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Reutemann y Binner lo hicieron

Por Enzo Vicentín y Miguel Espinaco

     Mucho se habló esta semana sobre las elecciones del pasado domingo en Santa Fe. Hubo, como siempre, frases para titulares - que son los que se venden al por mayor - y análisis algo más profundos que generalmente son dejados al borde de la noticia, que son los que pasan habitualmente más desapercibidos.

     Lo primero que habría que decir es que el fraude fue todo un éxito. La consumación del fraude es, justamente, esa ilusión que crea de que las cosas sucedieron realmente así, como David Copperfield, aquel showman que hacía desaparecer la Estatua de la Libertad ante la vista del sorprendido público. El engaño, en aquel caso, está al servicio de crear la ilusión de que la estatua, realmente, desaparece. Que el público sea llevado a creer eso, arrancarle un gesto de sorpresa, un largo oh de asombro, constituye el verdadero triunfo del mago, su consumación.

     En el caso de David Copperfield y de los ilusionistas de circo en general, el fraude está puesto al servicio de la diversión. Para los tramposos políticos de nuestra provincia la cosa es bien distinta, y cuando no dan bronca aburren. Así y todo, el objetivo del engaño es el mismo: hacer creer, crear la ilusión de que las cosas son verdaderamente así.

     Ilusionismo. Es nada más que ilusionismo. Nada por acá, nada por allá, dice el mago, mientras esconde la carta en la manga. Aunque en este caso habría que decir los magos, porque Binner y Reutemann, Reutemann y Binner lo hicieron. Crearon la ilusión de que estas eran elecciones en las que en realidad algo se elegía, y de ese modo uno consiguió una retirada en orden que hasta tiene olor a éxito y el otro logró el ascenso a gran jefe de la oposición. No importa que los votos sean muchos o pocos, propios o ajenos, lo importante es lo que parezca.

     Entonces, así, te hicieron creer que se trató de un evento democrático, de la decisión del pueblo, a pesar de que casi un 30% de los santafesinos ni fueron a votar y otro 15% fue a votar a nadie,

Números

  • En la provincia de Santa Fe estaban habilitados 2.234.151 personas para votar. El domingo 7 fueron 1.638.711, o sea que el 73 % fue a votar y casi 600.000 personas no fueron.
  • El porcentaje de voto en blanco anduvo entre el 15% y el 25% según el cargo. Para gobernador, fue del 14,81%, es decir 239.045 personas. Para diputados provinciales, se registró el 24,29%, casi un cuarto del total.
  • Los medios hablaron mucho de la "gran elección" del Lole. Sin embargo, en 1999 se había propuesto alcanzar el millón de votos y anduvo cerca, consiguió 925.110. Esta vez, con supersábanas y enganchado a todos los sublemas, alcanzó 774.997, o sea que perdió 150.000. Sólo en el Departamento La Capital, lo votaron 36.000 personas menos. Su porcentaje de votos real calculado sobre el padrón electoral fue del 34,69 % contra el 43,55% que había conseguido en 1999.
  • Jorge Obeid ya había sido en 1995, gobernador con el 20% de los votos. Esta vez superó su marca: al conseguir 336.227 votos se convirtió en gobernador...... con el 15%.
y te hicieron creer que Reutemann hizo una gigantesca elección, a pesar de que con supersábanas, con punteros y con publicidad y con prensa alcahueta al por mayor, consiguió que lo votara nada más que la tercera parte del padrón electoral y, a pesar de que perdió 150.000 votos en el camino de su gobierno desocupador en serie e inundador de barrios enteros (ver recuadro "Números").

     Entonces, así, te hicieron creer que Binner es el gran dirigente opositor, aunque vos sabés que gran parte de sus votantes no lo votaría ni borracho en una elección realmente democrática, y te hicieron creer que Obeid es el legítimo gobernador de Santa Fe, a pesar de que fue votado apenas por un 15% de los santafesinos en condiciones de votar.

La nostalgia de la beata por la virginidad no perdida

     El titulo corresponde a un trabajo de Waldo Ansaldi sobre el quinto centenario de América, pero la metáfora es válida para caracterizar a los opositores en Santa Fe.

