín que afirmó en Buenos Aires que "puede ser que el neoliberalismo haya terminado hace un tiempo y tal vez no lo hayamos percibido hasta ahora", es también válido enfocar la cuestión pensando que quizás "no lo hayamos percibido" porque se trata apenas del mismo perro con diferente collar.

      Una recorrida por los diarios

     Uno aborda los diarios que hablan sobre el Brasil de Lula con cierto estupor, porque no espera encontrar lo que encuentra. El trabajador que votó trabajador debe sentir algo parecido.

     Se entera por ejemplo que los norteamericanos - que no dan puntada sin hilo - mandaron a Brasilia nada menos que al Secretario del Tesoro John Snow, un gran empresario devenido en hombre de confianza del mismísimo Bush. Se entera que viene dispuesto a desidiologizar las relaciones, a dejar de lado ciertos rasgos de indisciplina del gobierno Lula que no se alineó en Irak y no votó la condena a Cuba y a impulsar las negociaciones del Área de Libre Comercio de América. Para colmo, lee que llega precedido de largos aplausos del Fondo Monetario Internacional que subrayan el "grado de realismo" del gobierno de Lula y no puede menos que pensar que ni es necesario explicar qué significan estas palabras en boca de esta gente, para la cual el realismo consiste en que le paguen la deuda aunque muchos se mueran de hambre.

     Se entera de que el miércoles 30 de abril, el presidente Lula cruzó a pie los 300 metros que hay entre el Palacio del Planalto, sede del Ejecutivo, y el Congreso para presentar los proyectos del nuevo sistema de jubilaciones y del nuevo modelo tributario, y lee que dentro del recinto parlamentario hubo aplausos pero que afuera empezó el enojo, porque la reformita incluye nada menos que baja de impuestos a las empresas, una contribución de 11% a los jubilados para financiar el sistema jubilatorio, el aumento de la edad de jubilación y la privatización parcial del sistema, una remake atenuada de las AFJPs de Cavallo y Menem.

     Como no podía ser de otra manera con estas reformas, la imagen de Lula subió..... entre los grandes empresarios brasileños. El 2 de mayo nos enteramos por el diario Clarín de que Luiz Inácio Lula da Silva pasó a ser su ídolo, lo cual surgía de una encuesta realizada entre los dueños de las 1.000 mayores compañías de Brasil que reveló que 72% de los hombres de negocios aprueba la gestión del presidente, y a esto habría que sumarle que para el FMI, Lula es un ejemplo a imitar: "las razones - nos dice el cronista de Clarín - están en el cumplimiento de los objetivos pactados con los organismos: según datos del Banco Central, en el primer trimestre el gobierno de Lula consiguió ahorrar tanto que el superávit fiscal llegó a 6,24% del PBI, bien por encima de la meta acordada con el FMI." Si te queda alguna duda sobre qué significa "ahorro" y "superávit fiscal" o sobre quienes son los que "ahorran", podés preguntarles a Cavallo, a Machinea o a López Murphy que saben mucho de esto, o si no a los empresarios brasileños que andan tan contentos. Claro que el lado negativo de esta historia también va a sonarte conocida, porque ocurre que la masa de dinero de ese superávit se la llevó el pago de los intereses de la deuda, y que aun así no alcanzó para cubrir siquiera la mitad de los gastos por intereses, que representaron el 12,8% del PBI. El mismo problema que acá ¿te acordás? Pagás, pagás y siempre debés más.

     Pero los parecidos no son sólo económicos, también alcanzan lo político. Unos días después de la presentación de estas leyes, ya hay varios diputados del PT a los que llaman radicales que critican mucho, cuatro de ellos están a punto de ser expulsados. La senadora Heloísa Helena y el diputado Joao Batista Babá, ambos fundadores de la organización, ya están en la cuerda floja, especialmente la senadora Helena que amenazó con organizar actos públicos contra las reformas y con llegar incluso a la Justicia. "Puedo ser expulsado del partido porque defiendo las posiciones de siempre de proteger a los trabajadores", protestó Babá, "queremos que los empleados públicos hagan huelga contra la reforma y que el gobierno cobre impuestos a las grandes fortunas y al capital" dijo, y se ganó la amenaza de expulsión. Del otro lado del mostrador, Lula y su nuevo modelo, suman el apoyo de los 27 gobernadores brasileños, de los obispos del ala izquierda y de la corriente moderada de la Iglesia que le dieron su bendición, de los congresistas de la llamada nueva oposición constituida por el ultraconservador Frente Liberal y por el Partido Socialdemócrata del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Para poner su granito de arena a favor de las medidas criticadas, viajaron nuestros viejos conocidos Anne Kruegger y Anoop Singh. Mientras aconsejaban a Lula que "no adopte medidas para controlar la entrada de capital extranjero golondrina" se mostraron preocupados por recordar que Brasil debe concretar las dos grandes reformas en marcha: la del sistema de jubilación y la reforma tributaria, casualmente.

