Apuntes sobre socialismo

Rentistas sin títulos ni acciones

por Miguel Espinaco

A ver: había empezado por decir que para contar qué es verdaderamente el socialismo, te iba a hablar de todo lo que los llamados socialismos reales no fueron y no son. Empecé con el tema del estado, que en Rusia, Cuba, Vietnam, China y siguen los éxitos, creció hasta hacerse una maquinaria insoportable y opresora de pueblos, para afirmar que el socialismo postula un estado en extinción, un estado cuyo destino es el de desaparecer, porque su función de control de una o varias clases sociales a expensas de una clase dominadora perdería su razón de ser.

Del mismo modo procedí con la democracia de los productores y consumidores, la verdadera democracia en la que el pueblo trabajador y consumidor gobierna, y no las grandes empresas y los bancos y afirmé que en los mal llamados socialismos reales no existió ni vestigio de esta democracia, que para el socialismo es la piedra fundamental.

La explotación del hombre por el hombre puede explicarse con el mismo mecanismo. En el capitalismo vos laburás y consumís mucho menos de lo que vale lo que producís. Con lo que vos no consumís - la llamada plusvalía o trabajo excedente - viven un montón de parásitos, empezando por los capitalistas de la empresa, los dueños de las acciones, los banqueros que prestan su plata a interés, los políticos que te venden para que votes y su comparsa de ministros, secretarios, asesores, etc, y también los otros "políticos", los que ponen a puro tiro y golpe militar cuando ya no pueden convencerte. Ellos cobran, por los servicios prestados, pedazos de tu plusvalía en forma de grandes sueldos, dietas y coimas.

Esa explotación - o sea el hecho que hay quien se queda con parte de tu laburo - no se ve tan clara en el capitalismo porque la división social del trabajo es demasiado compleja. Te la hago corta. Vos fabricás, digamos, un auto por mes, y te quedás con lo que vale una puerta. Te aclaro, para que no creas que exagero que esto no es un invento, sino un estudio que se hizo en la década del 60 en la empresa Ford. Con el resto del auto, comen y muy bien los empresarios capitalistas, los banqueros que pusieron la guita para que se compraran las máquinas, los políticos que hicieron leyes para que a vos te toque nada más que una puerta, los periodistas pagados por las empresas que cuidan que vos no te apiolés de esto y los guardias que te mantienen a raya si vos te llegás a apiolar. Y con parte de ese laburo excedente, se reproduce el capital para perpetuar de ese modo la explotación capitalista.

En todo este asunto no importa demasiado si los sueldos son más altos o más bajos, si el capitalismo es un poquito más humano o más salvaje, este mecanismo funciona esencialmente igual.

En los regímenes que siempre nos han pintado como socialistas la explotación se mantuvo, sólo que el método económico y disimulado de extracción del trabajo excedente tuvo que dar paso a un método político, menos sofisticado y a la larga, insostenible . No hay capitalistas pero quedan los dueños del estado, los burócratas del estado que acaban siendo los que toman su lugar como negociadores del fruto del laburo de los trabajadores de esos países, convertidos en una especie de rentistas sin títulos ni acciones que se quedan con la parte del león y viven bárbaro a expensas del laburo ajeno. Y no sólo ellos, claro: a expensas de los trabajadores de esos "socialismos", viven bien unos cuantos panzones en Nueva York, en Londres o en cualquier lugar del planeta: los mecanismos de transferencia de la plusvalía a través del mercado mundial hacen lo suyo para que así sea.

Lógicamente, estos estados hablan de socialismo para las fiestas del primero de mayo, pero tarde o temprano tienen que superar esta contradicción y volver al capitalismo, porque ser un rentista sin título es una situación muy inestable que no puede durar mucho y de hecho no dura. Así que, algunos desordenadamente como los rusos, otros en una transición más lenta y tranquila, como China y Cuba, todos estos socialismos de la boca para afuera están terminando sus días en el regazo del capitalismo mundializado.

Todas las sociedades tuvieron y tendrán un trabajo excedente, no se puede pensar en una sociedad que consuma todo lo que produce, porque se estancaría. Se necesita trabajo volcado a fabricar nuevas máquinas, que no se consumen directamente sino que se aplican a trabajar menos en el futuro, se necesita trabajo volcado a la investigación, y a los inventos, y al estudio. El problema es quién administra ese trabajo excedente, que al nivel que ha llegado actualmente la complejidad de la producción y la diversidad del trabajo social, solo puede ser pensado como una propiedad colectiva, como parte de la elección democrática de los pueblos.

Ni la supuesta mano invisible del mercado, ni la vocación rentista de las multinacionales, ni los burócratas por más socialistas que se digan, serán capaces de volcar ese excedente a mejorar la vida. Esa planificación solo la podrán hacer los pueblos, los que trabajan, y ese es uno de los pilares del verdadero socialismo.

El internacionalismo es el último de los cuatro aspectos que nos hemos propuesto enfocar, pero tendrás que esperar hasta el próximo número.

Saluti a tutti cuanti.

Próxima entrega: Dormir con el enemigo


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