Breves de sábado (29/09/07) Asco por Miguel Espinaco Siempre es así con esto de las elecciones. La rutina constitucional pone las fechas para el circo y ahí nomás - como diría Sabina y con las disculpas del caso - le crecen los enanos. Esta vez hay un montón de candidatos, tantos que uno pierde la cuenta. Los más, bailan el baile del ballotage, pelean la pelea por salir segundos porque sueñan con juntar después el voto antikirchnerista y entonces se verá si alcanza para cambiar el destino, ese destino que muestra hoy a la actual primera dama como dueña del trono, picando en punta montada en la montaña de soja que supimos conseguir y en precios internacionales que le vinieron de arriba. Todos son realmente un poco patéticos. Mirala a Cristina Fernández hablando por el mundo con los empresarios y diciendo qué bueno lo que hicimos hasta aquí, no importa que los índices tuvieran que ser maquillados para que los pobres aparezcan menos, para que no vayan a manchar el historial de un gobierno que todavía pretende pasar a la historia como un gobierno progresista. Miralo a Lavagna, hacedor de la devaluación que según él fue la más exitosa del mundo, hundidor de salarios por cuenta y orden del duhalde kirchnerismo y devenido ahora opositor a la medida de las circunstancias. Mirala a la Carrió, prometedora eterna de cataclismos y de partos, armadora de coaliciones cívicas en las que entran voces de diestra y de siniestra siempre y cuando traigan algún voto. Miralo a Rodríguez Saa con su banda de prófugos del cementerio de la política y con sus propagandas con dibujitos animados hecha para votantes con retraso mental profundo. Pero claro, si todos son patéticos es como que no importa tanto, es como que uno se acostumbra, son parte del folklore. El caso de Sobisch, que dice estar cien por ciento preparado, es otra cosa. Me impresionó mucho ver la ciudad de Santa Fe llena de pintadas y de afiches del gobernador neuquino. La verdad que no me lo esperaba, me agarró de sorpresa. Primero fue la maquinita que me empezó a funcionar y entonces de dónde sale tanta plata para que en Santa Fe, este tipo al que casi nadie conoce aparezca tiñendo las paredes, todas las paredes. Después fue el asco. Y no es para menos. Sobisch, señores, no está preso, pero no sólo no esta preso: Sobisch es candidato a presidente y pasea por el país sin que la policía lo detenga. El cuatro de octubre, ya lo sabés, habrá un paro nacional docente porque se cumplirán seis meses del asesinato del maestro Carlos Fuentealba. A Fuentealba lo mató, en medio de la represión ordenada por el gobernador neuquino ahora candidato, un cabo primero llamado Poblete que está con prisión preventiva. Poblete está con prisión preventiva, Sobisch no. Es increíble. Por aquellos días de Fuentealba, la Casa de Neuquén en Buenos Aires sufría una pedrada y se rompían vidrios. Un dirigente de Quebracho - Fernando Esteche - está preso desde abril sindicado como organizador de aquellos hechos de violencia, o sea por su autoría ideológica. Sosbich, organizador de los hechos, autor ideológico de la muerte de Carlos Fuentealba sigue libre, peor: es candidato a presidente. Y aparece en la televisión diciendo que la educación será una de sus prioridades. Todos lo dicen y él también, aunque en su caso, claro, Fuentealba. Es así: Sobisch es candidato a presidente y entonces aparece en la televisión diciendo que llegará a la segunda vuelta. Todos lo dicen y él también, el juega también el juego y no se le cae la cara de vergüenza. Ver sus pintadas y su cara en las paredes de la ciudad, te decía, me da asco. Hace nada más que seis meses su policía, cumpliendo las órdenes que él dio, desalojaba a los maestros que protestaban y mataba a Fuentealba. Como De la Rúa que sigue sin condena a pesar de los muertos de Plaza de Mayo, como Reutemann que sigue sin condena a pesar de Lepratti y de los otros en el 2001. Pero Sobisch peor, Sobisch quiere ser presidente. Y encima, en su plataforma electoral que está en su página web, parece enorgullecerse de su crimen: "aplicaremos todo el poder del Estado para garantizar el servicio de educación a los argentinos" dice. Y eso, dicho por un asesino, no puede menos que sonarnos a amenaza. Opiná sobre este tema |
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