¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®

     Lo habían tirado, estaba recostado contra un pie de basurero al frente de una casita blanca. Anaranjado, con la pintura original apenas saltada, con el disco de discar, el redondo con agujeritos. El tubo estaba colgado en su lugar y todavia tenía aquel cable que parecía una tráquea cromada. Un teléfono público de Entel, de los anaranjados grandotes, cuadrados y a cospeles.

     Me lo quede mirando un rato, pensando seriamente en llevármelo. Estaba cerca de mi casa, mi ex mujer se habia llevado el juego de dormitorio y yo dormía en un colchón tirado en el piso y se me ocurrió usar aquel viejo teléfono público como mesita de luz. Miré a todos lados y como no había nadie lo cargué y me lo llevé.

     Las tres cuadras hasta mi casa con el teléfono a cuestas se hicieron largas pero valieron la pena. Quedo bárbaro. Le daba a la pieza un aspecto joven, renovado. Eso me puso de buen humor. Cuando me acosté concilie el sueño de inmediato. Un chistido de tonos altos me desperto, venía del lado derecho del colchón. El teléfono público me estaba chistando. Cuando lo miré me dijo: -Sí, es a vos infeliz. Me acerqué y pude ver que la ranura de los cospeles se movía como una boca con labios imposibles. -Soy el teléfono y estoy hablando, dijo, -presta atencion mortal por que no tendras otra oportunidad igual en tu perra vida, tienes dos deseos y treintaycinco segundos para solicitarlos, contando desde ahora, fin del mensaje.

     El disco empezo a moverse como si fuera un reloj, con ruidito y todo. Tarde veinte segundos en entender y otros diez en decidirme por dos deseos. Dije: -Cincuenta millones de dolares y salud inquebrantable. El teléfono entonces largo una carcajada. Se reía, se sacudía repitiendo: - ¡Qué boludo! ¡qué boludo! ¡el gran boludo se creyó lo de los deseos!. ¿Sabés?, me dijo, no me sorprende nada que sean tan boludos. Dejaron que les vendieran Entel por chirolas cuando los convencieron que daba pérdidas y que los empleados se choreaban todo. A ustedes los convencen de cualquier cosa, por eso están como están. Nunca nadie me pidió ser más sabio, o más inteligente, o más bueno. Todos quieren plata. Los que se quedaron con el vuelto de las privatizaciones son unos pobres tipos con plata, y vos, vas a ser un pobre tipo sin plata toda tu vida. Ahora dormite que mañana vas a tener un dia difícil. Y no dijo más nada, apagué la luz y me quedé despierto el resto de la noche. Cuando sonó el despertador lo apague, me levante y abri la ventana de par en par. Me di vuelta y clabe la mirada en el teléfono. El teléfono público anaranjado de Entel movio sus labios imposibles y me dijo: -No fue una pesadilla flaco, fue real. Aprendé que a veces la realidad es peor que la peor pesadilla. Ahora sacame a la calle por que si no voy a volverte loco. Le hice caso, lo saqué a la vereda y me fui a laburar. Si al próximo tipo que se lo lleve a su casa lo hace pensar como me hizo pensar a mi, vale la pena que ese viejo teléfono publico anaranjado y a cospeles de Entel siga jodiendo. Aprender que la memoria es un músculo que si no se estimula se muere nunca viene mal.

Libertad a Seguro


Si en mi debajo
atrás adelante arriba
no importa
un improvisado andamiaje
sostiene este cuerpo
grande tibio rosado
amable aun
y dispuesto
no quiero saber
ni me interesa
con qué primores
me sostienen
ni con qué fin
esa tarea realizan.
Pongo en duda
aquí y ahora
la existencia
del hacedor de sostenes.
Pongo en duda
aquí y ahora
la existencia
del dios padre
de las tetas inmortales.

                                     Delfina Contreras

¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®