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Otra vez sopa!

Por Javier Gonzalez

     La máquina de engañar se pone nuevamente en funcionamiento. Miles de trabajadores se preparan para ir a las urnas a colocar un voto que ayudará a definir quiénes serán los responsables de ejecutar los nuevos planes capitalistas que seguirán garantizando "el cambio para que todo siga igual".


     En estas circunstancias este juego se vuelve macabro. La ley de lemas, fraude institucionalizado, permitió la aparición en el escenario político de Reutemann llevado de la mano por el mentor del llamado "derrumbe argentino": Carlos Menem. El Lole, si bien salió segundo detrás de Usandizaga en las elecciones del 91, pudo a través del "fraude legal" convertirse en el nuevo gobernador

     Más tarde, Obeid, principal responsable de la represión a los trabajadores bancarios, a quienes hizo balear impidiendo el ingreso a la Legislatura dónde "nuestros representantes" se reunían para terminar de acordar la privatización del Banco Provincial, se hizo del gobierno con sólo un 20% de votos derrotando al el ex-socialdemócrata Cavallero, después de "caerse el sistema" y de muchos rumores sobre la existencia de "algún arreglo político" entre ambos contrincantes. Obeid fue el responsable -entre otros logros- de la ley de emergencia que, generando un antecedente para el gobierno nacional de la alianza, expropió al conjunto de los trabajadores estatales una parte de sus sueldos para tapar los agujeros que la corrupción generó en la Caja de Jubilaciones.

     La ley de lemas volvió a garantizar la segunda gobernación de Reutemann. Esta vez la situación nacional no lo acompañó al Lole: con la década menemista agotada, la continuidad Aliancista consumó el derrumbe económico.

     Esta segunda vuelta marcó la debacle del corredor, responsable político -junto a muchos de los que hoy se presentan como candidatos en las nuevas elecciones- de los asesinatos del 19 y 20 de diciembre del 2001 en la Provincia y del genocidio provocado con la creciente del río Salado.

Las próximas elecciones

     El maremagnum electoral -más de 40.000 candidatos- plantea la incógnita si muchos de los que se presentan no lo hacen, en realidad, para conseguir fueros que les permitan zafar de una eventual causa judicial que les comprometa el futuro.

     Más allá de la confusión que generan la cantidad de lemas y sublemas es evidente que la pulseada por lograr la gobernación se dará entre Binner como supuesta "oposición" y Obeid posiblemente como el peronista mejor posicionado.

     Binner y Obeid. ¿Oposición y oficialismo? En realidad entre ellos quizás haya menos diferencias de las que imagina la "maquinaria progre" que ya se largó a funcionar con la vieja y repetida consigna de "hay que votar a Binner -en este caso- para terminar con funestos 20 años de peronismo". Pero el representante del Partido "Socialista", al igual que el peronismo, busca alianzas con sectores patronales en los cuales sus dirigencias están muy lejos de representar a la burguesía progresista que Binner necesita para llevar adelante las "reformas posibles". El Partido "Socialista" ha tenido siempre la convicción de que sin un sector del peronismo no se puede gobernar. Por eso llevan en la formula al hasta ayer ladero de Reutemann y ex-ministro Paulón y se juntan, entre otros, con el polifacético Bettanin (acusado en elecciones anteriores de repartir pizzas para atraer votos en los barrios en donde miles de trabajadores desocupados se cagaban de hambre sufriendo las políticas que su partido lleva adelante).

     Es entonces Binner una alternativa para acabar con veinte años de peronismo?

     Implementará el intendente rosarino un plan económico que por lo menos plantee una diferente distribución de la riqueza, como les gusta decir a los socialdemócratas?

     No es necesario pensar mucho la respuesta ya que la misma se encuentra en la ciudad de Rosario y en las alianzas que Binner ha realizado con vistas a estas elecciones.

Maguid, el representante de los trabajadores.

     En otro sublema del partido de los patrones, se postula -sin chances- el inefable Alberto Maguid, Secretario General de UPCN.

     Amado y odiado casi por igual. Padecido por todos los trabajadores. Símbolo de la burocracia sindical entregadora, de gremios transformados en empresas que realizan negocios en los cuales los afiliados son sólo prendas de cambio, de organizaciones sindicales "prestadoras de servicio" en los cuales los asociados sólo obtienen un feliz día de domingo en el camping sindical , un día durante el cual pueden olvidarse de las penurias de tener que vivir con 300 o 500 mangos mensuales.

