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Marx Attacks

Por Miguel Espinaco

     Antes se hablaba nada más que en la mesa de café o por teléfono o mientras se tomaba un mate en la oficina. Las palabras iban y venían y el viento casi siempre se las llevaba. La contracara de ese diálogo informal era la carta bien formal y bien cortés, de mi mayor consideración y todo eso, o bien la pieza literaria masticada hasta el hartazgo antes de que oliera el olor de la tinta de imprenta. Después inventaron el email.

     El email vendría a ser algo así como el reality show del debate. A la velocidad del teclado de la computadora y del botón enviar mensaje se le escapan las veleidades y los formulismos, pero al mismo tiempo es reacio a la exagerada espontaneidad porque no es tan fragil como el yo dije vos dijiste, queda ahí escrito aunque no sea más que en la pantalla de la computadora, queda verdaderamente dicho.

     Todo este rollo viene a cuento de un email que me envió un amigo que trataba de pensar cómo se mastica este asunto del gobierno tildado de izquierdista, cómo se entiende lo que está sucediendo hoy en esta Argentina que no deja de sorprender a propios y a extraños. Textualmente, mi amigo me escribía: "Cómo es posible que semejantes referentes, los mismos que hundieron al país en el caos institucional y material, sean los que de golpe renuncien a la asociación ilícita que los contuvo y les dio razón de ser, a sus factuosas riquezas indeclaradas y evadidas, a sus inmunidades e impunidades y que, si todo fuese poco, se diga de tal proceder que es de izquierda, que el gobierno está siendo copado por los zurditos, mientras sigue cooptado por las mafias que hace más de cuarenta años sellaron la Omertá", me escribía textualmente mi amigo, porque esa es otra de las ventajas del email: te lo puedo contar así, sin fe de erratas..

Titanes en el ring

     La pregunta no resulta poca cosa, cómo es posible, cómo puede ser que los mismos todos que se tenían que ir sean parte hoy de esta polémica en la cual los Julio Ramos y los Grondona hablan de gobierno marxista, qué es lo que realmente está pasando?

     La primera tentación es la de ver las cosas recordando Titanes en el Ring, aquel viejo programa de lucha libre en el que se armaban terribles peleas con piquetes de ojos incluido, en las que parecía que se mataban, pero en las que en verdad cada cual seguía su guión y los golpes eran golpes de mentirita. La metáfora puede resultar atractiva pero no alcanza, porque la pelea existe. Hay de verdad una fuerte pelea entre sectores de poder que tienen diferentes ideas sobre como seguir haciendo funcionar esta máquina de vivir del trabajo ajeno llamada capitalismo.

     La caida de Nazareno, el actual embate contra Moliné O´Connor, el descabezamiento de la cúpula policial y la negativa a ajustar las tarifas de las privatizadas, no pueden considerarse peleas que se dan en un escenario de utilería ni con golpes simulados. La reacción casi histérica de los voceros del bloque de poder que fuera el nervio del menemismo, demuestra que hay intereses de verdad afectados.

     Habría que remontarse algunos años atrás para encontrar la punta del hilo de esta historia. Durante el menemismo, los sectores patronales que dirigían la batuta estaban fuertemente unidos alrededor de la necesidad de aplicar el plan neoliberal, nadie desafinaba en el coro que cantaba loas a los objetivos de achicar y modernizar el estado y de entrar por la llamativa puerta del primer mundo. Los bancos, los empresarios de todo tamaño, las multinacionales, y un ejército de brokers, políticos, operadores, asesores y aprovechadores de todo color y medida, cerraban filas y se llenaban los bolsillos a expensas de la baja del salario global conseguida con la desocupación masiva. En esa férrea unidad de los dominadores se produjo una gigantesca ruptura, fundamentalmente a partir de 1995 y del efecto Tequila, con el que empezó a quedar claro que el botín pirateado al pueblo que trabaja, no les iba a alcanzar a todos.

Barajar y dar de nuevo

     El armado del poder menemista, continuado a los tumbos por De la Rua, obedecía los dictados de las privatizadas y de los bancos que se beneficiaban con el dólar barato y a los reclamos de los acreedores externos capitaneados por el FMI. Los que quedaban afuera del reparto comenzaron a patear el tablero y el resultado ha sido este "país en serio" que pregona el Presidente Kirchner que puede leerse como un barajar y dar de nuevo de los sectores patronales que viven de tu laburo.

     No puede negarse que hay otra verdad de peso para estas veleidades izquierdistas que ponen los pelos de punta a los sectores más reaccionarios. El gobierno de Kirchner se mueve en el terreno pantanoso de un pueblo que ha hecho la experiencia de voltear gobiernos y eso lo obliga a intentar rearmar cierta insitucionalidad que contenga la pelea social, que sirva de dique para que no se vuelva a desbordar. Con una justicia desembozadamente dependiente, con una policía que da más miedo que los delincuentes, con una impunidad que transgrede hasta los más tímidos tratados del derecho burgués y que ha convertido al país en un aguantadero para criminales como Astiz, es imposible

Un barrio de paz

      La metáfora puede haber sido casual, pero en boca de quien la dijo resulta toda una definición.

