¬ Página Anterior | Ir a la Portada | Página Siguiente ® |
Escuelas Especiales: la situación en Santa Fe Por Daniela Pierotti Detrás de las rejas La Escuela Especial 2104 de "irregulares sociales" funciona en las instalaciones mismas de la Unidad Penitenciaria de "Las Flores", es una escuela carcelaria, que da clases a los pabellones juveniles de la cárcel. Ediliciamente está montada en el interior de la cárcel misma. Uno llega por la avenida Blas Parera y bien al norte de la ciudad, casi donde termina, o donde empieza, al 8800 toma un desvío que es la callecita de entrada, recorre esos 100 metros y puede ver, desde el portón de rejas, adelante, la garita del guardia de la unidad penitenciaria, y más allá, donde empieza el edificio, unos 50 metros hacia adentro, una puerta verde de hierro, sin carteles ni inscripciones, al lado otro guardia y detrás de la primera pared, detrás de algunos recovecos y patiecitos y alguna puerta más, la escuela, que desde afuera no se ve. El edificio se dibuja fácilmente, hay cinco sectores internos: la dirección, el taller de carpintería, el de cocina, el gimnasio, el aula principal. Hacia el frente una cancha de fútbol y a uno de los costados la huerta. La escuela está ubicada entre el pabellón A y el B de jóvenes, de menores. Los chicos que ingresan entran al Pabellón A, al B son trasladados cuando mejoran su conducta, en el B están los más disciplinados. El Pabellón A asiste a clases por la mañana y el B por la tarde. Los cursos tienen como máximo 5 alumnos. Esto es por reglamento de este tipo de escuelas, reglamento del que la actual directora de la escuela, Mónica Fredes, me muestra un ejemplar marrón más que amarillento, un ejemplar envejecido pero muy cuidado, porque no se ha vuelto a editar desde su creación, y tampoco se ha actualizado, ni revisado. Mónica me cuenta una historia repetida. "La escuela empezó a funcionar en el año 92. No estaba acá, estaba allá atrás, era una habitación y en el medio había una mesa. En esa época yo no estaba de directora estaba Liliana. La escuela no era esto, estas paredes se fueron levantando con los años, con todos los chicos, los que fueron ingresando y los que fueron egresando. Con la mano de la gente que nos ayudó, con el personal de la Escuela Penitenciaria de la Provincia que funciona acá al lado, con los que ayudaro; la FAE por ejemplo, nos hizo los pisos". Por casualidad interrumpe este momento de la charla el teléfono y una voz que pasa un presupuesto para adquirir sillas y bancos para la escuela y que la escuela no puede afrontar "por ahora" y capaz que más adelante, si se les da nuevamente la oportunidad tampoco tenga posibilidad de afrontar el gasto. Con un dejo de resignación, que no deja de mostrar una expresión amarga, Mónica sigue el relato después de una pausa y cuenta que "además en esa época la escuela era diferente no sólo porque no era esto (refiriéndose al edificio), sino porque también el grupo de chicos era distinto, cambiaron las causas de los chicos, ahora hay más homicidios, antes había más robos...". Ella y las demás docentes conocen bien porqué sus alumnos ingresaron, no porque ellos cuenten sus historias, sino porque cuentan con un informe detallado de cada uno al ingresar, ya que el ingreso depende de los jueces. A principio y final de cada año los docentes elevan un informe al juzgado que entiende la causa de cada chico, además de realizar evaluaciones internas que quedan entre los docentes. Se trabaja por ciclos, primero y segundo de EGB especial, con una capacidad de 20 alumnos en total. Como la escuela es de categoría 3 no cuenta con personal administrativo, es decir, no hay secretarias ni tesoreros, no hay porteros, hay sí una directora que tiene que salir temprano a hacer los trámites administrativos que haya que hacer y llegar a horario a su institución, hay una psicopedagoga, no más, no un equipo psicopedagógico, hay maestras de jornada completa, un profesor de educación física, una maestra de actividades prácticas y había un profesor de música que dejó de estar porque las autoridades concluyeron que no hacía falta en ese lugar... es decir, que muera la expresión, aunque es más que conocido el éxito que tienen los talleres de expresión en la disminución de la violencia