Breves de sábado (27/10/07)

Compañeritos de banco

por Miguel Espinaco

Hoy apareció entre los titulares internacionales de los diarios que en Francia lo demandan a Donald Rumsfeld, ex Secretario de Defensa de Bush, por casos de tortura y abusos sucedidos en Guantánamo y en la prisión iraquí de Abu Ghraib.

No recuerdo que haya habido imágenes de Guantánamo, sí noticias que hablaban de torturas y de presiones sicológicas insoportables y de detenidos sin ningún derecho y sin ninguna esperanza, pero como estamos en la era de la imagen el nombre que te debe resultar más familiar es Abu Ghraib.

Abu Ghraib es un lugar en Irak y fue apenas un símbolo de las cárceles de la ocupación yanqui. Las fotos que se filtraron desde aquel escenario del terror y que llegaron a las casas del mundo a la hora de la cena eran "apenas la punta del iceberg", como explicara por esos días la libanesa Nicol Choueiry, investigadora para Irak y Afganistán por Amnistía Internacional.

Esa organización había ya planteado anteriormente denuncias de tortura y malos tratos con golpes, descargas eléctricas, privación del sueño, encapuchamiento y otras dulzuras represivas cometidas contra detenidos iraquíes por las fuerzas estadounidense y de la Coalición. Lejos de investigarse, la denuncia solo logró que a Amnistía Internacional se le negara el acceso a las cárceles.

Por supuesto, cuando Abu Ghraib se hizo un nombre conocido, Rumsfeld, afirmó velozmente que se sentía "atónito" por los abusos y se apresuró a jurar que eran una "excepción", no una "práctica sistemática". Como siempre en estos casos, la culpa era de algún soldadito al que se le soltó la cadena, la famosa teoría de los excesos completamente increíble cuando se piensa en la organización vertical del ejército norteamericano.

De cualquier forma, las denuncias previas de Amnistía Internacional desmienten su pretendida sorpresa, pero ni siquiera eso hacía falta, porque ya se sabe que a confesión de parte relevo de prueba. El primer ministro iraquí admitía en el 2005 que se cometían torturas en una prisión dependiente del Ministerio de Interior, donde 173 detenidos eran vejados y golpeados y Estados Unidos reconocía ante la ONU, también por esos días, casos de torturas infligidas a prisioneros en Afganistán, Irak y la base de Guantánamo. Obviamente, se trataba de un montón de "excepciones" que no hacían a una "práctica sistemática", claro.

Ahora Rumsfeld está en Francia y está siendo acusado. La demanda fue realizada por el Center for Constitucional Rights, el Centro Europeo para los derechos Constitucionales y Humanos, la Federación Internacional de Derechos Humanos y la Liga francesa de Derechos Humanos y cursada ante el fiscal del Tribunal de Gran Instancia de París, aprovechando justamente la visita del ex jefe del Pentágono en Francia.

Las organizaciones basan la acusación en el convenio de 1984 contra la tortura ratificado por Estados Unidos y Francia y reconocen que tiene un objetivo simbólico. Es evidente que cuesta imaginar al gobierno de Sarkozy metiendo preso a Rumsfeld, pero eso no le resta importancia a la denuncia. Lawrence Di Rita, ex vocero del Pentágono con Rumsfeld, tuvo que salir rápidamente a asegurar que "estas alegaciones carecen de mérito" y "que han sido completamente rechazadas cuando fueron hechas en otras jurisdicciones" y tuvo que apresurarse a alegar, como buen abogado defensor, que estas quejas "carecen totalmente de fundamento por su falta a la verdad y a los hechos, como ha quedado demostrado en numerosas investigaciones".

"La presentación de esta denuncia en Francia es una nueva indicación de que no cejaremos hasta que las autoridades de EEUU implicadas en el programa de tortura sean llevadas ante la Justicia. Donald Rumsfeld debe entender que no tiene dónde esconderse", decía el presidente del Center for Constitutional Rights Michael Ratner, y claro que sí, nos hace acordar a los reclamos en Argentina, en los que a los Rumsfeld de estas tierras se les asegura que como a los nazis les va a pasar y que a donde vayan los iremos a buscar.

Uno se pregunta claro qué los une, qué es lo que los hace tan parecidos a todos los Rumsfled del mundo y la respuesta es siempre los negocios. Casi como un símbolo, leo que este Donald Rumsfeld, fue en los 70 alumno de Milton Friedman, aquel economista de la Escuela de Chicago. Y eso, fijate, lo convierte a Rumsfeld en algo así como en compañerito de banco de Margaret Thatcher y de Martinez de Hoz, y de Pinochet. Así que no hay realmente de qué asombrarse.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario: (no más de 500 palabras please)
Firma:
E-Mail:
¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®