“700 mil millones para salvar bancos, no parece muy keynesiano”

Por Miguel Espinaco

Era ya muy conocido por cierto, pero sólo en el mundo de los economistas.

Después del crack financiero en los Estados Unidos, Keynes volvió a ponerse de moda, Keynes volvió a estar en boca de todos.

Fueron muchos los que leyeron rápidamente las mega intervenciones de los gobiernos para depurar los activos tóxicos de las carteras de los bancos, como una vuelta las premisas de aquel autor. Las gigantescas intervenciones en la economía realizadas por los países centrales, son visualizadas como a contramano de lo que había venido ocurriendo durante mucho tiempo y eso a muchos se les aparece como un retorno al keynesianismo, eso sí, ahora en su variante neo.

En uno de los últimos programas de nuestro ciclo de radio, entrevistamos a Luciano Alonso, Profesor de la Universidad Nacional del Litoral en la cátedra Historia Social en la Facultad de Humanidades y Ciencias.  A él, nos confesó, le asusta un poco esa ligereza por hablar del retorno del keynesianismo.

“El estado neoliberal interviene también en la economía”

“Ahora todos somos keynesianos”.  Eso dice que dijo uno de los miembros de la delegación argentina en la reunión del G20, el diario Página 12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-115087-2008-11-15.html).  La frase, es cierto, recuerda un poco aquello del plan B, es como decir ahora ellos también son keynesianos.  Más allá de estas sutilezas publicitarias, la convicción del funcionario apunta a que hoy por hoy todos hacen keynesianismo, que la intervención estatal es sinónimo de keynesianismo.

“Me parece que hay un problema de base que es el creer que el neoliberalismo no es un estado interventor, ahí hay una primera equivocación” nos explica Luciano Alonso, que sostiene que “en alguna medida eso parte de creerse los discursos neoliberales sobre que el Estado deja jugar al mercado, pero eso es el estado liberal del siglo XIX, no el estado neoliberal.  De lo que se trata, me parece, es que el estado neoliberal interviene también en economía, nada más que interviene de manera diferente y para otras cosas.  Y esto no es algo que lo diga yo, Foucault analiza en un curso de 1979  el desarrollo del neoliberalismo y cita a Haiek y a una serie de neoliberales que dicen que el estado debe intervenir”

Esta primera cuestión complejiza por cierto la lectura que hacen no sólo cronistas de todo pelaje, sino también economistas que no parecen notar que no toda intervención es keynesianismo.  Leemos por ejemplo a Enrique Vaquié, un ex ministro de hacienda mendocino  que escribe en una nota a la que llama “La Argentina va por el camino contrario al mundo” que hay una tendencia mundial de intervención estatal ante las crisis, un resurgimiento del keynesianismo”. El punto de vista de Vaquié ha sido también muy repetido, y sostiene algo así como que en Argentina no se podría hacer keynesianismo porque se tiró la plata haciendo populismo: Los economistas dudan de la "billetera keynesiana" de 2009 es un título del diario Clarín que no requiere de más explicaciones.

Los que quieren hablar a favor del gobierno, no dudan en endilgarle las virtudes keynesianas que los otros le niegan: “la Argentina enfrenta la crisis internacional con un programa keynesiano de expansión de la inversión y el empleo”  escribenpor ejemplo Alfredo y Eric Calcagno en una nota llamada Contra la crisis, expansión. Los iguala que para todos, keynesianismo es sinónimo de intervención, sin más ni más.

Como no podía ser de otra manera, el sólo hecho de pasar revista por el neoliberalismo, trajo a colación a Alzogaray:  “neoliberal era el Alsogaray más tardío, no el Alsogaray de la época de Frondizi.  El neoliberalismo empieza a entrar en Argentina en los equipos económicos con la dictadura, la dictadura no tiene una política neoliberal todavía, recién al final, con Cavallo y alguna gente en algunos puestos claves empieza a influir, el liberalismo anterior es más conservador, más puro y duro

La aclaración nos sirve para afilar la memoria y nos ayuda a entender.  Fue Cavallo por cierto, sobre los finales de la dictadura, el que puso montañas de dólares para licuar deuda privada, el mismo que después fijó un precio central de la economía – el del dólar – por ley  Y eso sí que era intervenir en la economía, justo Cavallo, una de las espadas más renombradas del neoliberalismo de los noventa.

