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50 a 1

Por Enzo Vicentín

     Es muy común escuchar y leer en boca de muchos que todo está en decadencia permanente y progresiva. "Todo tiempo pasado fue mejor" es la frase recurrente, y aunque no esté de acuerdo con esa valoración de la realidad en muchos aspectos, a veces demuestra ser cierta. Esta semana se publicaron datos del INDEC sobre la distribución del ingreso en Argentina durante el 2003. Esto es, para simplificar, a qué bolsillos o cuentas de banco va a parar toda la plata que se produce en este país. Y resulta ser que la conclusión del estudio fue contundente: en el 2003 se registró la más desigual distribución del ingreso en los últimos 30 años. Mientras el 10 % de la población argentina más rica se lleva el 45 % del ingreso, el 10 % más pobre se lleva 50 veces menos (los datos corresponden al área de Capital y el Gran Buenos Aires, en donde vive aproximadamente un tercio de la población argentina, lo cual no es un dato menor). En 1974, cuando se midió por primera vez esta variable, la diferencia entre el 10 % más pobre y el 10 más rico era de 12 veces; hoy como se dijo, es de 50 veces. ¿Sorprendente? ¿Llamativo? ¿Previsible?

     Es verdad que la economía de hoy no es la misma que la de la convertibilidad. Con la economía post - devaluación ha aumentado el peso de las empresas exportadoras y sustituidoras de importaciones en desmedro de otras que amasaban grandes ganancias con el 1 a 1. Pero esa transferencia entre sectores empresarios, que está ocurriendo actualmente, no implicó para nada un cambio en la tendencia de la distribución del ingreso entre las clases sociales. Al contrario, la "nueva economía" de Kirchner profundizó la distancia entre ricos y pobres.

Comparaciones

    Luego de que se publicaran los datos del INDEC sobre la desigualdad social en Argentina, el pasado domingo se publicó en la misma línea la situación de nuestro país con respecto a los demás países latinoamericanos. La comparación se realizó a través de un coeficiente llamado "Gini" que se mueve entre valores de 0 y 1 según sea más o menos equitativa la distribución del ingreso. Cuando más se acerca a 1, más desigual es la distribución. Además, cuando el Gini supera el valor 0.4 se está en presencia de marcadas diferencias en la distribución del ingreso; cuando se supera el 0.6 se habla de una inequidad muy grave.

    El estudió arrojó que mientras el Gini de Argentina en 1974 era de 0.35, hoy es de 0.48. Aunque sigue lejos de Brasil, que tiene un coeficiente de 0.60, Argentina ha sido el país en donde más ha crecido la brecha entre ricos y pobres en los últimos 30 años. El ritmo de concentración del ingreso en pocas manos ha sido único en Latinoamérica.

Suficientes medidas ha tomado este gobierno nacional para mostrarnos que su política económica no defiende ningún otro modelo que el dominante en el país hace 30 años. Lo que en los '90 se llevaban las privatizadas y las empresas de servicios ahora se lo llevan los exportadores y los que reemplazan importaciones. ¿Y el nuevo modelo económico adonde está?

     Allá por Octubre de 2001 la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) junto a otras organizaciones, levantó a través de una millonaria colecta de firmas la consigna de una mejor redistribución del ingreso, esto es mejorar el nivel de vida de los trabajadores para revertir la tendencia a la concentración del ingreso en el 10 % más rico de la población. A las vistas de la política económica de Lavagna y Prat Gay (presidente del Banco Central) y de los datos publicados por el INDEC es más que obvio que una mejor redistribución del ingreso sigue teniendo vigencia como reclamo a levantar por el progresismo nacional. Sin embargo, en la actualidad son contadas con los dedos de una mano las veces en que esta consigna vuelve a sonar en bocas de algunos dirigentes que en su momento impulsaron la consulta del FRENAPO. En Mayo pasado en un acto de la CTA y otras organizaciones afines en Plaza de Mayo, convocado para pedirle al actual gobierno nacional una redistribución del ingreso, el dirigente de la FTV (Federación Tierra y Vivienda) Luís D'Elía sostenía que "no estamos solamente frente a un Gobierno mejor que los anteriores, sino que se trata de un Gobierno cualitativamente diferente…Es mucho lo que falta hacer y son muchas las fuerzas que se oponen a las cosas que se hagan. Los que se oponen son los que saquearon nuestras riquezas y sumieron en la pobreza a la mitad de nuestros compatriotas. Por eso el camino para profundizar el rumbo actual es distribuir el ingreso y acabar con la pobreza". Víctor De Gennaro (secretario general de CTA a nivel nacional), en su discurso ese mismo día, dijo que los ejes de la lucha eran "distribución del ingreso, autonomía nacional y democracia para construir poder. Y para construir poder hay dos opciones, o se subordinan al poder de los que mandan y dirigen o construimos un poder propio. Porque son ellos o nosotros. Ellos aprietan a través de Krueger, de los grupos financieros y los grupos concentrados del poder y vienen por más. Nosotros, el pueblo, necesitamos resolver con protagonismo y participación la construcción de una fuerza social y política nueva capaz de garantizar el cambio en nuestra realidad". Si esa discutible polarización (que por ejemplo no se fija en que los empresarios de Kirchner son argentinos pero explotan igual que los de afuera; o que no repara en que el pueblo no existe como unidad, salvo en el plano electoral), digo, si esta discutible polarización que plantea De Gennaro fuera valida para analizar la realidad, entonces este gobierno de Kirchner ha dado gran cantidad de elementos para concluir que gobierna para "ellos".

     La compleja realidad muestra a veces lo simple que son las cosas: en Argentina no hubo cambio de modelo económico, y no hay cambio en la tendencia que la distribución del ingreso nacional tiene desde hace 30 años. Sigue el hambre, la desocupación, la indigencia, sigue la teoría del derrame aggiornada, siguen los cuentos de siempre. Por lógica, no se puede defender a este gobierno si por lo que se lucha es una distribución del ingreso más justa. Que el progresismo que levanta esta bandera escuche al ministro Aníbal Fernández cuando dijo que "no están dadas la condiciones que garanticen que se vuelva al status quo del gobierno de Juan Perón (el primer gobierno), en dónde la relación entre el que más tenía y el que menos tenía era de 7 a 1 cuando ahora es de 40 a 1". Actualizamos esta cifra, ministro: 50 a 1. "Quienes salgan a decir que están en condiciones de distribuir mejor la riqueza estarían mintiendo como un perro", remató en su momento el ministro Fernández. Lo que le faltó decir es que ellos pudieron distribuir peor el ingreso en su primer año de gobierno.

     Entonces, es obvio que el planteo del regreso al país capitalista de Perón es como mínimo anacrónico. No hay Estado capitalista periférico que hoy pueda encarar políticas sociales, no hay espacio para un regreso del liquidado Estado de bienestar en esta economía internacional. Los sueños del capitalismo son eso, sueños. No hay posibilidad de una mejor distribución del ingreso con este gobierno que continua el modelo de los '90 gobernando para los capitalistas que buscan ganar más y más plata. Esos capitalistas (el 10 o el 20 % más rico) se han quedado progresivamente en los últimos 30 años con más y cada vez más del producto del trabajo de todos los sectores pobres y medios. Y desde el campo popular los defensores del "capitalismo más humano" que sostenían la necesidad de una mejor distribución del ingreso en beneficio de los más pobres hoy sostienen al gobierno que sostiene este orden de distribución del ingreso. Qué diferencia, ¿no? Digo, 50 a 1.



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