Villano invitado por Miguel Espinaco Apenas pasó un mes y piquito del episodio Bin Laden en Abbotabad, Pakistán, y suenan todavía los ecos que van transformando la noticia en historia. O en leyenda, como más te guste. Por estos días – por ejemplo - el parlamento paquistaní arma una “comisión independiente" para investigar el ataque en el que murió Bin Laden, y para tomar "las medidas necesarias para impedir que este tipo de incidentes se repitan". Por estos días, la Sony Pictures anuncia que ya tiene, que ya compró los derechos de una película sobre la cacería, y adelanta que estará en los cines, ya en el cercano 2012. Por estos días, la cantante Miley Cyrus busca despegar su canción Party in América, de los festejos necrófilos por la muerte de Obama en You Tube, asegurando “que nunca ha sido de su interés hablar de política”. Antes – durante los días que pasaron - se había hablado mucho sobre si el barbudo Laden fue o no muerto por los yanquis en Pakistán. Entre los te muestro y no te muestro la foto, entre tantas explicaciones contradictorias y poco convincentes y encima, con el rápido anuncio del descarte del cadáver, que hubiera resultado la prueba más fehaciente, las dudas quedan y las afirmaciones y las sospechas son candidatas a flotar por siempre en el brumoso territorio de las conspiraciones. La verdad es que las certezas sobre la muerte o no del señor barbudo no es definitivamente relevante en lo que refiere a esta nota. Dejemos anotado sí, que todas las variantes son posibles, que el tipo puede ya haber sido matado hace mucho o puede ser que nunca o puede ser que ahora, pero que lo que está bien claro es que el contenido central del asunto versa mucho más alrededor de lo publicitario, de lo simbólico, que de los hechos puros y duros. Más allá de la bronca que da que estos tipos se arroguen el derecho de realizar crímenes selectivos a lo largo de todo el planeta y de que - al contrario de la suerte que sufren otros terroristas - estos sean felicitados por los gobiernos del mundo, la verdad es que el resultado político, más que el de una muerte, parece haber sido el de una resurrección. Para peor este resultado no parece haber surgido de un error de cálculo. Después de que pasaron unos días de la sorpresa inicial, habrá que convencerse de que el objetivo de Obama fue justamente ese, el de resucitar a Bin Laden, un tipo que ya había perdido potencia de miedo, poder de crear pánico para justificar las tropelías del imperio. Los muertos vivos El mecanismo no es nuevo. Cuando comenzó la rebelión en Egipto, la prensa mundial sobredimensionó la presencia de los Hermanos Musulmanes y deslizó que se trataba de fanáticos. La razón es obvia: para poder ponerse del lado del bien y de la cordura, es necesario diseñar un enemigo con un ajustado ropaje de mal y de locura. Así como los Hermanos Musulmanes no resultaron al final tan relevantes en el movimiento egipcio, habrá que aceptar que el poder real de fuego militar y político de Al Qaeda, tampoco era noticia central en el escenario mundial. BBC Mundo, cita a Fernando Reinares, investigador principal de terrorismo internacional del Real Instituto Elcano de Madrid, quien afirma que “el núcleo central de al-Qaeda en este momento no dispondría de más de mil militantes propios. Al-Qaeda en la Península Arábiga no tiene más que "unos centenares" de miembros y lo mismo puede decirse de al-Qaeda en el Magreb Islámico” y que la organización “ha visto muy aminoradas sus infraestructuras terroristas desde que se reubicó en las zonas tribales al noroeste de Pakistán y ha ido progresivamente perdiendo apoyo popular en los países con sociedades mayoritariamente musulmanas, aunque continúe siendo entre sustancial y notable en algunos de ellos". Jean-Pierre Filiu, un investigador sobre terrorismo islámico reporteado por el diario Público de España, quien tiene una visión compresiva de la política de Obama contra Al Quaeda, arranca su análisis reconociendo que “ya durante la primavera árabe la organización ha ido perdiendo toda su fuerza, porque no ha podido aprovecharse de las caídas de Ben Alí y Mubarak.”