“El keynesianismo apuntaba sobre todo a garantizar la demanda social”

La pregunta que surge entonces es sí la intervención del estado en la economía no es monopolio del keynesianismo, cómo se lo distingue.  Dejémoslo hablar a Luciano Alonso sobre el tema:

“El neoliberalismo direcciona masas de capital, trabaja sobre todo por el lado de las ofertas, no de las demandas, y sobre todo lo que hace es una política económica orientada a garantizar masas de ganancia para el capital y mayor acumulación.  En oposición a una intervención que tiene que ver con la distribución y con incrementar la demanda, el neoliberalismo interviene por el lado de la oferta, la producción de bienes.”

“En la década del 30, el keynesianismo apuntaba sobre todo a garantizar la demanda social.  La idea básica era que los mercados no son perfectos, en contra de la idea liberal pura del siglo XIX, sino que necesitan algún tipo de regulación porque sino van a la distorsión.  Para regularlos, lo mejor es regularlos por el lado de la demanda, garantizar una demanda de bienes y servicios determinados que las empresas puedan ir cubriendo.  El keynesianismo en realidad empieza a nacer en la década del 10, en 1919 es el primer texto importante de Keynes, “Consecuencias económicas de la paz”.  En el 30 con la crisis mundial es cuando le llevan el apunte y empiezan a aplicarse las políticas keynesianas. Pero básicamente, para incrementar la demanda social se incrementan los salarios, el directo y el indirecto, se le da mayor capacidad de compra a los trabajadores y por el otro lado se invierte en obra pública, cuando no hay demanda por parte de los trabajadores, demandás por parte del estado para generar una dinámica de acumulación.  Hay una frase muy linda de Keynes que siempre gusto de recordar que es algo así como que podríamos meter dinero adentro de botellas y enterrarlas y dejar que la iniciativa privada las busque, ustedes me podrán decir que eso es una pavada, pero eso es mejor que hacer nada.”

“La idea es crear determinadas condiciones para intervenir racionalmente.  A partir de ahí, uno dice que el estado de bienestar es keynesiano, porque el estado de bienestar en general distribuye y esa distribución crea una demanda.”

Visto así, aquella aseveración de que todos somos keynesianos – y aclaremos que todos en ese contexto, quiere decir, Cristina, Bush, Obama, Sarkozy y siguen las firmas – resulta claramente exagerada, “es más o menos como decir que todos somos marxistas” explica Luciano, que recuerda que “el índice de ventas del capital se disparó en Francia y se venden quinientas veces más libros de Marx que antes, pero eso no quiere decir que las elites sean marxistas, simplemente que se lee más y punto.  De la misma manera que algunos elementos de Keynes estén en discusión no quiere decir que el mundo se haya vuelto keynesiano”.

Reconoce, claro, que  hay medidas de intervención que pueden resultar distintas de las otras, pero a ver, aclara “poner 700 mil millones de dólares para salvar a los bancos y no en obra pública, por ejemplo, no parece una medida muy keynesiana, o por ejemplo esos planes de recambio de electrodomésticos.  Menem hizo un plan canje de automóviles y nadie pensaría que Menem era  neokeynesiano por hacer ese plan, era apenas algún elemento para dinamizar las ventas de los automotrices, nada mas.”