     El manejo de las disidencias tuvo todos los ribetes antidemocráticos que los gobiernos de los años 90 llevaron hasta el delirio. El viernes último el diario O Globo informaba que "para evitar la exposición de fisuras en el partido, el PT postergó la reunión de la Comisión de Ética para la defensa de los rebeldes (sic). Gracias a un acuerdo entre los disidentes y el presidente del PT José Genoino, la acusación quedará en suspenso hasta junio, mes de reunión del directorio nacional. Ayer Genoino dijo que aceptaría cualquier acuerdo para evitar las sanciones, si los rebeldes acordasen en votar con el partido. Ellos tienen el derecho de hablar y opinar. Si los parlamentarios que piensan diferente votaran con la bancada, no hay crisis." Más claro, echale agua: no hay crisis si hacen lo que nosotros decimos, "concede" Genoino en un intento de disciplinar a la tropa.

     Pero no son los únicos que se oponen. La Central Única de Trabajadores (CUT) eligió duras palabras para enfrentar la reforma de Lula: "La CUT es una potranca chúcara, y si intentaran encuadrarla, ella saldrá dando coces y corcoveadas para todos lados. La CUT nunca será aquello que las centrales sindicales fueron en el llamado socialismo real o en el fascismo: centrales sindicales vinculadas al poder público que hacían aquello que el Estado juzgara conveniente" dijo su presidente Felício, y si nos dejamos llevar por su lenguaje, el perfil de clase que hemos intentado definir alrededor de la guía que nos proponen Petras y Veltmeyer en su punto 7 (ver recuadro) quedará mucho más claro en algunos días. Más allá de la dureza del discurso, la CUT no se opone íntegramente al proyecto y propone 12 enmiendas para que no se apliquen ni el impuesto a los jubilados, ni el aumento de la edad jubilatoria, para que el mínimo privatizable se eleve de 2400 a 4800 reales y para que se creen administradoras paralelas de jubilaciones sin fines lucrativos.

     Mientras todo esto pasa, otros amigos del pasado están por quedar en el camino. Los dirigentes de la importante organización campesina de los sin tierra (MST) ya muestran al gobierno que se agotó el tiempo de espera. "Nuestra paciencia llegó al límite", dijeron, porque la prometida entrega de tierras a los campesinos todavía está por verse.

     El plan de empleo

     En medio de toda esta situación que amenaza desnudar gravemente al gobierno de Lula, han intentado mostrar su cara social presentando un plan de empleo que prevé beneficiar a unos tres millones de jóvenes de entre 16 y 24 años que nunca tuvieron una oportunidad laboral. Cuando uno acerca más la lupa a este plan que suena bien en estos años de desocupación masiva, descubre que estos tres millones de puestos se crearán hasta el 2006, y que este año se prevén apenas 250.000, lo que para la gran población de Brasil es bastante poco. Para colmo, el llamado plan de empleo es apenas un subsidio a las empresas, que podrá tomar a jóvenes con un sueldo de unos 80 dólares mensuales pagando apenas unos 15 dólares, porque el resto lo paga el estado deducción de impuestos mediante. O sea, lo que aparece como un plan social es en realidad otra baja de impuestos a los grandes empresarios, ¿cómo no van a estar contentos?

     Sin embargo hasta la posibilidad misma de lanzar este subsidio empresarial disfrazado de lucha contra la desocupación está por verse. La fuerte contracción del gasto público, realizada para juntar plata para pagar la deuda, ha hecho que el gobierno no largara todavía una moneda de los 1.400 millones de reales que fueron prometidos a los intendentes brasileños para obras de agua y cloacas, ni para la construcción de viviendas populares para las que había prometido 700 millones.

     Con este panorama, las prioridades públicas económicas fijadas por el presidente y por su equipo económico, uno de los análisis que nos piden Petras y Veltmeyer para definir a dónde es que va Brasil, deberían quedar bastante claras. Lógicamente, el hecho de que puedan o no avanzar con estos planes tendrá que ver directamente con la resistencia de los trabajadores y del pueblo de Brasil.

     Para nosotros, estudiar y conocer claramente estos hechos se convierte en una cuestión de primer orden para adivinar a dónde irá el gobierno Kirchner que usa a Lula como modelito de su nuevo modelo que, más allá de algunas diferencias en la estética, parece no tener mucho de nuevo.

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