juvenil como herramienta de canalización de frustraciones, conflictos, impulsos violentos y demás, pero justamente aquí se consideró innecesario canalizar todas esas emociones nocivas que se agravan con el paso del tiempo de encierro y censura. Especial entre especiales Por todo, desde su lugar de funcionamiento hasta la readaptación del curriculum previamente adaptado para escuelas especiales. Es fácil imaginarse el porqué y sus aristas. La actividad de los docentes requiere muchísima paciencia y requiere también de una sensibilidad particular para apreciar los detalles, los pequeños logros, los pasos que van dando los chicos. A veces una mejora en el modo de hablar, un gesto hacia sus compañeros, un indicio mínimo, que tal vez pasaría desapercibido en circunstancias menos complejas, en una escuela común por ejemplo, a veces eso, constituye un parámetro importante, significativo que mide el resultado del esfuerzo del aporte de todo el equipo docente. En la entrega anterior, decíamos que la función específica de la escuela diferencial a la que nos referíamos, la 2008 de chicos con problemas mentales, era la de darles las posibilidades y herramientas para que llegaran a la escuela de formación laboral y así seguir adquiriéndolas para lograr la inserción socio-laboral de los alumnos. La situación en esta escuela es menos prometedora, aunque el esfuerzo sea quizá mucho mayor. "El problema es que acá la situación es otra, cambia, porque una vez que el chico se va, una vez que el chico egresa, lo perdemos". No existen pasantías externas o algún tipo de canalización de las habilidades que adquirieron en la escuela, entonces los chicos tienen alta probabilidad de volver a delinquir, si consideramos que son marginados sociales, y que la mayoría tiene prohibido volver a su lugar de origen, es decir que sí o sí necesitan hacerse de un nuevo espacio social, laboral, de un nuevo contexto y aunque estén habilitados para egresar, eso no significa que hayan superado limitaciones graves, como es por ejemplo, la adicción a drogas. La mayoría son adictos. Y eso hace que cada inicio de clases, al principio de cada jornada, la maestra sondee los estados de ánimo y tenga que hablar con el guardia que traslada a todo el grupo hasta la escuela y que le diga "este chico hoy no está en condiciones de trabajar en la carpintería, de estar en clases..." y se los acompaña nuevamente al pabellón. Hay dos circunstancias claves: el día después de la visita, los lunes, están muy deprimidos, y el día que reciben los paquetes, los jueves, en el que generalmente consumen droga. En esos días no se puede obtener el mayor rendimiento en las clases y de hecho algunos tienen que volver al pabellón. Con los chicos se trabaja como si fuera por tramo, se trata de que aprovechen al máximo el tiempo que estén ahí, para que la impronta de la escuela quede, les quede. Los docentes no pueden seguirlos después de que egresan, al menos que vuelvan, entonces, se aseguran de que algo les quede. En los comentarios esa intención resalta sobre las otras, ese deseo de "haberles dejado algo", y ese deseo o esa fe en que algo les dejan es lo que toman para aferrarse a una especie de gratificación, que es más que merecida, y es la que les queda, porque realmente no existe otra desde ningún sector, ni reconocimiento por parte del estado, de sus ministerios, ni de las demás escuelas, porque, repito, la marginación es palpable en este lugar, y los prejuicios externos contribuyen a que la escuela esté sola. La población de la escuela no es fija, es decir no es permanente y además es heterogénea, los chicos que la conforman son de distintas ciudades, como Santa Fe, Rosario, Reconquista, hay chicos que son derivados de Córdoba, con realidades completamente diferentes y, la diferencia principal se da porque hay chicos que no están alfabetizados y otros que sí y que tienen que acceder a un nivel más complejo, adaptado, y a la vez la escuela tiene que contener a todos. La unidad diagnóstica se encarga de ese análisis, es decir la psicopedagoga: "... Justamente ahora tengo que hacer el diagnóstico de uno de los chicos ingresantes, que tiene un cuarto grado. Entonces vamos a sondear qué nivel de conocimiento tiene para poder ayudar a las maestras para la