Con Mordaza

por Javier González

Quizás la mayoría de las personas no se pregunte en absoluto de qué forma ocurre el trabajo cotidiano de los empleados públicos santafesinos. Quizás a la mayoría de los que navegan por internet no les interese en absoluto saber que en la Casa de Gobierno de Santa Fe crecen árboles en cornisas y molduras del ecléctico y afrancesado edificio, porque en esta provincia rica, que no para de crecer al igual que la soja, no se gasta plata en mantenimiento. En ese edificio gris y frío la inventiva da lugar a las cosas más insólitas a la hora de pensar en la ocupación del espacio, hacinando a trabajadores con entrepisos que cortan habitaciones a la mitad de su altura, clausurando ventanas mientras en otros despachos se perfora la fachada para colocar equipos acondicionadores de aire a los nuevos funcionarios, con el riesgo estructural que eso puede llegar a representar.

Quizás no se pregunte el usuario de yahoo o de google, porqué desde hace unos veintipico de años la vida interna de Casa de Gobierno y de otros edificios institucionales se observa según los anteojos que nos pone el partido gobernante, forzando una división entre bandos internos, reutemanistas y obeidistas, bielsistas y rossistas.

¿Vos con quién estás? Preguntan, dando por hecho, que si alguien es empleado público es porque entró con algunos de los sectores en que se divide el peronismo.

Quizás no se pregunten, los escasos usuarios de Caray Garay porqué, esta provincia argentina con tanta riqueza es capaz, también de generar tanta pobreza, que se traslada inevitablemente a la miseria intelectual de sus propios dirigentes.

Quizás muy pocos sepan que cuando vienen delegaciones extranjeras, ingresan a la Casa Gris, el edificio gubernamental, por debajo de una alquilada estructura metálica que los protege de la eventual caída de mampostería de un edificio que llora lágrimas de piedra.

Quizás muy pocos infantes, que buscan información por internet sepan que durante años las mayores inversiones realizadas por el gobierno tuvieron que ver con un escandaloso revestimiento de la plaza principal de la ciudad con granito sierra chica, la colocación de una réplica de la pirámide de mayo y la construcción de un vallado metálico para impedir que los trabajadores santafesinos, es decir los representados, puedan acceder al diálogo o a expresar enérgicamente su bronca hacia los funcionarios de gobierno, es decir los representantes. Crisis de representatividad que le dicen.

Periodismo sin mordazas

En ese clima, en ese contexto se desarrolla la vida cotidiana de los empleados públicos santafesinos. Y en ese ámbito mucho se discute alrededor de los temas que presenta una publicación llamada Sin Mordaza, que se reparte gratuitamente en toda la administración pública santafesina.

"Sin Mordaza, peronismo independiente", perdón..."periodismo independiente", así tal cual su propia definición.

No hay periodismo "objetivo" y no hace falta aclarar porqué. En el mejor de los casos puede decirse que quien pretende objetividad, es un bienintencionado ingenuo o un malintencionado desinformador.

La pretendida independencia de Sin Mordaza desaparece con la sola lectura del título de sus notas o con las costosas publicidades que posee del Gobierno y del Partido Justicialista.

Sin Mordaza posee también un sitio web (www.sinmordaza.com) y un programa en televisión por cable.

Sin Mordaza se jacta de pluralismo o más o menos, porque basta leer el comentario de su Director y analista político Carlos Delicia, publicado con fecha 10/06/07 para darse cuenta de qué pluralismo se habla. Allí introduce el tema electoral por venir y se explaya sobre la plata que disponen los partidos políticos para publicidad. Dice Delicia: "Durante siete años de existencia, Sin Mordaza se ha caracterizado por su pluralidad y apertura a los sectores que no tienen voz. Nuestro objetivo es y será publicar todas las campanas para que la gente decida a quien creerle".

Altruista definición, que más adelante se encarga de tirar por la borda advirtiendo que: "Si a lo largo de este mes no brindamos información sobre alguno de los candidatos es porque ellos nos discriminan con su pauta publicitaria, cuando ocurre lo contrario con otros medios periodísticos de la ciudad y la provincia. Buenos si, buenudos no!".

