Brevísimos de sábado (22-11-08)

Para conocernos

por Adrián Alvarado

El señor mayor prende el primer cigarrillo del día ya sin culpa y dice, Ahora son todos putos, la generación que hicieron mierda los de la revolución libertadora esa sí que valía la pena, Esa generación que decís vos, dice el hijo que tiene vite años menos, Tenía rasgos europeos muy marcados, en su perspectiva no contemplaba el pensamiento latinoamericano, Latinoamérica, dice el padre, Siempre fue un rejunte de colonias con dos o tres indios ilustrados, nuestras raíces son europeas y eso no me lo discute nadie, Yo no te discuto eso, pero no me vas a negar que la identidad americana existe, será un rejunte, todo lo que vos quieras, pero que pensamos distinto, pensamos distinto, Y claro que pensamos distinto, dice el padre, Como mierda no vamos a pensar distinto si acá se nos fríe el cerebro con la calor y la humedad que hay, por eso los rústicos se ponen en pedo con cerveza y les pegan a las mujeres que después terminan pariendo hijos tontos para engrosar la fila de los que cobran el plan trabajar, como si ser miserable fuera un trabajo, Vos te estás transformando en un viejo reaccionario y choto papá, Es probable dijo el viejo, A vos también te va a tocar.

El señor mayor tiene ochenta y cuatro, el hijo sesenta y tres y el nieto treinta, el nieto también está y le hubiera gustado ser hijo de desaparecidos, no sabe porque accedió a reunirse una vez por semana todos los sábados a la mañana en ese bar con su padre y su abuelo, en realidad sí sabe, lo hace por amor, los quiere a los dos y además le gusta revisar la historia porque aprendió de Luis Mino que repasar la historia nos mantiene sólidos en este presente que nos toca, Ezeiza, dice el más chico, Que alguno de ustedes dos me explique Ezeiza, Un millón y medio de personas bajo la bandera de montoneros dice el padre, ¿Vos estabas?, preguntó el hijo, No, no estaba, responde el padre, ¿Y entonces como sabés?, Leí el libro, dice el sexagenario bajando los ojos, A la final, dice el más chico, Los únicos que revisan con seriedad los setenta son Capusoto y Saborido, ni su padre ni su abuelo saben de que está hablando pero agendan mentalmente los apellidos para buscarlos en Internet.


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