ubicación en el nivel del ciclo. Se las ayuda no solamente desde el gabinete, desde el servicio psicopedagógico, sino también se van siguiendo los cuadernos, la conducta de los chicos en el recreo, la adaptación que tienen, hay chicos que pasan del pabellón A al B y por ahí les cuesta porque tienen que estar con otro grupo, entonces se los va ayudando. Acá yo estoy sola, no hay equipo psicopedagógico...". Los rótulos Decir "escuela de irregulares sociales" como decir "escuela de aminorados mentales" cuesta, cuesta porque es como dar un veredicto irrevocable. Decir escuela especial también. Es que los términos se crean en un sistema que fabrica palabras pero que las fabrica para nombrar conceptos o para enmarcarlos generalmente de forma errónea. La carga que la sociedad impone sobre los que entran en esos conceptos tiene directa relación con los términos. Le apuesto a que si usted va a una función del Coro Polifónico en el Teatro Municipal y se sienta en una butaca contigua a un grupo de adolescentes acompañados por una docente, un grupo de adolescentes que viste más o menos igual que cualquier adolescente, que tienen el corte de cabello que se usa entre los muchachos de esa edad, que se concentran y hacen silencio durante el espectáculo y demuestran en sus rostros que lo están disfrutando plenamente, como usted señora o señor que se sentó en la butaca contigua justo de ese muchacho del grupo que saca de su bolsillo un pañuelo porque se congestiona como la mayoría de los muchachos con estos fríos de invierno; le apuesto, decía, que usted llegaría a hacerle un comentario de admiración a quien estuviera a su lado, a quien lo haya acompañado, un comentario como "mirá que bien esos chicos, cómo se comportan, qué serios..." Sucedería así, a menos que alguno de ellos tuviera una impresión en la chaqueta que dijera "ESCUELA DE IRREGULARES SOCIALES 2104". Supongasé que usted alcanza a leer esa inscripción cuando está por sentarse justo en la butaca contigua, imagínese que sucede eso y enseguida concluye que ese que está junto a usted, casi, es un irregular social, y quizá no alcance a entender bien si ese término está relacionado con crimen, con enfermedad transmisible o congénita, pero sí lo relaciona automáticamente con la palabra precaución, más que con precaución con la palabra peligro, y disimuladamente, como si se le hubiera perdido algo, como si estuviera buscando algo, se levanta, se corre de a poco y se sienta exactamente en la otra punta, lejos y cuando se está sentando se vuelve y mira con desconfianza y casi grita cuando ve al muchacho metiendo la mano en su bolsillo porque bien podría estar sacando un arma en vez de su pañuelo. Pero respire, relájese, que eso no podrá suceder porque los chicos de esta escuela no tienen permitido estar en actividades comunes fuera de la escuela. Sí algunos salen los fines de semana y vuelven a ingresar los lunes. Así que preste atención la próxima vez que vaya al teatro y compare a ver si nota alguna diferencia, algún rasgo característico que le muestre quien es quien. Si es que le importa. "Acá no hacemos, no existe diferenciación de conducta. Los chicos son personas y son alumnos. No importan las causas. Si empezamos a discriminar desde acá a los chicos, qué les puede esperar afuera..." Mariela y Gabriela son docentes jóvenes y se manejan en la escuela como peces en el agua. Y una, haciéndose voz en la otra, dice: "Para todas fue un desafío esta escuela, nosotras, la mayoría hicimos toda nuestra residencia y empezamos como maestras de escuelas especiales donde están los más chiquitos. Cuando vinimos acá también fue toda una adaptación, hasta de nuestras familias, que a veces tienen miedo de la escuela. Entonces es un desafío. Pero bueno, uno vino y había gente trabajando acá y después algunos sabían que no es lo que les gustaría estar haciendo, han dejado la escuela, pero bueno para mí es, como se dice, que uno tiene que construir un lugar en el mundo del trabajo, y para mí es éste. La mayoría de nosotras nos sentimos así, el grupo humano que se formó en la escuela y la gente que había que también es parte de ese grupo es muy positiva, es gente muy solidaria, siempre estamos unidos en la escuela. Cuando se tiene que hacer algo para la escuela estamos