Crónicas Curturales

En los cuarentas llega Perón y aprovechando que la televisión todavía no aparece la historieta se hace popular y se pone, de a poco, los pantalones largos.

Sepa qué es la historieta

13 _ La historieta argentina se hace mayorcita

por Maytland Goyeneche

Los años cuarenta

Allá por los cuarenta (o sea, 1940) la historieta argentina viene arrastrando el legado de la década anterior, se establece fuertemente Intervalo con sus historias folletinescas con cuadritos cargados de textos.

Intervalo mantiene su presencia en función de sus colaboradores, sobre todo dibujantes de enorme envergadura, no por ser muy grandotes estos, sino por ser unos artistas de primera línea. Tal el caso de Enrique Rapela o de Jorge Pérez del Castillo, cosa que aún así no disminuye el carácter conservador con sus historias moralistas, edificantes y de escaso espíritu rupturista.

También se amplía la oferta a otras revistas de historietas a pasos no diría que agigantados, pero si bastantes grandes.

La necesidad de apurar el material para sacar revistas semanalmente hace que se estandarice la producción de la misma. Es entonces empieza a tallar la figura del guionista. Entonces escritores, periodistas, redactores publicitarios se suman al campo y no siempre los resultados son los mejores. Cada cual aporta desde su espacio de producción y no siempre se escribe "desde" la historieta sino "desde" la literatura, continuando con la tradición de cargar las páginas de párrafos de textos olvidando que los dibujos pueden muy bien reemplazar las sensaciones producidas por las letras. Está claro que para muchos de estos nuevos trabajadores de la historieta argentina, la historieta es un género menor. Pero hay uno que destaca en la muchedumbre.

Leonardo Wadel

Leonardo Wadel es considerado el primer guionista de historieta argentina en el sentido que hoy tiene tal profesión. Comienza en 1936 con Kharú, el hombre misterioso, en la revista "Mustafá" con dibujos de Carlos Ciernen.

Wadel Escribe folletines por entregas, traduce al castellano historietas y decenas de episodios de Sexton Blake, trabaja en el diario Pregón, a principios de los 40 se encarga de todos los guiones de la revista Fenómeno.

En 1956 engrosa las filas de una nueva revista de la editorial de Dante Quinterno: Patoruzito.

Entre sus obras tenemos, con dibujos de Alberto Breccia, a Vito Nervio, A la conquista de Jastinapur, dibujada por Cortinas y Duval y Gordón, con Enrique Vieytes.

Detrás de Wadel vienen otros nombres, aprendiendo en el camino y buscando las fórmulas de éste en otras publicaciones, como Aventuras, ideada por un ex-dibujante de la Editorial Columba.

En Aventuras, José Luis Salinas adapta sus autores favoritos: Salgari y Fenimore Cooper.

En 1944 nació Rico Tipo, revista que llegó a vender 350.000 ejemplares por semana, consagrando a las "chicas Divito" como el arquetipo de la belleza femenina y que tendrá en su staff a los mejores satiristas de estos años.

Tras pelearse con Dante Quinterno, el director de Patoruzito, Divito saca su propia revista con una orientación específicamente cómica. Allí sabrán aportar su ingenio Alejandro del Prado (Calé), Oscar Conti (Oski), Carlos Warnes (César Bruto) y Miguel Bavio Esquiú (Juan Mondiola) entre otros.

Cuenta la leyenda que Guillermo Divito rechazó los primeros trabajos de Quino por considerarlos deficientes, pero con el tiempo supo enmendar su error y Quino pasó finalmente a formar parte del plantel de la revista.

Pero Divito, además de ser un auténtico playboy supo dar vida a auténticos arquetipos del ciudadano argentino, aunque aparentemente más bien porteños: El doctor Merengue, Bómbolo, Fulmine, Falluteli, Pochita Morfoni, entre otros, a los que podríamos agregar Ramona y Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia de Lino Palacios.

También Afanancio debutó en Rico Tipo a principios de los ’50. Creación de Adolfo Mazzone. Junto a otros personajes parientes cercanos como Piantadino, el sobrino Capicúa o Batilio.

...Patoruzito

De Patoruzito ya hemos hablado, pero vale destacar su tarea de importante renovador de los aires de la historieta, dando lugar a verdaderos grandes de la historieta, o en todo caso, el puntapié inicial para poder avanzar hasta el punto siguiente en la escala evolutiva. Y si bien sus historietas serias hoy ya revisten de la espesa capa de polvo que la antiguedad le depara a las obras que no saben abordar el espíritu humano y se quedan estancados en su época, déjenme nombrarles por lo menos otra vez a Mangucho y Meneca, de Battaglia como una enorme obra llena de surrealismo y actualidad política que aún hoy se deja leer con el gozo de los grandes.

También aquí Alberto Breccia se desarrolla como el genial dibujante que tanto aportaría en los años siguientes a la historia de la historieta, y téngase en cuenta, son aportes grossos grossos.

Gracias a la empresa de Patoruzito el mercado se encuentra listo para el aporte de otro emprendedor.

Césare Civita

En los '40 el país se ha modificado, Perón empezó a distribuir (re-distribuir no me suena muy bien) la riqueza (porqué lo hizo es tema de otra inquisición) y la clase trabajadora tiene otras aspiraciones. En este contexto la editorial Abril, de Césare Civita, revolucionará, en pocos años, todos los kioscos.

Y las historietas podían ser un buen negocio. Al punto que Abril exporta una serie de autores italianos para que vengan a trabajar al país.