     Como el fraude fue un éxito, uno encuentra por ahí a esos eternos votantes de la oposición comprando el paquete del engaño por bulto cerrado y sin mirar adentro. Ellos votaron a Binner pensando que así "se sacaban de encima al peronismo". Como Binner perdió, andan por ahí enojados y asombrados, olvidando que fue el mismo Binner el que aceptó jugar con trampa y perder con trampa, la ingeniería electoral de la ley de lemas y de la supersábana estaba armada para que pasara esto y no otra cosa, entonces ¿de qué asombrarse?

     Mientras que algunos electores hacen catarsis, la miscelánea de candidatos de la oposición entró en la archiconocida etapa de echarle culpas al otro: esta semana asistimos al lastimoso debate dentro del Partido Socialista entre los que ahora piensan que se debería haber cerrado acuerdo con el ARI y los que no se arrepienten de no haber formado alianza con el partido de Elisa Carrió.

     Los candidatos arrepentidos parecerían ser beatas que, al llegar a la vejez, se lamentan de no haber perdido aquello que se podía perder cuando era posible. Llorar hoy después de haber aceptado las reglas de un juego tramposo y de haber jugado el juego con mas intensidad que el mismo PJ, no sirve, porque ya pasó. Hubo un tiempo en esta provincia para oponerse a la super-sabana, para movilizar a parte de la sociedad en contra de la trampa, para negarse a participar de las elecciones; hubo un tiempo para ser y hacer la oposición que "la oposición" en la provincia no quiso ser y hacer para elegir sumarse al fraude.

Martillo Hammerly

     Lo que causó como mínimo sorpresa fue la cantidad de votos obtenidos por Alberto Hammerly, candidato y delfín de Carlos Reutemann. Los 250.000 votos que obtuvo rompieron con todos los pronósticos. El rendimiento de Hammerly es tal vez la máxima expresión del éxito que el fraude tuvo. Los 7 cuerpos pegados en la boleta con Reutemann a la cabeza - junto a la publicidad mostrándolos juntos - hicieron que Hammerly consiga algo impensado para un candidato sin perfil mediático. ¿Pero fue sólo eso? No, para nada. Porque si bien la figura del Lole lo ayudó, y la super-sabana también le dio una mano, lo que parece ser el afluente de su caudal de votos es el trabajo punteril. O acaso ¿se puede creer que el hecho de repartir bolsones de ropa y comida la semana anterior a las elecciones no influyó? ¿Qué los 800 pesos repartidos a barrios inundados tampoco hizo efecto? ¿Qué los punteros que trabajaban con Hammerly antes de la inundación no siguieron haciendolo? ¿No se sabía, acaso, que la cosa funcionaba así? ¿No era vox populi que los punteros trabajaban horas extras para condicionar el voto de los desamparados?

     Muchos que votaron por la oposición no hicieron mas que enojarse con los votantes que siguieron votando al peronismo, y en especial al candidato de Reutemann. Convendría no olvidarse de que - aparte de los votos del séquito de alcahuetes que ha venido viviendo de las prebendas del aparato de poder reutemanista- esos votos sólo demuestran una vez más y por si hacía falta, que en estos años de miseria e inundación Santa Fe se ha venido pareciendo cada vez más a Santiago del Estero, a esos feudos clientelísticos que se manejan a fuerza de colchones y de cajas de comida.

Y la estatua sigue ahí

     Claro, es cierto. El fraude institucional está cumplido. Ahí tienen ya sus cargos y sus bancas para seguir representando a los que realmente representan, a los que te joden la vida para seguir armando los negocios y negociados de los que vive el capital, para seguir jugando desde sus nuevas posiciones al juego que más saben, el del engaño y la impostura, el de los pases de manos para distraerte mientras te roban la cartera.

     Pero nosotros podemos empezar por algo: por no creerles. Igual que con los trucos de David Copperfield, mirar convencidos de que el engaño puede estar muy bien armado pero la estatua de la libertad sigue ahí, así como sigue ahí la necesidad de enfrentarlos. Y hubiera sido igual si Binner hubiera ganado. Ya desde su gris campaña electoral no prometía que nada, absolutamente nada, fuera a ser distinto.

     Estas instituciones, esta democracia de engaña pichanga, estos políticos que no nos representan, este circo de ilusiones en el que nos venden un buzón por día, esta expropiación de la política consumada por un grupo de bandidos es lo que no sirve y es, lo que más tarde o más temprano, tendremos que cambiar.

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