todos siempre colaborando y teniendo en cuenta que somos un grupo para la escuela y por eso trabajamos. Y todo lo que se pueda hacer desde acá lo hacemos. Aunque está medio limitado el trabajo. Uno piensa qué bueno sería llevarlos a los chicos, sacarlos de acá, pero bueno, tratamos de hacer las cosas y que a ellos les pueda gustar acá en la escuela y cosas que se pueden hacer con chicos de afuera como son los torneos, a veces se hacen...". No le pidas peras al olmo, pídele muchas peras El trabajo en la escuela está orientado a lograr el respeto entre los chicos y desde ellos hacia los demás. Por eso es la primera ley tratarlos con respeto. Los chicos quieren a la escuela. Ellos dicen mucho, aunque hablan poco, uno de los cinco chicos del turno mañana cuenta: "Nos sentimos bien acá, jugamos a la pelota. La queremos a la escuela, además salimos un rato así. El pabellón es chico y no nos podemos estirar ni nada. Acá cocinamos y todo, tenemos panadería... Nos vienen a visitar los domingos y ayer tuvimos visita también (fue feriado, 9 de julio)... Algo sabíamos cocinar, pero acá aprendemos más. Con las maestras nos llevamos bien, hay una linda relación". Se hace hincapié, constantemente, en el trabajo en todo lo que sea valores e integración a la sociedad. En el 2000 se comenzó a trabajar en un Proyecto de Integración. Como de la escuela no pueden salir, se trató de implementar jornadas de integración dentro del predio. Como este proyecto fue aprobado, se logró convocar a una jornada completa, se logró que participaran otras escuelas especiales y se compartieron juegos deportivos, y la misma cerró con coro y banda y baile y todo. "Es un orgullo para nosotras que se junten todos y que no pase nada", y también generó cierta ansiedad ya que si algún inconveniente hubiera sucedido nunca más se hubiera logrado que asistieran las otras escuelas. Fue muy positivo para los chicos. También para los mayores, "que son los que realmente tienen prejuicios y son los que tenían que autorizar o no que se llevara a cabo la jornada, menos mal que accedieron". Este proyecto sigue en marcha y se harán nuevas convocatorias. Otro proyecto, el de Panificación, funcionaba en el mismo edificio. El pretérito imperfecto puede ser reversible, pero sucede que la entrega de insumos para seguir con el proyecto se interrumpió cuando empezó el tema de la catástrofe hídrica, que se vuelve cada vez más catastrófica considerando las consecuencias en todos los niveles que tuvo y tiene, sin ir más lejos, ésta. "Era tan importante, los chicos nos preguntan cuándo vamos a tener Panificación, y no podemos dar una respuesta porque no tenemos para los insumos y ese proyecto quedó ahí. Este proyecto empezó después de las vacaciones, no duró mucho, fue un proyecto tan intenso. Además habíamos conseguido una persona que estaba muy bien capacitada, a pesar de que nunca había dado clases, enseguida se pudo integrar a la escuela, a la población de esta escuela, e ir manejando los tiempos con los chicos". Funcionan también los talleres de carpintería, cocina, actividades prácticas y huerta. La finalidad es el autoabastecimiento, por ejemplo, por medio del taller de carpintería, aprenden a fabricarse elementos para las celdas: portarretratos, perchas, jaboneras, repisas, alhajeros. También se está trabajando en informática, pero con muy pocos recursos, una sola PC que se comparte, se da informática como apoyo a la actividad académica. Se trabaja mucho sobre hábitos y conducta. Se dictan clases de ética y formación ciudadana. La actividad de la escuela es un constante doble esfuerzo por contener a los alumnos y sostenerse, tratando de sobrevivir y conseguir recursos a partir de lo que ella misma genera. "Yo tengo 20 horas de actividades prácticas, cumplo 12 en la escuela Falucho y 8 acá. Yo soy docente común, yo no tenía conocimiento de escuelas especiales y que me mandaran acá para mí fue un desastre. Sin embargo vine acá y todo bien. Soy maestra de actividades prácticas. Con los chicos me las arreglé de a poco, aparte tengo mucha ayuda de las chicas, pero re-bien acá, porque los chicos son educados, no te faltan el respeto, son chicos grandes", cuenta Marta, a cargo del taller de cocina. Gracias a su actividad allí, donde los chicos