Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado.

El hombre como concepto de supervivencia capítulo 6.

I

Llegó a la hora que la costumbre del momento le indicaba llegar, se sentó, llamó a la camarera y pidió un Néstor, mientras esperaba escaneó el entorno que estaba formado por una marea de gente de características zoológicas. Para un ojo entrenado fue fácil divisarla, estaba rodeada de pibes sin consistencia, rebosantes de testosterona, ella miraba a su vez con sus ojos rasgados. Se buscaron porque ansiaban encontrarse y terminaron en la casa de uno de ellos, la de él. Ella que era oriental no hablaba español y casi no hablaba japonés, esas características combinadas con la belleza y la piel multiplicaron el deseo y la delicia de ambos contendientes.

Ella se fue temprano pero antes de irse fue al baño, cuando volvió al cuarto se puso a hojear un libro de Juan Goitisolo "Para vivir aquí", adentro encontró ciento cincuenta dólares, los agarró y se fue. Antes llamó un taxi, derramó el cenicero en el piso y con la ceniza escribió algo en japonés que el nunca vio porque lo primero que buscó fue la guita que no estaba.


II

Llegó a la hora que quiso llegar, se sentó y pidió un Mariquita Sánchez de Thompson, oteó el panorama y entre el gentío la divisó, ella también, lo esperó hasta que vino y cuando vino se fue con él, terminaron en un telo barato. Él se fue antes, pagó con plata de ella, también se llevó la 22 que la coreana tenía en su cartera.

Jua pidió a Lai Chu: "Maestro: ahora que estoy por morir quiero que usted me conteste con realidad y verdad una cosa." "Sí Jua: lo que quieras." "Deseo saber si las muchachas son importantes. Si realmente yo perdí mucho." Lai vaciló durante medio segundo. Luego mintió: "No. Ellas, en verdad, no son importantes". "Espero que no me mienta". "Yo nunca te mentiría, Jua. Tu lo sabes." "Si, pero… ¿y entonces porque todos se afanan tanto por las chicas?" "Porque al principio uno se cree que el sexo es importante. Después la filosofía se encarga de mostrarte cómo son verdaderamente las cosas." "¡Ah! Bueno… si es así… me quedo tranquilo…" "En verdad bien puedes quedarte en paz." "Si, maestro."

Alberto Laiseca, del libro "La mujer en la muralla" de 1990. Jua era eunuco.


III

A la hora de costumbre el discípulo preparó el desayuno y despertó a su maestro que justo la noche anterior había tomado abundante vino de las cuatro estaciones y tenía una resaca de antología, el discípulo estaba nervioso y volcó un poco de té en la sábana roja, una de las concubinas lo increpó duramente en chino, traducido mal y pronto el insulto tiene su equivalente en castellano en la palabra pelotudo y fue así, el discípulo ese día fue un pelotudo y tuvo la oportunidad de aprender algo porque el maestro después habló de aquel episodio, le dijo que todo aquello había sido una escena creada por otros, una especie de déja vú literario que se repetía eternamente en el que él como discípulo por ahora tenía un papel secundario pero fundamental para el transcurso de la historia. El discípulo no quedó muy convencido porque era muy joven y no conocía mujer, además estaba cansado de ver desfilar concubinas por el cuarto del maestro y decidió que su destino de pavote no le cuadraba, entonces se fue.

Al tiempo conoció una chica y se casó en seguida, terminó metiéndole los cuernos con un traficante de letrinas.

No conforme con esta frustrante experiencia pidió plata prestada y se compró una esclava que se escapó a las dos semanas con otro esclavo manco.

Después de eso se hizo adicto a las drogas duras, acabó preso y mujer de convictos bien dotados. Cuando salió fue soldado hasta que lo hirieron de muerte en una escaramuza.

Agonizando recordó a su maestro y entendió que no había aprendido nada.




Por eso es que la igualdad no me cabe, a mi me gusta que me agasajen, porque hay hombres que no tienen drama, una habla de feminismo con tanta verticalidad, y se equivoca de plano porque no se debe creer que se crece hacia arriba se crece a lo ancho, gorda. El porvenir está ahí adelante y hacia allá voy porque yo hago fajas con monedas y estoy tapadísima de trabajo, los otros días vi una nena que bailaba y se le caían las monedas porque no estaban bien agarradas, pobre, se ve que la madre mucho las pilas no se ponía. Yo trato de invitar a los que son más o menos copados y pueden entender lo que hacemos, vos si vas, vas como invitada, pagás seis pesos, sino te sale diez.

Yo hago manualidades en las casas, vivo cerca del sirio líbano, Libanés, si, eso, al lado. Yo tengo un amigo judío que viene cada dos meses y se instala en la casa de la tía y vende giladas que trae de allá y después se vuelve con la moneda.

Hoy me acordé de todo, no se si soy clara, digo que lo había recordado todo, todo lo que viví y fue un flash que está lejos de ser ese rollo que se les pasa a los que están por pasar del otro lado, más o menos lo que le pasó al hijo de Michael Jackson cuando el negro limado casi lo tira del balcón y tuvo la visión de una vida prestada porque no había vivido casi nada pero después por un extraño mecanismo que tienen los pibes chiquitos se olvidó inmediatamente. Pero igual las cosas quedan todas en la mochila y más tarde o más temprano asoman el hocico y te hacen cosquillas con los bigotes que te dan ganas de estornudar y lo hago y se me desprende el corpiño y no tengo forma de atarlo de vuelta porque parece que se rompió la tirita y que hago ahora, se me van a caer las tetas, me cago en la ley de gravedad. En cualquier momento me agarra la loca y me pongo siliconas y no uso sostenes nunca más. A mí las toallitas higiénicas me producen como una alergia y ando con toda la chucha irritada que ni puedo hacer uso pero hago uso igual y después me arde pero no me importa porque a la vida hay que entrarle como le entró Shaquira a Sanz.

Libertad a Seguro


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Serán vueltas de revés
las manos ofrecidas
esas palmas hacia arriba
amenazantes
esas huestes solidarias
dispuestas a llevarse por delante
tu dolor
van a cansarse
finalmente
descansarán
sobre otras rodillas
o darán vuelta
otras páginas
y no apretarán
nada que no quiera
ser apretado
no habrá mejillas rojas
ni sacudidas ni palmadas
ni enérgicas frotaciones
ni pulgares hacia arriba
no habrá a plausos
las manos volverán
a las ocupaciones de siempre
serán amantes
constructoras
serán firmes
y aprenderán
otra vez
a descansar
posándose
unas sobre otras
como antes
como siempre.



Al borde
siempre
al filo
un paso en falso
de alpargata
de cáñamo
y a la mierda
la nariz
la elegancia
y el charme
de tanto pantalón
brilloso
barro y carmín
de reggae maceta
con flor
de cirio
de a peso
no temas
el piso está ahí
en el suelo
como siempre
más a bajo
no se puede.



No es que siempre
tenga las uñas sucias
lo que pasa es que me rasco
mucho
y el pucho
y la grasa
y el fútbol
y la madre
que andan buscando
cuando se encuentran
con una
y el muy pelotudo
se saca la cera
del oído
con el dedo meñique
y pone una cara…
y después quiere un hijo
y después quiere más
y cuando está saciado
te dice que le faltaba sal.

Delfina Contreras

La Bestia
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