En 1947, Abril edita Salgari, en 1950, Cinemisterio y Misterix, en 1954, Rayo Rojo. En estas publicaciones aparece material de Walter Molino, Rino Albertarelli. Raffaelle Papparella, Sergio Tarquinio, Aldo Torchio, Paul Campani, Dino Battaglia y, señores de pie, Hugo Pratt. En 1951 un staff de primera está en Buenos Aires, menos Campani, el dibujante de Misterix, que se quedó en Italia.

Oesterheld y Hugo Pratt crean Ruy Kitt en 1951. Y juntos realizan para Místeríx, El Sargento Kirk, la historia de un soldado renegado que inicialmente se había pensado como historia gauchesca pero que termina recalando en el lejano oeste de los cowboys, un hombre que no acepta la brutalidad del blanco y cambia de bando. Kirk es, probablemente, el héroe más adulto del género hasta el momento. Y un índice de que algo está cambiando. Después de Kirk ya no se puede volver atrás.

Comienza la edad de oro de la Historieta Argentina.

Códex

En 1951 una editorial de manuales, la editorial Codex saca al mercado su revista Pimpinela, de aparición mensual a diferencia de sus competidoras semanales.

En 1954 Codex inaugura una nueva forma de literatura infantil con Gatito, revista en la que hace sus primeros pinitos un joven guionista, Héctor Germán Oesterheld (también, señores, de pie).

Codex saca Sabú, suplemento de Pimpinela, que tiene como héroe central al héroe del cine. La historieta la dibuja Carlos Roume sobre guiones de Wadel.

En Codex destacan, por estos tiempos, un guionista y un dibujante: Alfredo J. Grassi y Juan Zanotto. De prolífica y bastante mediocre presencia el primero, talentoso pero de segunda línea el segundo. Ojo, de segunda línea no quiere decir que desmerezca su obra, apenas que no ha llegado a las cimas que otros autores han sabido arribar.

Los años cincuenta

En los años 50 cierran algunas editoriales que han hecho punta en eso de publicar comics. Y con ellas se van muchos de los héroes importados por los Syndicates norteamericanos.

A partir de esta década, la historieta comenzará a ser de producción íntegramente local, y casi todo el peso de su evolución cae sobre los hombros de Oesterheld.

Héctor Germán Oesterheld edificó la historieta de aventuras que se llevó a cabo en la Argentina, hasta su «desaparición» en 1977. Pero pasemos antes a otro hito de las revistas argentinas.

De pie señores: Landrú

"La única restricción que existía en Tía Vicenta era no insultar, fue una redacción abierta. Muchos comenzaron a publicar allí y hacían notas escritores que no eran humoristas. Quino, Miguel Brascó, Fontanarrosa, Sábat y Bróccoli se iniciaron en Tía Vicenta. Copi me trajo su primer dibujo a los 16 años. Hasta Frondizi me envió un texto, que firmó "Juan Domingo Cangallo". Landrú

Juan Carlos Colombres adoptó el seudónimo por cuestiones políticas. En 1947 comenzó a editar su revista humorística Cascabel, en ésta se mofaba de Juan Domingo Perón (bueno, digamos que hacía caricaturas de este) y preocupado ante la fuerte censura imperante, el hijo de Lino Palacio le sugirió que utilizara un nombre ficticio diciéndole que cuando usaba barba tenía un rostro muy similar al sicópata asesino serial de mujeres francés Landrú.

Tía Vicenta pareció el 20 de agosto de 1957 y se cerró el 17 de Julio de 1966 porque a Juan Carlos Onganía (por entonces Presidente de facto) no le gustaba como Landrú lo representaba como una morsa de enormes bigotes.

Revista pionera en casi todo, utilizó el fotomontaje por primera vez en un medio, así como el humor absurdo que se estilaba en los teatros de revistas.

Landrú se inspiró en su tía Cora para hacer el personaje central: una señora mayor que cree que sabe todo y responde a cualquier tema con autoridad, pero sin tener idea de nada.

El humor de Tía Vicenta no era ni malintencionado ni sagaz ni nada de eso, apenas una mezcla de non sense e infantil que de todos modos resultaba demasiado para la época. Pasaron por sus páginas Oski, Sábat, Garycochea, Faruk, Vilar, Copi, Gila, Conrado Nalé Roxlo, Siulnas, Gius, Brascó, Quino y hasta María Elena Walsh.

Los editores de la revista querían un nombre acorde con lo que se supone una revista de humor, pero Landrú los convenció apelando a la variedad de usos que tenía la tía Vicenta: si aumentaban las páginas, podían poner de título "engordó la tía Vicenta", si salía en colores, "Tía Vicenta se pinta", pero no fue solo un argumento, de hecho, el 3 de abril de 1966 la revista pasó a llamarse Carestía Vicenta, debido a una crisis económica. El 29 de abril de 1963 cuando se rumoreaba que Perón volvería al país Tía Vicenta en el Exilio exibía una banda con la leyenda "Edición clandestina". Y en un número dedicado a los travestis de todo tipo Tío Vicente, presentaba una línea de bajada: ¡Hemos cambiado de sexo!

También a veces se disfrazaba de otras revistas, y nótese que esto y no otra cosa es lo que ha inspirado al joven Lanata allá por 1987 a fundar su irreverente ahora abandonado y oficialista diario Página 12.

Y nos estamos yendo

Y nos vemos la semana que viene en un especial sobre Héctor Germán Oesterheld que se lo merece.

Buenas noches.


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