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Elecciones en Capital para Jefe de Gobierno

Por Daniela Pierotti

Maniobrando con la maniobra.

     ¿Qué lectura debemos hacer sobre los resultados de las elecciones de Capital del pasado domingo 24 de agosto? Si Kirchner no se hubiera jugado hacia el final de la campaña, con gente, estructura y todo por Aníbal Ibarra, seguramente la lectura tendría sólo alcance sobre el hecho electoral concreto local. Como sí lo apoyó, los resultados se pueden leer como un termómetro popular para el gobierno del actual presidente de los argentinos.

     Pero, ¿es tan fácil la lectura de los resultados? Con tanto enredo, cosa turbia, chicanas y chicanitas picando en la boca de urna, con tanta cosa alrededor del escrutinio y aún antes, con la bendita veda electoral previa ignorada por los candidatos, no parece muy fácil que digamos. Analicemos, en primer lugar, lo que sucedió ese domingo. A minutos del cierre del acto electoral, se anunciaba que Macri iba a la cabeza por al menos 4 puntos sobre Ibarra. Con una demora de por lo menos tres horas, se comenzaron a conocer los datos oficiales que confirmaron que habría una segunda vuelta consignada para el 14 de setiembre próximo, y al principio aparecieron los votos de Macri, por lo cual la ventaja pareció mayor. Primer punto para abrir sospechas e iniciar maniobras rumbo al flamante balottage: la bendita demora de tres horas y el orden del conteo.

     El ministro del Interior, Aníbal Fernández, presentó un reclamo formal por esa situación al presidente de Correo Argentino, acusando a la empresa de una presunta manipulación de la información que puede generar una distorsión en la carga y difusión de datos electorales. El reclamo se basó en el artículo 105 del Código Nacional Electoral que impone la obligación de trasmitir al Ministerio del Interior el telegrama con los datos del escrutinio de mesa tan pronto como el servicio oficial de correo recibe la documentación. Quizá todo esto, sea para que se piense que la empresa que conduce Francisco Macri, supuesto "manipulador de la información", trabajó a beneficio de su hijo, Mauricio, procesando primero los resultados de las zonas en donde ganaba claramente Compromiso para el Cambio, generando así un golpe de efecto favorable a Macri.

     Esto que parece retorcido y "muy triste", como definió el mismo candidato, puede serlo aún más, si analizamos a quién realmente benefició este rumor. A Ibarra el asunto parece haberle venido bastante bien, porque, el hecho de que apareciera una ventaja mayor al principio, le sirvió para que después la derrota no pareciera tan derrota. Al otro día no se decia "perdieron", sino que la impresión era no "perdieron por tanto", que es parecido pero es otra cosa, especialmente si uno está preparándose para el ballotage. Por otro lado, esto lo ubica a la ofensiva en la discusión con Macri, mostrandoló muy claramente como un empresario (un símbolo importante para hacerle perder votos).

     Ibarra aprovechó el asunto para decir que Macri padre va a meterse en el gobierno de Macri hijo (ya se estaría metiendo ahora) y para recordarle a la opinión pública que Macri en el correo echó gente, entonces cómo va a combatir el desempleo si llega a jefe de gobierno.

     Es muy dificil saber la verdad de para qué y quién creó este enredo, pero si me preguntan, yo tiendo a pensar que esta maniobrita huele más a Ibarrista que a otra cosa. Y no porque Macri no sea capaz, sino porque hay que ver quién se beneficia con todo esto.

Lo que dicen los números.

     Volviendo a los no tan lisos y llanos resultados, de los números de la elección porteña del domingo 24, se puede decir a grosa escala que del total del padrón electoral Macri obtuvo el 24,6 por ciento de los votos, y que Ibarra,

Los números de los que nadie habla

      Sí, un punto importantísimo de la cuestión, y del que nadie parece querer hablar, es el de los que no se presentaron para emitir su voto. hay un caudal de votos mayor que los contendientes quieren llevar para su molino. La elección porteña mostró claramente que uno de cada tres votantes se quedó en su casa, y, entre los que sí votaron, sólo uno de cada tres sufragó por el intendente en funciones, Aníbal Ibarra.