("Al Qaeda ha perdido su fuerza durante las revueltas árabes"). Santiago Alba Rico toma como base el mismo hecho, afirmando que “una de las grandes sorpresas que habían deparado los levantamientos populares en el mundo árabe es que habían dejado momentáneamente fuera de juego a todas las fuerzas islamistas y muy especialmente, claro, a la más sospechosa y extremista, Al-Qaida, marca comercial de oscuro contenido largamente instrumentalizada para sostener dictadores” y deriva directamente de ello el affaire Laden, afirmando que justamente por ello lo hicieron reaparecer, “no vivo y amenazador, sino en toda la gloria de un martirio aplazado, estudiado, cuidadosamente escenificado, un poco inverosímil” (“Matar a Bin Laden, resucitar a Al-Qaida”). La conclusión que se sostiene en esta nota deja de parecer exagerada cuando uno lee los diarios: “Cautela” escribe el Diario El País de España a dos días de la noticia, porque vuelve el temor de que los seguidores de Laden hagan tronar el escarmiento. “Esa posibilidad – dicen - ha desatado la alerta mundial y ha llevado a los Gobiernos de EE UU y de Europa a reforzar la seguridad tanto de sus embajadas como de sus tropas en el extranjero y a pedir a sus ciudadanos, especialmente a los que se encuentran en el exterior, que extremen la prudencia” (“La muerte de Bin Laden desata la alerta mundial” – Diario el país 3/5). El propio gobierno norteamericano, que arranca poniendo en boca de Obama la frase “el mundo siente alivio”, se ocupa de multiplicar rápidamente el miedo previendo “ataques violentos en todo el mundo tras la muerte de Bin Laden”. (EE UU alerta de ataques violentos en todo el mundo tras la muerte de Bin Laden - Diario El Día 2/5). Parece paradójico, es cierto, pero da la impresión de que la noticia de la muerte lo volvió a traer al mundo de los vivos vestido de amenaza de venganzas, rayos, truenos terror y bombas. La noticia de la muerte parece haberle preparado una resurrección a la medida de las necesidades del Imperio. La vuelta a los diarios Es interesante darse una vuelta por la vida del terrorista estrella y por la de su organización en los diarios, observar las menciones obtenidas a cada momento de su derrotero por la virtualidad de la llamada “opinión pública mundial”. Si los resultados del anunciado asesinato son, antes que nada, de carácter simbólico, habrá que reconocer que un cómputo numérico de apariciones en las noticias, reflejará más que nada el éxito de la operación. Es posible que realizar esa verificación ahora resulte un poco limitado y también un poco apresurado, porque la resurrección noticiosa podría apagarse rápidamente. Sin embargo vale la pena observarlo, aunque más no sea para ir revisando en el futuro inmediato si esta política de renacimiento se mantiene viva o, si por el contrario, el gobierno norteamericano decide enterrar en el pasado la “amenaza terrorista” y con ello, la justificación de su guerra de alcance mundial. El declive informativo de Osama Bin Laden puede verificarse revisando las veces que fue mencionado este señor – por ejemplo - por el Diario La Nación de la Argentina. Digamos que si uno hace esa verificación, encontrará que durante el primer año después de las torres gemelas, la palabra Laden aparecía casi en cinco noticias diarias, los siguientes años se mantuvo apareciendo una vez por día, número igualmente importante. En el año 2006, el nombre del terrorista más buscado aparecía mencionado por La Nación una vez cada dos días, mientras que el último año anterior a su muerte, sus menciones habían descendido a apenas a siete por mes. Como era de esperar, la noticia venida de Pakistán lo llevó de nuevo al estrellato y este último mes, apareció en los diarios un promedio de seis veces por día. Pero la reaparición no se limitó al muerto, sino que alcanzó a su organización, Al Qaeda, que era mencionada más de cien veces por mes a fines de 2001, había perdido terreno apareciendo unas veintiséis veces por mes en 2010 y pasó al frente arrimándose a las doscientas veces en el período de supuesta post mortem de su líder. Por ahora la muerte de Laden ha resultado en la resurrección del “villano invitado” que – como aquel Batman de la serie de televisión - el Imperio necesita para mostrarse a sí mismo como superhéroe. Habrá que ver si las marcas Laden y Qaeda siguen siendo usadas por el gobierno norteamericano como cucos para justificar sus intervenciones armadas o si terminan siendo reemplazadas por otras más eficientes para seguir armando el libreto de ese drama de muerte y bombas que acostumbran a actuar en todo el mundo, en defensa – claro - de sus omnipresentes negocios. |
|