      Cuando el tipo lo dijo se refería a América. Y dijo un barrio, y dijo tiene. Bush dijo "América tiene que ser un barrio de paz".

      Nuestro patagónico marxista, nuestro muchacho de este barrio del sur de la aldea global yanqui, salió lo mismo eufórico de la reunión. El tipo del centro le había palmeado el hombro y le había aconsejado que negocie con el Fondo hasta la última moneda. Se habían hecho bromas como dos tipos de mundo y habían disimulado cuidadosamente que uno era el presidente de las víctimas y el otro el presidente de los dueños, entre otras cosas, del mismísimo Fondo Monetario. Disimularon bien excepto en lo del barrio, un desliz metafórico que de última casi ni se nota.

      El supuesto izquierdismo de nuestro gobierno no le alcanzó para que, por lo menos, evitara el mal trago de coincidir en "la necesidad de luchar contra el terrorismo internacional", justo justo con el jefe de los terroristas.

hacer creer a nadie que estas instituciones nos amparan a todos por igual, que se trata de los poderes que nos representan y toda esa cantinela que repiten hasta el hartazgo. Sin embargo, hasta esta lavada de cara de las instituciones de esta democracia de pacotilla, puede verse con el lente de esta puja entre sectores de poder.

     La ofensiva contra la mayoría automática, sin ir más lejos, es el desguace de un poder judicial que ha defendido siempre los negocios de las privatizadas y de los bancos, es la ofensiva contra el poder que les cuidaba los negocios seguros, mientras que la purga en la policía bonaerense es el desmonte de ciertas relaciones que rozan el mundo del punterismo juntavotos y de la génesis de cierto "empresariado" que goza de una tasa de ganancia privilegiada en virtud de su ilegalidad.

Una pelea entre ellos

     En el terreno de la economía es donde más claramente se ve que esta pelea es una pelea entre ellos, y que el pueblo trabajador haría muy bien en mantener su independencia política de los sectores en pugna. La devaluación ha producido sin duda una merma en los gigantescos ingresos de las privatizadas, las erogaciones para pagar deuda han sido reducidas después del default forzoso, ¿a dónde está yendo toda esa plata?

     Los trabajadores, lejos de mejorar la participación en el reparto de la torta, hemos sufrido una nueva baja salarial real muy fuerte merced a los aumentos de los precios durante el último año y medio. La famosa redistribución de los ingresos que prometía el meneado modelo alternativo, ha quedado como una promesa para algún futuro como siempre indeterminado. Entonces de nuevo ¿a dónde va toda esa plata?

     No hay que buscar mucho para encontrar adonde quedó la diferencia: parte va indudablemente en los bolsillos de los exportadores que han visto abruptamente mejorados su precios de venta. La devaluación del dólar que recortó aún más salarios y planes cobrados por trabajadores y desocupados y que achicó las gigantescas ganancias de las empresas de servicios privatizadas, funcionó para los exportadores que liquidan divisas como un aumento sideral de sus precios de venta y para el Banco Central, como un mecanismo para juntar plata en sus arcas con vista a retomar los pagos de la deuda en el 2004. Por otra parte, no pocos empresarios se han visto beneficiados por una incipiente sustitución de importaciones, o aguardan frotándose las manos los contratos de obra pública que promete el gobierno. Arcor, Massuh, Aluar, Techint, son nombres que aparecen cerca del gobierno, son algunos de los nuevos beneficiarios del modelo kirchnerista.

     Para los trabajadores no hay nada, apenas el blanqueo de un aumento que ya había sido dado y que ni siquiera había alcanzado para empatar en la desigual carrera contra los precios.

     En este paradójico gobierno de "izquierda", hasta el famoso seguro de empleo y formación de 380 pesos para los desocupados que la centroizquierda vernácula había instalado en la agenda a fines del 2001, parece haber sido enterrado en el arcón de los recuerdos.

Postdata

     Cosas así le respondí a mi amigo por email y el volvió a escribirme para precisar algunas opiniones y para anotar nuevos argumentos y, entre todo lo escrito, dejó al pasar una frase de Julio Cortazar que creo que sirve como resumen por aquello que decía de que es una pelea entre ellos, una frase que resume muy bien el hecho de que el pueblo que labura tendrá que seguir buscando, entre tanto ruido, su propio camino.

     "Si no nos salvamos nosotros, no nos salvamos más" escribió mi amigo que Cortázar dijo una vez, hace ya bastante tiempo.

     Pero sigue siendo verdad.


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