A Dios rogando y con el mazo dando

Ese "pluralismo" buenudo de Sin Mordaza, practicado casi a rajatabla, hace que entre sus columnistas se encuentre nada menos que Carlos Jesús Rodríguez Mansilla, quien hasta hace unos años era sólo Carlos Rodríguez, pero que con uno o dos apellidos, ha sido desde siempre un fiel representante de las ideas fascistas.

Tierno representante de la trilogía Dios, Patria y Familia y varias veces candidato por el Movimiento Nueva Argentina, el doctor Rodríguez Mansilla expresa su visión del mundo desde Sin Mordaza contándonos que el Che Guevara era un topo, miembro de la inteligencia soviética, que Evo Morales promueve el odio racial, y que la matanza de los pueblos originario hechas con la cruz y con la espada, es solo una leyenda negra inventada por la Inglaterra protestante para usarla en una guerra psicológica contra la España católica.

Pero no sólo de temas históricos habla Carlos Jesús, sino también de la realidad actual de Santa Fe, del país y de latinoamérica toda.

Uno de los temas que más trato tuvo en los medios santafesinos con anterioridad a las elecciones primarias del 1º de julio fue el de la seguridad/inseguridad.

Por aquellos días, es decir hace menos de un mes, Santa Fe se desayunaba con un asesinato, o dos, diario.

Toda una preocupación, la violencia creciente en una ciudad con pobreza creciente. El tema fue instalado y dio lugar a las expresiones más terribles de una sociedad que no logra ver el problema con amplitud.

Rodríguez Mansilla tomó el tema en el programa televisivo de Sin Mordaza, haciendo eje en la necesidad de que la policía tome una posición ofensiva, dado que si "la policía no controla, el que controla es el delincuente".

Claro, que Carlos Jesús no se refería a la ofensiva que tomó, por ejemplo, el Jefe del Comando Radioeléctrico de la ciudad de San Carlos Centro, a quien encontraron robando en una sucursal de Wal-Mart, sino a otro tipo de ofensiva.

Para este representante del pensamiento escasamente progre, la decadencia que padece la Argentina está dada por "la pérdida de los valores. ¿Cuáles son esos valores que hemos perdido? Los valores tradicionales con los que se fundó la Nación y que se mantuvieron durante siglos, primero por los criollos y luego por los inmigrantes y sus descendientes, fusionados y hermanados con los criollos.

Al perder esos valores, hemos perdido en dignidad, y lo que es mas grave aún, hemos perdido identidad nacional.

El principio de autoridad, el respeto a la ley y a los mayores, el temor de Dios, la familia, el culto al esfuerzo y al trabajo, el amor a la Patria y a sus instituciones fundacionales, el sentido del honor y de la palabra empeñada, han sido arrumbados en el rincón de los trastos viejos".

Entonces, trasladando esos conceptos a la práctica, Rodríguez Mansilla dice "hay que restaurar la ley y el orden haciéndole saber a todos los ciudadanos que quienes quiebren la ley y el orden serán castigados severamente. Si no le hacemos entender a los ciudadanos que el quebrantamiento de la ley y el orden implicarán un castigo, que va a llegar y que va ser severo, no se va a cumplir con la función de la norma penal que es la de advertirle a la comunidad que si se viola la ley serán castigados".

Ese orden quebrantado del que habla Rodríguez se consolidó porque es
"La delincuencia la que organiza, planifica, hace inteligencia, busca abastecimiento, tiene Logística, aguantaderos, reparte plata y tiene sus informantes. Todo esto, en una época lo tuvo la policía y hoy, la policía debe recuperar eso porque es la infraestructura básica para poder operar".

Lo que omite decir Rodríguez Mansilla es que en "una época" la policía también tenía centros clandestinos de detención, tortura y muerte. Curioso olvido.

Haciendo agua

En su libro "Modernidad Líquida", el sociólogo polaco Zygmunt Bauman analiza lo que da en llamar la fase actual de la modernidad, es decir en su etapa o fase líquida o fluida, en contraposición a lo sólida de la fase anterior de la modernidad.

El sólido que se diluye en esta nueva fase, dice Bauman son "los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y acciones colectivos." Estos cambios exigen repensar viejos conceptos que enmarcaron el discurso narrativo. Bauman examina cinco conceptos (emancipación, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad) para explicar este paso de lo "sólido a lo líquido".

