Los consejos de Seguro presentados por Adrián Alvarado Hay que ver lo poco de decencia que nos queda María, la otra vuelta en el almacén un tipo me miró de una manera… yo podría haber sido su madre y le devolví la mirada como si lo fuera, peor, lo miré como con mucho odio y el descarado me mantuvo la mirada y me sonrió con una sonrisa que me dejó dura porque era una sonrisa… vos vieras maría, no me mostró los dientes, estiró los labios sin abrir la boca y de golpe era el hombre más lindo que vi en mi vida, me dio vergüenza, bajé la vista y volví a mirarlo, no con la misma mirada de antes, con otra, vos me entendés, entonces me saludó con la cabeza, como una reverencia me hizo, con respeto, y a mí me salió el mismo gesto, no lo pensé, en ese momento no podía pensar en nada, me agarró un calor de novela, hace mucho que no sentía eso, después que se murió Luís nunca más nada, vos me conocés María, yo siempre fui media boluda en esas cuestiones, quince años hace que soy viuda, hasta que le dio el neurisma a mi marido yo no tenía de que quejarme, no sé que me pasó ese día, al tipo lo tenían que atender primero pero me cedió el lugar, compré lo que tenía que comprar y salí, no quería mirar para atrás porque me parecía que me estaba siguiendo, a la final no me aguanté más y me di vuelta, sí, me estaba siguiendo, entonces doblé antes, dobló también, me desvié como tres cuadras de mi casa y el tipo me siguió todo el tramo, cuando estaba abriendo lo miré otra vez y ahí estaba como a veinte metros, lo volví a mirar y entré, cerré con llave y me apoyé en la puerta, agitada estaba, esperé que tocara el timbre, te juro que estaba dispuesta a abrirle maría, no, miedo no tenía, para nada, al contrario, igual no tocó timbre, salí yo, dejé las cosas que había comprado en el piso y salí a buscarlo, no estaba, me fui al almacén de vuelta y le pregunté a marta si lo conocía y me dijo que no, me preguntó para que quería saber y le mentí, ni me acuerdo lo que le dije, igual no me creyó pero me dijo que estaba trabajando en el barrio y que el día anterior había venido a comprar para hacerse un sanguche, ella le sacó conversación, viste como es de metida, y parece que estaba trabajando en la ferretería de don Anselmo acá a la vuelta, creo que pintando me dijo y me fui para allá sin saludar, ya te digo que no me reconocía ni yo, te lo cuento porque no podía creer lo que me estaba pasando; cuando llegué a la ferretería no había nadie, creo que compré un foco que no necesitaba, le pregunté a don Anselmo si no conocía un pintor de confianza y me dijo que justamente estaba trabajando en su casa un conocido que me podía recomendar y lo llamó, yo no estaba nerviosa para nada, vino limpiándose las manos con un trapo y cuando me vio me saludó sonriéndome de la misma forma que antes, yo traté de imitarle la sonrisa, lo saludé y le di la mano como dan la mano las mujeres de las películas de antes, como para que le den un beso, y el me la agarró despacio como se debe agarrar un pajarito y me la apretó sin dejar de mirarme, le pregunté si podía ir a casa para pasarme un presupuesto, me dijo que sí, como no, le di la dirección y me dijo que después de terminar la jornada iba a pasar y pasó, sí María, pasó, hice una torta, la comimos después. Libertad a Seguro Opiná sobre este tema |
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