Breves de sábado (21/10/06) La democracia del perro por Miguel Espinaco Ya se cumplió un mes y acá estamos, con el pescado sin vender diría mi viejo, que acostumbra a usar dichos que ya se escuchan casi nada. Se ven muchas fotos de López y se ven muchas noticias de nuevas amenazas, pero se leen pocas informaciones de las pesquisas que, suponemos, tendrían que estar llevándose adelante para llegar a la verdad. Nilda Eloy, miembro de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y una de las principales referentes de la Multisectorial de La Plata, decía por estos días que "ya no caben dudas de que se trata de un secuestro", pero también expresaba sospechas sobre que el gobierno y los medios estarían tratando de "hacer desaparecer la noticia". "Sabemos de un comunicado, donde se adjudican la ejecución de Jorge, que fue reenviado a algunos medios como Página 12, Clarín y Télam y al ministerio del Interior. Sin embargo, no salió nada en ningún lado", dice Nilda, y se sorprende de que en otro momento, si alguien se adjudica un secuestro, en seguida se lo difunde, aunque sea como una versión. Y también cuenta de llamados telefónicos avisando de su muerte que se habrían recibido hace casi un mes y que recién ahora, se sabe, podrían provenir del Servicio Penitenciario y del Comando del Ejército. Obviamente, todos estos retrasos la hacen concluir con todo derecho que "no hay voluntad política para ir hasta el final con la investigación". El punto de vista es interesante, especialmente porque la ubicación política mayoritaria de los organismos de derechos humanos y de los sectores que se han movilizado por la aparición con vida de Jorge López, ha sido cuando menos confusa. Y no me refiero solamente al caso extremo de Hebe de Bonafini, que ha llegado a sembrar dudas sobre la víctima, se trata de un problema bastante generalizado. Sucede que el presidente Kirchner y el gobernador Solá han salido a ubicarse como dos víctimas más de lo que está sucediendo, como gente del montón afectada por el secuestro de López. Lo hacen, claro, para dibujar la fábula oficial que muchos sectores han comprado sin beneficio de inventario: este gobierno ha impulsado los juicios y acá está la respuesta de la derecha contra las condenas. Pero se trata una verdad a medias o sea que, hablando en términos algebraicos, se trata también de una media mentira. Kirchner y Solá son dos de los más importantes funcionarios de la democracia capitalista argentina y en el capitalismo unos tienen mucho y otros nada. El que tiene mucho, supongamos una fastuosa casa quinta rodeada de villas miseria, casi siempre se compra un perro, su aparato de represión, digamos, para evitar incómodos reclamos de justicia distributiva. Tener un perro malo tiene sus bemoles, ya se sabe, porque a veces el perro se pone loco y no te reconoce y se la agarra con alguno de la familia. Es un riesgo, pero el tipo lo mismo prefiere correr ese riesgo y no matar al perro. Algo parecido le pasó a Alfonsín en su semana santa, aquella vez el alzado Rico no le ganó la pulseada porque fuera más valiente sino porque Alfonsín, si quería ganar, tenía que matar al perro. Y no quería. Muchos organismos de derechos humanos han aceptado el cuentito oficial y eso los ha llevado a no ubicar claramente la exigencia al gobierno como un punto central de la lucha. No habría que olvidar, por ejemplo, que a días del secuestro nos enteramos que en la bonaerense todavía hay gente implicada con la represión, y eso no es poca cosa. Esa omisión los ha llevado por ejemplo a aceptar que la consigna central de la movilización del miércoles en Santa Fe fuera la defensa de la democracia, olvidando que no se trata de la defensa de cualquier democracia, se trata de la defensa de la democracia que se banca al perro. Entonces, claro, preguntas que ponen blanco sobre negro toda esta confusión ¿Qué hacía yo o cualquier luchador por los derechos humanos en la misma movilización con la vicegobernadora Bielsa?, ¿o con Rosúa, el dueño del perro que mató a Lepratti? ¿Podemos exigir juntos que se desmonte el aparato represivo? ¿no será que nosotros tendríamos que exigírselo a ellos? No hay vuelta que darle. No es lo mismo cualquier ciudadano común atemorizado por la ola de amenazas que los ciudadanos Kirchner, Solá, Obeid y la lista podría seguir. El perro es de ellos, nosotros deberíamos exigir en defensa propia. Ellos, ellos son los que deberían tomar las decisión de terminar con el perro. Opiná sobre este tema |
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