El Mango del Hacha

Los pantalones de Boudou

por Miguel Espinaco

“Si pudiera hacernos salir del default, habré hecho algo por este país", le dijo Cristina Fernández a la agencia de noticias Bloomberg en abril de este año. Eso incluía, claro, el arreglo con los bonistas privados, pero también el acuerdo con el esquivo Club de París y el trago amargo de sus exigencias para refinanciar: el visto bueno del Fondo Monetario Internacional.

Ya había habido en 2008 un intento de pagar con reservas esa deuda, pero el estallido de la crisis internacional hizo pasar todo al olvido.  Ahora, el 15 de noviembre los diarios traducían a letras de molde las palabras de la presidente: “el Club de París aceptó negociar sin la intervención del FMI".

Sin embargo, no habían pasado diez días y el anuncio del ministro de Economía, Amado Boudou, de que técnicos del FMI asesorarían al Indec para diseñar el índice de precios actualizando “los marcos metodológicos", venía a contradecir tanto optimismo.

Hay quienes explican que la decisión de aceptar la misión del FMI para evaluar al INDEC “fue fruto de una presión y amenaza concreta de Washington”, que chantajeó con hacer público un “paper” interno que “criticaba a la Argentina porque hace cuatro años que se rehúsa a tener una revisión del FMI” (Cuando todos los caminos llevan al Fondo Monetario - Clarín  26/11/2010), pero la decisión bien pudo ser previa y tener una razón económica, ya que sin el Fondo, el Club de París querrá la cancelación en un año y eso podría no ser buena idea en un año electoral.

El desembarco

Lo cierto es que viene el FMI en diciembre, y que la cabecera de playa es el Indec, mejor dicho las estadísticas que emite el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos que ahora pasarán a ser trabajadas junto con el repudiado Fondo Monetario.

Ya de por sí, esto deja bastante claro que las negociaciones con el Club de París no fueron tan como contó la presidente Cristina Fernández, que dio a entender en su discurso que los acreedores se habían allanado mansamente a las condiciones argentinas de negociar a pesar de que nuestro país rechazaba el monitoreo del FMI.  Ahora aparece ese monitoreo por la ventana, obviamente disimulado por el ministro de Economía Amado Boudou, que aseguró que sólo se trata de una “asistencia técnica”.

El asunto dejó todo tan a la vista que el ministro tuvo que exagerar sus dichos para tratar de ocultar lo indisimulable: “la Argentina no se bajó los pantalones” dijo, pero ni así logra evitar que parezca más cierto lo que escribe Jorge Altamira, que opina que “con la aceptación de la 'ayuda' del FMI al IndeK para elaborar los nuevos índices, el gobierno K capitula ante la exigencia fundamental del Club de París, de pasar por un control de auditoría del Fondo antes de firmar un acuerdo para el pago escalonado de la deuda argentina” (Qué sapo, amigos K – Prensa Obrera 25/11/10). O lo que escribe Pino Solanas, que también recuerda que "una de las condiciones de sentarse en el G 20 y de abrir la negociación con el Club de París es que Argentina tenga alguna forma de monitoreo del Fondo Monetario" (“El Gobierno viene disimulando su acercamiento al Fondo” – Clarín 25/11/10").

Asistencia técnica I

Pero antes de esta aparición del Fondo, ya bastante antes, se había convocado a las universidades para que analicen los métodos de medición del Indec.

El jueves pasado, después de varias dilaciones, el Ministro recibió a los delegados universitarios que se mostraron bastante molestos porque el informe – dijeron -  estaba terminado desde septiembre y no fueron convocados hasta ahora, justo ahora, cuando el informe parece sobrar, porque ya el gobierno decidió pedir el auxilio del Fondo.

El Ministro de Economía Amado Boudou le explicó a Página/12, que la demora en recibir el trabajo se debió “a cuestiones de agenda y a los viajes realizados en las últimas semanas”, pero si el informe estaba listo en setiembre, la excusa, en verdad,  resulta muy poco creíble.

El documento que prepararon las universidades fue colgado en internet, parece que también como un símbolo del enojo universitario porque el ministro no lo quería hacer público: "Boudou no dio razones claras que justifiquen ni la demora ni la decisión de no publicar el informe", indicaron fuentes universitarias al diario La Nación.

“Como es de público conocimiento – empieza diciendo el largo informe - desde hace algunos años la credibilidad de las estadísticas producidas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ha sido puesta en cuestión por amplios sectores de la sociedad. Esta situación llevó al gobierno nacional a crear, en el mes de julio de 2009, un Consejo Académico de Evaluación y Seguimiento (CAES) del INDEC.” (Informe técnico de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con relación a la situación del Indec – Julio 2010).

Dicen esto, y enseguida se quejan de que les retaceaban la información desde el instituto estadístico y que recién en marzo de este año, y ante los pedidos reiterados del CAES,  las autoridades del Instituto entregaron información relevante que pudo ser evaluada.

