Breves de sábado (15/07/06)

¿Y por casa?

por Miguel Espinaco

Esta semana, lo habrás visto en los diarios, reaparecieron las movilizaciones contra la llamada inseguridad y volvió Blumberg al escenario y reaparecieron también las críticas al garantismo y la cantinela de que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra.

Nadie, claro, muestra estadísticas. Todo se reduce a poner mucha sangre en la pantalla de tu televisor y muchos adjetivos en las tapas de los diarios.

Dónde sí hay mucha sangre, realmente mucha, es en Medio Oriente.

La excusa esta vez fue el secuestro de un soldado israelí en la franja de Gaza, pero podría haber sido cualquier otra. Las necesidades estratégicas del estado nazi israelí son las que marcan el temario, después alguna excusa siempre se encuentra.

Hace un tiempo ya, en ocasión del publicitado retiro de los colonos en la franja de Gaza, escribí en la revista del Mango del Hacha que Sharon estaba tomando carrera para volver al ataque. No fue Sharon al final sino sus sucesores los que aprovecharon el envión.

Primero fue el ahogo financiero. El estado israelí, que recauda los impuestos en territorio propio y ajeno, dejó de remesar lo que vendría a ser la coparticipación con la que se financia el aparato estatal palestino. El detonante de la medida fue que los palestinos habían elegido un gobierno que a Israel no le gustaba y entonces, el gobierno israelí no hizo caso de las tibias protestas de la llamada comunidad internacional y se dedicó a demostrar que la democracia con la que se llenan la boca a cada rato, termina cuando el voto popular no vota lo que ellos quieren que se vote.

Hubo entonces un secuestro de un soldado. Cuestión de palabras, claro. Los miles de palestinos en cárceles israelíes son presos, este es un secuestrado para que suene más feo. La cosa es que las tropas entraron en Gaza sin pedir permiso y en la primera semana de ocupación ya habían disparado 1.200 misiles y bombas. Como los misiles son más efectivos que las armas de la resistencia, la mayor cantidad de muertos las pusieron - como siempre - los palestinos. El ejercito de Israel, no se privó ni siquiera de detener a los ministros del gobierno palestino.

Después, un enfrentamiento de tropas israelíes y de milicianos del Herzbolá en un territorio que el Líbano reclama como propio, resultó en que otros dos soldados israelíes resultaron prisioneros y eso sirvió de pretexto para atacar al Líbano.

Mientras tanto, la famosa comunidad internacional bien gracias. Eso sí, algunas declaraciones; el Consejo de Derechos Humanos de la ONU deliberó el 5 y 6 de julio en Ginebra y aprobó una resolución pidiendo a Israel "que ponga fin a sus operaciones militares en los Territorios Ocupados" y llamó la atención "sobre los efectos que la actual ofensiva puede tener sobre la situación humanitaria del pueblo palestino". Ya se sabe, fronteras cerradas, terror militar de las fuerzas de ocupación que matan a cualquiera por cualquier cosa que camina, hospitales que se quedan sin medicamentos. El Consejo de Seguridad, siempre tan listo a condenar cuando de rebeliones de pobres se trata, ni dijo una palabra. Estados Unidos lo bloqueó rápidamente con su poder de veto.

Pero veamos por casa ¿cómo andamos por casa? La cancillería argentina se limitó a pedir el cese de acciones unilaterales a unos y otros, como si se tratara de una contienda entre iguales. Uno lee eso y se pregunta si es posible que Kirchner y sus ministros, tan acostumbrados a hablar de derechos humanos, no noten los transparentes paralelos entre las acciones de Videla y su dictadura en Argentina y las acciones del ejército israelí, que fabrica campos de concentración a mansalva y que encima ni siquiera disimula, que hasta tiene legalizada la tortura.

Deben ser, claro, los famosos alineamientos. Está bien, ya se que ahora no hay más relaciones carnales, pero parece que donde hubo fuego cenizas quedan, y entonces lo mismo andamos a los besos. Si no, no se entiende por qué el gobierno argentino no ha creado todavía una embajada o un consulado en Palestina, lo que tendría un efecto simbólico importante, ni por qué al presidente Kirchner no se le ha ocurrido todavía condenar públicamente el operativo invasor israelí y criticar a Israel por haberlo mantenido a pesar de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.


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