     Seguramente muchos trabajadores estarán agradecidos a "don Alberto" por "todo lo hecho", por alguna "gauchada personal", por algunos "beneficios" del gremio, por la posibilidad de realizar algún viaje , por el maravilloso camping o por haber tenido acceso a la vivienda soñada durante años. Pero en esto no hay que engañarse: los empleados públicos no "gozan" de estos beneficios gracias a Maguid, sino -más bien- es don Alberto es el que goza de una vida de lujos sin trabajar gracias a miles de trabajadores que sufren el calvario de vivir de "crédito en crédito" cobrando sólo centavos a fin de mes, con el solo objeto de alcanzar un nivel de vida que pueda identificarse con "algo digno".

     Estos dirigentes sindicales obtienen un excelente pasar económico muy superior al permitido para los trabajadores: casas lujosas, autos y una vida "trabajando para los afiliados", sin tener que salir todas las mañanas temprano,con lluvia y con sol, a tomar el colectivo en el cual las mismas caras se reconocen sin siquiera saludarse, para ir a marcar la tarjeta que da inicio a la jornada laboral. Nuestros dirigentes no lo hacen. Con cadenas de oro que aumentan de tamaño proporcionalmente a sus traiciones, llegan a media mañana a sentar sus culos gordos en los sillones donde se pergeñarán las futuras entregas.

Que podemos esperar de estas elecciones?

     Alguna vez Federico Engels dijo que las elecciones burguesas sólo servían para evaluar el estado de conciencia de la clase obrera en un determinado momento histórico.

     Es harto evidente que el abanico de la izquierda está muy lejos de "representar" las necesidades del conjunto de la clase. Es claro, también, que el proceso abierto con las luchas piqueteras y desocupados que enfrentaron al gobierno corrupto y devastador de Menem y que se consolidó con las jornadas del 19 y 20 de diciembre que terminaron con el gobierno de de la Rúa e impusieron el "que se vayan todos", es aún incipiente y fragmentado como para consolidar organizaciones de base y democráticas que en forma coordinada enfrenten al sistema, y puedan presentarse (en el supuesto caso de que se considere necesario) como alternativa electoral a los partidos patronales. Más allá de los importantísimos avances que se dieron con las asambleas barriales, los grupos piqueteros y las experiencias de fábricas expropiadas, el proceso está muy lejos de cristalizarse en experiencias de este tipo.

     Es evidente, además, que el presidente Kirchner ha tenido éxito -por lo menos hasta ahora- en el cumplimiento de su primer objetivo de gobierno: subir en las encuestas de popularidad y generar esperanzas en la mayoría del pueblo.

     Es obvio esperar, entonces, que los buitres de la política echen a andar la "máquina de engañar" para garantizar la continuidad de toda esta podredumbre de la que ellos se alimentan y que los hace engordar mientras, en el otro extremo, miles de chicos ven pasar la vida, sus vidas, a través de los grandes ojos de la desnutrición.

     Seguramente estas elecciones servirán para saber hasta qué punto puede más esta maquinaria del engaño y la paciencia de muchos, por sobre el hartazgo y la urgencia de las mayorías.

     El tercer milenio ha traído luces y sombras sobre el futuro. Aunque los miles de santafesinos que asistimos enmudecidos al desolador panorama de las sucias aguas del Salado arrastrando nuestras historias personales, no veamos -por ahora- más que las zonas oscuras.

     El río desnudó la fragilidad de nuestras vidas, de nuestras historias cotidianas. Nos mostró de la forma más cruel que nada es para siempre y que la estabilidad, la cotidianeidad, el conformismo y la pasividad pueden terminar de un segundo a otro.

     La primer acción de miles de trabajadores inundados fue la de combatir la desmemoria. La de recuperar la propia historia a través de las fotos. Historia que habla de afectos, de vida y de lucha, para sustraerlas del olvido cruel a que el ríos nos sometió.

     Como un gran y pestilente río, el capitalismo condena a millones a vivir las penurias del anonimato cotidiano. El capitalismo nos condena a la desmemoria.

     Enfrentarlo con la lucha, la organización y la memoria es una parte de la inmensa tarea que los trabajadores tenemos por delante si queremos sobrevivir a esta barbarie silenciosa que mata a millones.

     Dentro de lo inmenso lo pequeño: la pequeñez enorme de no olvidar en estas elecciones quienes son los Obeid, los Maguid, los Binner, los Reutemann, los Hammerly, los Cavallero, los Usandizaga y muchos de los 40.000 carroñeros que se presentan como candidatos.

     El "derrumbe argentino", el genocidio de la dictadura militar, la corrupción, las privatizaciones, los asesinatos del 19 y 20 de diciembre, la inundación provocada, la represión continua a los militantes populares tienen sus responsables. Son nuestros verdugos. Y los trabajadores tenemos por delante la inmensa tarea de hacer memoria y laburar para acabar con la maquinaria de engañar que nos somete cruelmente y nos obliga a garantizar -con nuestros votos- los fueros necesarios para que continúe la impunidad, la corrupción, la debacle y los grandes negociados capitalistas.

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