En el capítulo dedicado a "tiempo/espacio" toma el ejemplo del arquitecto inglés George Hazeldon que establecido en Sudáfrica tiene, según Bauman, un sueño: "una ciudad diferente de las ciudades comunes, en las que los extraños de aspecto amenazante emergen de las esquinas oscuras, salen sigilosamente de las calles sórdidas y se amontonan en los barrios bajos. La ciudad soñada por Hazeldon es más bien una versión actualizada, de alta tecnología, de la ciudad medieval, protegida por gruesas murallas, almenas, fosos y puentes levadizos, una ciudad aislada de los riesgos y los peligros del mundo; una ciudad hecha a medida de individuos que desean controlar y monitorear su propia proximidad".

Más adelante Bauman cita al propio Hazeldon: "hoy la seguridad es lo más importante. Nos guste o no, ésa es la mayor diferencia (...) Cuando yo era chico, en Londres, había una comunidad. Yo no hacía nada malo porque todo el mundo me conocía, y seguramente se lo contaría a mis padres (...) Eso es lo que queremos recrear aquí, una comunidad que no tenga qué preocuparse".

Devenido en una especie de George Hazeldon santafesino, Carlos Jesús Rodríguez Mansilla plantea una solución similar pero para los "guardianes del orden": "Si un policía vive en el mismo barrio que los delincuentes, no va a actuar cómodo, por eso es necesario que haya barrios policiales para el personal. Si ese policía se traslada en colectivo, es un blanco fácil, por eso también debería evaluarse la posibilidad de que cuenten con un transporte propio que los lleve a sus lugares de trabajo. Además, en caso de un paro en el transporte, gran parte de Santa Fe se quedaría sin policías".

Claro que todo esto no queda acá nomás encerrado entre cuatro paredes o en un barrio privado y el propio Carlos Jesús propone la creación de una Brigada de Tropas de Combate encargada de realizar razias en donde se concentra el delito. Quédense tranquilos Skanska, Techint y demás empresas a las que les importa el país, que el Dr. Rodríguez Mansilla no se refiere a ese tipo de delitos por millones de dólares sino a otros de mucha menor trascendencia.

Otro de los conceptos analizados por Bauman en su libro es el de comunidad. Dice el viejo Zygmunt: "En términos sociológicos, el comunitarismo es una reacción previsible a la acelerada "licuefacción" de la vida moderna, una reacción ante su consecuencia más irritante y dolorosa: el desequilibrio, cada vez más profundo, entre la libertad individual y la seguridad".

La modernidad líquida fragiliza los vínculos humanos y lo que procura la idea de comunidad es combatir esa "transitoriedad de los vínculos".

Dice Bauman que la "comunidad del dogma comunitario es un hogar aparente, un hogar familiar, no un hogar o construido, sino el hogar donde se ha nacido".

"La comunidad del dogma comunitario es una comunidad étnica que naturaliza la historia, presenta lo cultural como un hecho de la naturaleza. Se pertenece por haber nacido y si no hay pertenencia el camino es el desarraigo".

Rodríguez Mansilla, al igual que Bauman, también se ocupa del sentido de comunidad, el sentido de pertenencia, marcando claramente un "nosotros y ellos", "hombres de bien, por un lado, y delincuentes por el otro" y tiene también propuestas en este sentido ya que según su visión, no es posible que cualquiera entre y salga de la ciudad como le de la gana y a fin de impedirlo y terminar de una vez por todas con esa libertad de circulación es que plantea la colocación de retenes y puestos móviles para controlar los ingresos y las salidas de nuestra bienamada ciudad.

¿Que fue de Norberto Bobbio, explicando que los problemas de la democracia se solucionaban con más democracia?

Es evidente que en la cabeza de Rodríguez Mansilla esa idea está ausente.

La inseguridad y la violencia creciente en nuestra ciudad es un tema que tiene múltiples causas y que no es posible reducir a un pensamiento lineal y marcadamente xenófobo.

Hacerlo significaría poner en riesgo severo la vida social de nuestra ciudad y la limitada democracia que ya tenemos.

En la visión de este columnista de Sin Mordaza, no hay lugar para mayor democracia y quizás sólo idealiza una sociedad perversamente controlada por uniformados, con ciudadanos temerosos de Dios y de las leyes, casi como en una pintura de George Grosz cuando satirizaba a la sociedad alemana de la primera posguerra preanunciando la perversión del nazismo.


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Dr. Carlos Jesús Rodríguez Mansilla
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