“El estado de bienestar es un acuerdo”

Keynes decía que la burguesia tiene que ser salvada de si misma, esto es, normalmente los empresarios no tienen una visión de largo aliento sino que operan sobre la coyuntura, sus intervenciones crean distorsiones que tarde o temprano producen desequilibros en los mercados.  Hay que controlarla, hay que salvarla y para eso tiene que estar asustada, sino no da nada. Esto lo explica Luciano Alonso, antes de adentrarse en su explicación de que hoy no hay keynesianismo porque “quizás no haya ni una presión social lo suficientemente grande, ni élites ni clases dominantes interesadas en distribuir algo”

“Si el keynesianismo fue posible en la década del 30 no fue porque todo el mundo le creyó a Keynes que venía hablando y gritando 20 años antes, sino porque había una configuración de fuerzas que hacía necesario tirar algún hueso para evitar conflictos más grandes, para evitar el socialismo, para evitar la revolución, para evitar la radicalización de los sindicatos.  El estado de bienestar es un acuerdo, mediante el que el Estado se aviene a regular de alguna manera las ganancias de la patronal, la patronal se aviene a distribuir algo y el movimiento obrero se aviene a no hacer la revolución.”

Entonces, lo que sucede hoy, la primera cuestión que diferencia la situación de aquel capitalismo keynesiano con este en crisis de hoy, es que “no hay a todas luces un movimiento obrero revolucionario, no hay un peligro ruso en el sentido de un modelo alternativo que te imponga sí o sí otorgar algún tipo de beneficio para conseguir paz social.  Entonces si el keynesianismo vuelve, vuelve bajo la forma de medidas puntuales, de algunos aspectos y no bajo la forma de un programa de distribución general y de crecimiento de una demanda social a partir del salario, a partir de la distribución.”

El segundo elemento tiene que ver con los que deciden: “hay un entusiasmo muy grande con la renovación de Barack Obama, ahora cuando uno mira su equipo, es el equipo de la era Clinton, no hay un recambio.  Uno no quiere decir con esto que la gente no pueda cambiar sus posiciones en función de las necesidades, eso ocurre.  Pero también es cierto que las políticas propuestas no incluyen grandes planes de obras públicas, eso me parece que marca un límite, la posibilidad concreta de que haya elites diferentes que tomen decisiones distintas.  Porque hay una cosa que se llama la elite de poder, que es algo más chiquito que la clase dominante, que el empresariado, lo que sea, son aquellos tipos que cortan el bacalao, las personas que pueden llegar a tener influencia decisiva”

“Estamos en una idea de la economía que es muy primaria”

Luciano insiste para dejar claro: “intervenir en economía no es ser liberal o no serlo, eso no define el neoliberalismo, sino para donde se interviene, para dónde se ponen los puntos, quién va a ganar y quién va a perder” y busca separar la paja del trigo:  “los llamados de Obama para que haya algún plan de distribución para los desocupados o cosas por el estilo son simplemente paliativos, porque en realidad tanto Obama, como Bush, como Mc Cain, han estado de acuerdo en este megasalvataje de bancos con lo que la distribución va para arriba”

¿Y en Argentina?  “Nadie me puede garantizar, desgraciadamente, que eso va a ser muy diferente – dice Luciano - alguno puede tener políticas de mayor distribución que otros, pero ninguno está inventando la pólvora”.

“El gobierno actual, en los últimos cinco años contando el gobierno de Kirchner, ha hecho exactamente lo mismo que De la Rua o que Menem, que es crear fondos para evitar las crisis cíclicas.  Menem creo los fondos vendiendo las empresas estatales, como De la Rua ya no tenía, creó los fondos endeudándonos hasta las orejas y después tuvimos la suerte de que por el aumento del precio de la soja  de las comodities, de lo que fuera, empezaron a entrar grandes cantidades y entonces en la etapa Duahalde, Kirchner y Fernández, creamos fondos con el resultado del comercio exterior de materias primas.  Ahí estamos básicamente, en una idea de la economía que es muy primaria, conseguir guita y después con esa guita que conseguimos, ver lo que podemos hacer.”


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