El documento se extiende sobre estos problemas y deja constancia de cómo iban siendo comunicados a la sociedad.  Recuerda por ejemplo, que en una nota del rector de la UBA en setiembre de 2009, se criticaba el progresivo desplazamiento de personal del Instituto, que incluyó a muchos docentes e investigadores de la propia Universidad, señalando que ambas cuestiones eran de estado público, e incluso judicial.  En ese momento proponían “un esfuerzo de recuperación del INDEC, orientado a asegurar la autonomía de su conducción y la calidad de sus productos, que debía comenzar de manera inmediata”.

El documento se extiende en análisis comparativos, trabajando por ejemplo con series de índices de otros organismos estadísticos, por ejemplo provinciales, con los que el índice mantenía cierta congruencia hasta el 2007 y después ya no. Al respecto señala que “lógicamente, no debiera esperarse que el comportamiento, período a período, de las diferentes series sea idéntico porque las canastas de consumo sobre las cuales éstas están estimadas son distintas. Pero, en ningún caso, la diferencia de canastas puede explicar, sin más, signos definidos y sistemáticos de los desvíos y, en particular, la acumulación de diferencias de varias decenas de puntos de variación en pocos años”. En la barra de la derecha (gráfico 1) hemos copiado uno de los gráficos que ilustra esta comparación.

Realiza también comparativas con las series de crecimiento del salario nominal, y observa que “los salarios nominales crecieron muy por encima de la evolución del IPC informado por el INDEC, sin que ni trabajadores ni empresarios parezcan juzgar que se trató de un agudo incremento en el poder de compra de las remuneraciones”  y se detiene en la observación de lo que considera un comportamiento “anómalo”, ya que “luego de una breve desaceleración durante 2005, el salario real computado con la información oficial habría estado expandiéndose en forma ininterrumpida a un ritmo de alrededor de 10% anual, sin verse influido por los impactos macroeconómicos que generaron un considerable freno al nivel de actividad entre el segundo trimestre de 2008 e igual período de 2009”(ver gráfico 5 del informe), situación que resulta bien extraña, ya que es sabido que “no se observan experiencias de crecimiento importante de los salarios reales en las fases cíclicas de baja del nivel de actividad”.

El informe universitario, considera también la relación de la medición de precios al consumidor con otras variables también medidas por el Indec y concluye que “el propio índice de precios mayoristas del INDEC ha aumentado desde 2007 en forma bastante más intensa que el IPC. La conjunción de grandes aumentos salariales y mayores costos de los bienes puestos en venta, con precios que hubieran evolucionado según el IPC, debería haber dado lugar a fuertes dificultades en el funcionamiento de actividades de comercio minorista que no resultan de ninguna manera observables en la práctica”.

¿Asistencia técnica II?

Digamos nomás, para no abundar, que con todos estos elementos los técnicos universitarios concluyen que no es posible considerar al IPC elaborado por el INDEC como una medida fiable del nivel agregado de los precios del consumo, ni como un indicador adecuado para emplear como deflactor a efectos de estimar variables como el tipo real de cambio o el salario real o los niveles de pobreza. O sea, dicho en criollo, que el índice no sirve.

Después aclaran,  que la magnitud de las discrepancias es demasiado grande y que entonces es mucho más que un problema de método de cálculo, por lo que centran su atención en el marco institucional de producción de aquellas estadísticas. O sea, el problema es la independencia técnica del Indec, o mejor dicho, la carencia de independencia técnica del Indec.

Las propuestas entonces, apuntan más que nada a la solución de esta problemática institucional que se marca desde las universidades: concursos, dirección colegiada, comisión bicameral de control, cosas así.

Cuando hablan de auxilios técnicos para lo que ellos llaman conformación del Plan Estratégico, proponen utilizar un documento del Departamento de Estadística del Fondo Monetario Internacional, pero ni se les ocurre pedirles que den una mano.  A la hora de proponer a quién requerir asistencia y cooperación, mencionan genéricamente a “agencias nacionales de reconocida competencia” y a organismos supranacionales de reconocida competencia en la materia, entre los que mencionan allí a Eurostat y a CEPAL.

El documento preparado por las Universidades está ahora ahí y recién fue recibido por el Ministro de Economía, que promete que va “a hacer un seminario interno para desgranar con las universidades los distintos aspectos a considerar”.

Si uno se deja llevar por las excusas del Ministro, resulta poco comprensible entonces, el hecho de que antes de leer si estas propuestas sirven o no, se haya decidido velozmente por solicitar otra “asistencia técnica”, ahora del Fondo Monetario Internacional.

Contradicción notoria, razón de más para mal pensar, para sospechar que la decisión tiene mucho menos que ver con las cuestiones atinentes al cálculo del índice de precios al consumidor, que con los pantalones bajos que el Ministro Boudou quiere disimular.


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