Militarización y criminalización de la pobreza en los discursos de la inseguridad por Federico Coutaz MARCO TEÓRICO-METODOLÓGICO El estudio de la relación lenguaje/sociedad, es decir de cómo funciona el lenguaje en sociedad (de su 'uso') resulta de interés para distintas perspectivas teóricas que abordan el análisis de los textos (1) dentro del contexto socio-cultural en que son producidos, lo cual supone tener en cuenta la importancia de la función social del lenguaje. La dificultad para la construcción de un marco teórico-metodológico reside en que estas diferentes perspectivas lingüísticas de orientación social, discrepan tanto en los enfoques de sus postulados teóricos como en las herramientas seleccionadas para el análisis. A pesar de esto, en el intento de trascender algunas discrepancias y potencializar teorizaciones particulares realizadas en el campo de la pragmática-lingüística, pretendemos, en el presente trabajo, operacionalizar algunas conceptualizaciones (de las teorías que se encuadran dentro) de este campo disciplinar. Para esto nos situaremos dentro del paradigma de la Pragmática. Y como partimos de la consideración de que toda estrategia analítica manifiesta, en la adopción de un método particular, los supuestos que el analista posee sobre el lenguaje y la sociedad, tomaremos (como se ha dicho) los lineamientos que se establecen desde la escuela de Frankfurt para lo que se denomina Análisis Crítico del Discurso (a partir de aquí, ACD). La opción se funda en la creencia de que los aportes del ACD son muy valiosos para el análisis que se pretende realizar en este trabajo, si se considera, principalmente, la indagación por parte de sus distintos teóricos acerca del modo en que las ideologías actúan las elecciones que realizan los hablantes al producir sus enunciados en las interacciones comunicativas. Esta vertiente teórica entiende al lenguaje en relación dialéctica con la sociedad, concepción que supone que todo discurso está determinado socialmente en su estructura, y que a su vez, contribuye en la reproducción o en el cambio de las estructuras sociales. Y en tanto la estructura de todo discurso soporta relaciones sociales, ubica al sujeto en una posición dentro de ellas, colaborando de este modo en la construcción de su identidad social. El ALCD considera que los fenómenos sociales son excesivamente complejos para ser abordados desde un único campo disciplinar. Es por eso que en ocasiones aplican e interactúan con modelos tomados de otras disciplinas, tales como la sociología, la psicología, el derecho. El discurso es una forma de acción social, que está determinada por valores y normas sociales, por convenciones (como ideologías naturalizadas) y prácticas sociales, y siempre delimitado e influido por las estructuras de poder y los procesos históricos. Desde esta vertiente teórica, Norman Fairclough, distingue para la investigación tres etapas:
Algunas Categorizaciones Teóricas Explicaremos, en este apartado, aquellas categorizaciones teóricas que consideramos necesarias para pensar las distintas problemáticas a tratar en el desarrollo de nuestro trabajo. La primera categoría a tener en cuenta es la de discurso. Para ello consideraremos, siguiendo a Fairclough, que el lenguaje está centralmente involucrado con el poder y las luchas por el poder, y esto se vincula con sus propiedades ideológicas, lo que implica:
Aquí se sostiene que no existe una relación de exterioridad "entre" el lenguaje y la sociedad, sino una relación interna y dialéctica. El lenguaje es parte de la sociedad, los fenómenos lingüísticos son fenómenos sociales: cuando las personas hablan, escuchan, escriben o leen, lo hacen de maneras que están socialmente determinadas y, a su vez, estas prácticas tienen efectos sociales. Por otra parte, los fenómenos sociales son lingüísticos, en el sentido de que la actividad lingüística que se lleva a cabo en contextos sociales no es sólo un reflejo o expresión de los procesos y las prácticas sociales, sino que es una parte de esos procesos y esas prácticas. La relación entre lenguaje y discurso, desde esta perspectiva, considera al discurso en tres dimensiones:
El término texto, entonces, se emplea de manera amplia, tanto para referirse a los textos escritos como hablados (Halliday, 1978). En cambio, el término discurso se refiere al proceso total de la interacción social de la que el texto es sólo una parte. Este proceso incluye, además del texto, el estudio de la condiciones de posibilidad de los textos. Esto implica una tarea interpretativa orientada a la descripción, interpretación y explicación de los textos en el preciso sentido que Fairclough otorga a estas nociones. Es decir, el uso que los hablantes/escritores hacen del lenguaje en situaciones históricas concretas y particulares se llama discurso. Esto, con la "doble dependencia" que tiene: es socio-cultural y es cognitivo-social, por cuanto los hablantes, en la interacción verbal, intercambian intenciones comunicativas y porque esas intenciones dependen de las representaciones cognitivas que los hablantes poseen. De esta manera, el análisis del texto es sólo una parte del análisis del discurso, que también incluye el análisis de las condiciones de posibilidad de los textos. Fairclough propone, específicamente, considerar al discurso como una forma de práctica social. Lo que, teniendo en cuenta lo antedicho, implica:
Así, el discurso es conformado y restringido por la estructura social; a la vez que el discurso constituye lo social. Esta perspectiva dialéctica evita, por su parte, que se exagere el condicionamiento o la determinación del discurso por las estructuras discursivas (códigos, convenciones y normas) y por las estructuras no discursivas. Otra categoría es la de ideología. La ideología es el conjunto de representaciones sociales que los grupos elaboran respecto de cosas y eventos del mundo natural y social, que se manifiestan en prácticas verbales y no verbales que se "naturalizan" como verdades acerca de dichas cosas y eventos. Para Fairclough (1989), la ideología es el mecanismo clave para gobernar persuasivamente por consentimiento, y el discurso, como se ha dicho, por ser el vehículo favorito de la ideología, es de considerable significación social en esta conexión. La ideología es, entonces, más efectiva cuando su hacer es menos visible. La invisibilidad se logra cuando las ideologías en el discurso aparecen no como elementos explícitos del texto, sino como presuposición de fondo que lleva al productor del texto a "textualizar" el mundo de un modo particular y al intérprete a interpretar el texto de manera similar. Los textos posicionan al intérprete a través de sus indicadores de modo, quedando la interpretación de los textos impregnada de ideología que reproduce en el proceso. Cuanto más mecánico es el funcionamiento de una presuposición ideológica, menos probabilidades existen de que se convierta en foco de conciencia, lo que significa su reproducción efectiva al recurrirse a ella en el discurso. Las ideologías provienen de las diferentes posiciones, experiencias e intereses entre los grupos sociales que participan de la relación (y del conflicto ideológico) en términos de poder. Para Fairclough, el poder determina cosas como el significado de las palabras o las normas lingüísticas y comunicativas legítimas, correctas o apropiadas. Esto es un importante aspecto del poder social e ideológico y, por tanto, un foco de lucha ideológica. Por último, utilizaremos la categoría de representaciones sociales que Vasilachis de Gialdino (1997) define como "construcciones simbólicas individuales y/o colectivas a las que los sujetos apelan o las que crean para interpretar el mundo, para reflexionar sobre su propia situación y la de los demás y para determinar el alcance y la posibilidad de su acción histórica" (3). Esto es: patrones y modelos interpretativos, categorías, esquemas conceptuales, definiciones, jerarquizaciones, estereotipos, que median entre los actores sociales y la realidad y que se le ofrecen como recurso para poder interpretarla, para referirse a ella y para orientar el sentido de su acción social." Opiná sobre este tema |
(1) Entendemos los textos como procesos dinámicos que tienen lugar en un tiempo particular, más que como productos acabados con una estructura estática. (2) Cuando hablamos de instituciones sociales nos referimos a las convenciones comunicativas que organizan las relaciones sociales, a partir de las cuales se ejerce poder y se actúa en general. La familia es una institución, lo es el trabajo y la escuela, y todo tipo de relaciones sociales convencionalizadas que actúan como marco de nuestras acciones. (3) VASILACHIS DE GIALDINO, Irene: Discurso político y prensa escrita.; Editorial Gedisa, Barcelona, 1997.; pág. 268 |