Colaboración

Cundió el ejemplo de las aguafuertes santafesinas y la primer presa es justamente el profesor José Luis Hisi. Sí, el mismo que había pedido a sus alumnos de 3er año polimodal (sí, ya sé, lo que era antes 5to año!) que escribieran un aguafuerte describiendo su día, su barrio, sus personajes. Acá se decidió a predicar con el ejemplo y nos mandó la siguiente aguafuerte.

Guadalupe Oeste

por José Luis Hisi

Hay un barrio de Santa Fe que despierta los más encontrados sentimientos de la población de santa Fe. Este es Guadalupe Oeste.

Extensa barriada que linda al este con Gral. Paz y al oeste con Aristóbulo del Valle, al sur con Av. Galicia y al Norte… bueno, se extiende (oficialmente hasta Calle Javier de la Rosa), pero sigue: muchos vecinos, cada vez más, se sienten pertenecientes a Guadalupe Oeste, por no caer en la Villa. Me refiero a Chaco Chico, más conocido por Barrio Chaqueño. Aunque algunas orgullosas jóvenes de dicho lugar se hacen llamar la Chaque.

Y hablando de este destacado aspecto de nuestro acervo cultural, las chicas, hay que decir que este vecindario de criollos e inmigrantes de todo el mundo (españoles, italianos, franceses, árabes, polacos, ucranianos, armenios, portugueses, etc.) ha producido toda una generación de hermosas mujeres: rubias, morochas, castañas, altas y bajas, fuertes o menudas, cuya abundancia y delicadeza parecen una bendición que viene a compensar todos los sufrimientos y desdichas que ha traído el destino.

Hay zonas de esta populosa barriada cuyo límite norte es diluido por los avances de la "civilización" en que se han construido verdaderos chalets. Así como hay casitas de Guadalupe Oeste, compradas por reconocidos malandras y buscas de todo pelaje, desde fiolos y choros reducidores profesionales, hasta y curanderas (que practican magia negra y por doscientos pesos le tiran sapos degollados y palomas podridas a la casa de los maldecidos, a la mejor usanza de los payés correntinos). Por eso digo que no todo es tan claro en cuanto a limites se refiere.

El hecho es que Guadalupe Oeste, a veces vituperado en los diarios locales, es en realidad un hermoso lugar de casas bajas, calles anchas y arboladas, con una mayoría de vecinos pacíficos y trabajadores, que tienen que aguantar, como en toda la ciudad, a una runfla minoritaria de malvivientes que se están instalando por todos lados, desde el barrio Sur (antiguo reducto del patriciado santafesino) hasta el vecindario de Candiotti Norte y Sur, donde floreció una mancha roja en Güemes al 4000 (sí señores, a pocas cuadras del Boulevard) y el propio Centro, donde fueron asesinados conspicuos representantes de la mafia argentina.

Por que esto ya no es novedad: tenemos mafia propia al igual que los países del primer mundo: Italia, Francia, Estados Unidos, Canadá, "anche" Rusia y Japón.

Bueno, volvamos al barrio que nos ocupa: sus bucólicos árboles alojan especies de todas clases: gorriones, palomas, caseritos, venteveos, y algunos loritos escapados de la isla o de alguna casa donde otrora abundaba la riqueza traducida en suculenta comida.

Algo similar hicieron numerosos perros y gatos, que emigraron a la calle, con la esperanza de laburar por el propio sustento que les negaron sus dueños, desde 1989, o desde 2001, como Uds. prefieran.

Este barrio, tan castigado por sucesivas administraciones nacionales y municipales, tenía casas de comidas, bares, clubes de fútbol (queda uno solo), y hasta pequeñas fábricas, que se fueron reciclando en cocheras y galpones para alquiler: a su vez, paradas de colectivos como la de la línea 6, pasaron a ser modestos talleres de pintura, digo, de chapa y pintura de colectivos, autos, chatas, y alguna 4 x 4 que se aventura en busca de un mejor presupuesto.

Es que los diligentes vecinos, al igual que en otros sectores de la ciudad, optaron por resistir las crisis económicas y el verdadero desfalco municipal, que se aplica mediante el cobro de impuestos sin los correspondientes servicios: bacheo nulo (salvo época de elecciones), desagües tapados y rotos, o simplemente desnivelados desde su construcción, calles sin nombres ni letreros indicadores, semáforos descompuestos, o desincronizados (para rebusque de los inefables zorros grises que te esperan agazapados detrás de un árbol de la avenida), iluminación deficiente, etc. Aquí la única respuesta es la resistencia pasiva.

Sí, señores, en estos arrabales no se factura ningún trabajo: ahorro general del IVA. Trabajos de mecánica, de herrería, de computación, de sastrería, de óptica; provisión de alimentos, de bebidas, de carnes, de ladrillos, de cemento de hierro, de fideos, amortiguadores, filtros de combustible, aceite para motores: todo es posible conseguirlo un 20 o un 30 por ciento más barato que en el Centro.

¿Cuál es la ventaja? El territorio: la lejanía de la DGI, con inspectores que se pierden en las calles sin nombre; y la escasa vocación de los vecinos por los tribunales, por los abogados. Y hasta por los contadores, a quienes no se les suelta un peso en el barrio, cuya vocación es la autonomía: de la DGI, del Estado Municipal, de los economistas y de todos los profesionales del papeleo.

Pero volvamos a lo nuestro: Ud. puede arreglar un par de zapatos por 40 pesos, y conseguir un quilo de carne buena a 10 pesos; también puede comprar un buen cognac a 18 pesos y un buen vino a 5 pesos, o menos. Pero más importante que ello es que se respira un aire de arboledas y patios grandes, con malvones en las veredas; y quedan para comprar terrenos de 50 metros de fondo, o casas con huerta y gallinero, o departamentos gigantes, de dos y tres dormitorios con patio, a mitad de precio que en el Centro.

¿Todo esto por qué? Por que se la ha hecho mala fama a este humilde barrio, que cuenta con dispensario, vecinal propia, servicios de agua y cloacas, TV por cable, y algún colectivo que pasa cerca.

Ocurre que los diarios locales y la TV, como se llevan casi exclusivamente por la información oficial, exageran las cosas: cada vez que ocurre un tiroteo, y muere algún descuidado que no se agachó a tiempo, se publica: "Otro muerto en Guadalupe Oeste" Y a lo mejor el hecho ocurrió en Alverdi al 8000; o detienen a un conocido estafador en Regimiento 12 de Infantería, y se titula "Impresionante operativo policial en Guadalupe Oeste".

Entonces, el pobre barrio sólo recibe una manito cuando llega la fiesta de San Cayetano y todos los Conejos Negros de Santa Fe, que le esquivan al laburo con mil gambetas, vienen contritos a rezar y a comprarse una estampita, con algún mango que sablearon a los inocentes parientes, amigos ingenuos, o vecinos incautos.

Pero no todo es así, queridos lectores: esta extensa barriada, que además tiene el mérito de llamarse casi igual que la famosa villa circunvecina, solaz de jueces, funcionarios varios, y hasta ex_gobernadores, sufre inmerecida fama. Porque a decir verdad, comparte las mismas penurias que casi todo Santa Fe, si sumamos a las inundaciones la plaga de políticos inescrupulosos, que han hecho de esta ciudad un coto de caza parecido al Gran Buenos Aires.


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