      En números: 816.368 ciudadanos que figuraban en el padrón electoral no fueron a votar. Son muchos, más que los que votaron a Zamora, más que los que votaron a Bulrich, inclusive más que los que votaron a los favoritos: 639.497 eligieron a Mauricio Macri y a Aníbal Ibarra, 582.138.

      Del total del padrón electoral, Macri obtuvo el 24,6 por ciento de los votos, Ibarra, el 22,4 por ciento, mientras que los ausentes sumaron el 31,4 por ciento.

      Es presisamente detrás de ese caudal de votos hacia donde los contendientes quieren apuntar, ya que el segmento de los que no votaron puede ser el que defina el ballottage. Eso, siempre y cuando los candidatos tengan la habilidad de atraerlos en los pocos días que faltan.

      Aníbal Ibarra comenzó a estudiar la composición de ese voto, cuáles fueron las razones por las que esas personas declinaron el domingo a presentarse a la mesa que les correspondía, si votarían en la segunda vuelta y qué argumentos podrían hacerlos cambiar de opinión. Su gente especula con que mucha de esa gente no fue a votar por la crisis de los grandes partidos, así que va a buscarlos con marketing directo (mandándoles cartitas) y haciéndose ver con dirigentes radicales y con el presidente Kirchner.

      La gente de Macri, por su parte, sueña con el voto country, tipos que tienen domicilio en Capital pero se mudaron a countrys y no fueron a votar el 24 porque sabían que iba a haber ballotage, pero que ahora irían.

el 22,4 por ciento. De profundizar el análisis surge que Mauricio Macri se impuso en 16 circunscripciones, en tanto que su rival, el jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, triunfó en las doce restantes.

     Hilando más fino, Macri triunfó en los barrios más acomodados y en los más pobres, es decir los que le rindieron grandes dividendos a Carlos Menem, analógicamente hablando. Mientras que Ibarra, fue mayoría en zonas habitadas por clase media, respaldado por el ARI, el radicalismo y el progresismo en general.

     El triunfo de Mauricio Macri, si bien ajustado, fue parejo en todos los rubros en los que se votó. Sacó una ventaja de 57 mil votos para jefe de Gobierno, de 35 mil en diputados nacionales y algo más de 65 mil en legisladores porteños. Esta equidad en las cifras que marcan la ventaja del presidente de Boca habla de que en la segunda vuelta las cosas no serán tan simples como evaluaban algunos asesores del jefe de Gobierno porteño.

     Además de la puesta en juego de la jefatura del Ejecutivo del distrito, los ciudadanos porteños definieron 12 nuevos diputados nacionales para el período 2003-2007 y 60 legisladores porteños, que representa la totalidad de la Legislatura. La pelea de fondo opacó a estas figuras de reparto. Por esta razón, unas dos semanas antes del comicio, las encuestas entregaban altos índices de desconocimiento del público con respecto a los candidatos legislativos.

     Ibarra tenía tres listas distintas de diputados que lo llevaban como candidato, en una especie de sistema de sublemas extraoficial. A horas del comicio, un encuestador que había trabajado en el boca de urna, relató que el 30% de los encuestados no sabía exactamente por quienes había votado.

No se los pierda.

     Pero para volver a algo menos incierto, recordemos sí, quién es quién: Aníbal Ibarra, 45 años, va por su reelección con adhesiones muy diferentes de las que lo llevaron al poder porteño en el 2000, es el candidato de Kirchner. Mauricio Macri, novato de la política, decidió dejar su carrera empresarial, presidente de Boca Juniors desde 1995, ocupó roles jerárquicos en empresas como Sideco Americana, Sideco Construcciones, Socma y Sevel.

     Tenga estos últimos datos presentes a la hora de ver el tan anunciado debate que los candidatos, después de algunas histeriqueadas, prometieron dar por TV. No se quede con los ojos celestes de uno, ni con la cara de nada del otro. No se quede con Boca ni con Vélez. Sepa que ambas manos de la pulseada estarán dispuestas a dar el zarpazo violento inmediatamente después del próximo 14 de setiembre.

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