aprenden a fabricar pan casero, pan dulce, tortas, pizzas, etc., se realizó una venta de tortas y pastas y con lo recolectado se hicieron algunas refacciones y arreglos en el edificio. Los que están participando del proyecto de cocina que dicta Marta tienen entre 15 y 18 años. Se trabaja mucho en hábitos de higiene, además son los alumnos los que se encargan de la limpieza de la escuela. Se trabaja en hábitos de trabajo. Participan periódicamente de charlas que dicta la Cruz Roja sobre temas de salud, sobre prevención en distintas enfermedades, como prevención de enfermedades de transmisión sexual; este mismo organismo les ayudó a formar una Biblioteca. Siempre fueron ayudados por la Escuela de Penitenciaría Dr. Calvett, cooperan hasta para organizar los eventos, como la jornada. Los docentes aportan 3 pesos por mes y con eso se organiza la cooperadora, cuesta armarla porque no hay padres, el único beneficio que reciben es la copa de leche. Desde el taller de cocina se aseguran el almuerzo. Hilo conductor La marginación. Ése es el hilo conductor de la situación de las escuelas especiales. Aún de las que funcionan bien y que cuentan con recursos para generar y aplicar proyectos, como sucede con el caso de las escuelas para ciegos, ya que lo hacen por el padrinazgo que ejercen ciertos personajes de la política, que están a merced del gobierno de turno. Aunque estos son un caso, a diferencia de los otros, en el que sí la presencia de los padres y el aporte es meritorio. El punto en cuestión es que por más que las escuelas especiales lloran, no maman. El hecho es que cada esporádico subsidio que consiguen es un verdadero logro que arrastra consigo un profundo desgaste en reclamos. La colaboración por parte del estado es ínfima, casi ausente, y nunca equitativa, nunca se da lo que corresponde al grado de necesidad, ni siquiera se da lo que se puede, se da lo que se puede de lo que les sobra, y ni siquiera se les da, ni se les promete en época de campaña electoral, con eso le digo todo. La marginación es promovida desde el estado que la genera. A no ser por los aportes de organizaciones no gubernamentales, las menos, de personas que se acercan a colaborar, a no ser más que nada por la increíble labor de los docentes de estas escuelas, ya serían una especie en extinción. Una evaluación simple, fácil, de los innumerables beneficios que acarrea su especial consideración y sostenimiento, se realiza rápidamente mirando las caras de los alumnos, leyendo sus progresos, teniendo en cuenta la prolongación de la esperanza de vida, el desenvolvimiento que adquieren en el medio adverso que no los recibe, que no los mira, que los aparta y que se aparta. Y hago una abstracción, ubicándome un lugar alto, y viendo una gran masa de gente que se corre a la derecha y otra gran masa de gente que se corre hacia la izquierda, y lo único que avanza es la franja que queda en medio, un grupo de presos y de chicos con Síndrome de Down, el que patea una pelota y se cae al suelo es un chico con Síndrome de Down, y el que lo bajó es un preso, menor de edad, que lo agarra del brazo y lo levanta y le dice "perdoname loco" y los dos equipos juegan a la pelota en bandos distintos y se organizan en un juego al que nadie presta atención. La pelota se sale y cae en la masa izquierda que no la devuelve, y no la vuelven a recuperan, pero el juego sigue porque cambian de organización y deciden jugar sin pelota y siguen. Sí, ellos se adaptaron al autismo de la gente. Y no se relaje esta vez, esto sí puede suceder, en realidad ya sucedió, es la anécdota de la pelota que cuentan los chicos de la escuela 2104, que sucedió en la última jornada de integración, con cierto grado de ficción. NOTA: Para toda colaboración que usted esté dispuesto a hacer para las escuelas especiales de nuestra ciudad, no tiene más que escribir a nuestro correo de lectores comunicándolo, así lo pondremos en contacto con las escuelas para que se ahorre intermediarios, enviándole dirección, teléfono y datos del responsable de cada institución. Desde ya, muchas gracias. La primera parte de ésta nota, que salió en la edición número 7 de El Mango del Hacha, puede visitarse en la sección Ediciones Anteriores |
¬ Página Anterior | Ir a la Portada | Página Siguiente ® |