Nueva Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe

por Marcelo Botta

Los días 22 y 23 de febrero de este año se llevó a cabo en Cancún la vigésima primera cumbre del Grupo de Río y la segunda Cumbre de América Latina y El Caribe para la integración y desarrollo (CALC).

Treinta y dos de los treinta y tres países de la región asistieron -Honduras no está por estar suspendido de la OEA- y la aprobación del nuevo organismo fue unánime.

Malvinas y Haití fueron los temas principales acordados por los integrantes, También se habló del bloqueo estadounidense a Cuba. Pero el punto fuerte, y que da origen a esta nota, es la creación del de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, con independencia de la OEA –sin suplantarla- dejando fuera a EEUU y Canadá.

Los antecedentes de este futuro órgano hay que buscarlos en las cumbres de Santo Domingo, (República Dominicana, en marzo del 2008) y de San Salvador de Bahía (Brasil, en diciembre de 2008), donde fue una postura consensuada de  los  presidentes de la región expresadas en la voz de Felipe Calderón en las dos oportunidades.

La idea central es que el nuevo organismo sea independiente de la influencia de EEUU, tener una voz en bloque autónoma y una posición más sólida ante una economía globalizada. Viéndolo de este punto de vista la conformación de bloques  supranacionales es hoy una necesidad.

La OEA no solo ha demostrado ser un organismo inoperante, sino que también funcionó históricamente en concordancia con los intereses estadounidenses en la región. Si bien hoy no es lo que era, ha perdido representatividad, pero, más que nada, credibilidad.

El caso de Honduras es un buen ejemplo: los golpistas hicieron oídos sordos a las resoluciones de la misma, incluso cuando José Miguel Insulza -secretario general de la OEA- viajó a ese país para solicitarles que depusieran su actitud, aunque cuidando las formas, no fue menos que despreciado.

La creación de esta comunidad va de la mano con las políticas integracionistas de las naciones latinoamericanas promovidas desde sus discursos, ya sean de gobiernos de derecha, centro o izquierda, que, en mayor o menor medida están tratando de tomar las riendas de su economía, teniendo en cuenta el tendal que dejó el experimento neoliberal de los noventa.

Hoy en América Latina y el Caribe hay de todo y para todos los gustos, desde gobiernos que hablan claramente de revolución y socialismo, pasando por progresistas y de derecha. No es opuesto a los noventa pero es distinto, por lo menos puede decirse que el discurso único terminó.

Esta vuelta al Estado en la economía se reflejó en crecimiento económico en donde, salvo excepciones, este crecimiento no se transformó en la distribución de la riqueza equitativa.

Argentina es un buen ejemplo: desde la salida de la convertibilidad que derivó en un balance comercial favorable, que a su vez generó planes sociales y subsidios, el consumo interno aumentó y se generaron nuevos empleos. Pero a pesar de que éstos índices se mantienen y el consumo interno sigue en aumento -como puede verse hoy en el turismo y la industria automotriz- la brecha entre ricos y pobres no se ha modificado sustancialmente en relación a esto.

Los discursos

“Es hora de concretar la unidad de Latinoamérica y el Caribe. De traducir en lo concreto lo que es la vocación natural de nuestros países”, dijo Felipe Calderón en la inauguración.

Podría sonar raro que quién dio ímpetu a la propuesta haya sido un representante de la derecha, como lo es el presidente de México, pero es de suponer que hasta los más conservas están hartos de tener a los Yankees metidos hasta en la sopa, ya que –y esta es una vedad de Perogrullo -cuanto más metidos están, mas maltrechos quedan los países que los dejan, y México -menos que menos, menos que nadie- está exceptuado de esto.

Las posiciones de los presidentes en general son las mismas que vienen expresando en los últimos tiempos, por eso sólo vamos a centrarnos en los puntos salientes.

Los presidentes de Venezuela, Brasil y de Bolivia expresaron que el nuevo organismo debería suplantar a la OEA. Pero en éste punto todavía no hay acuerdo. Los demás países no dieron posición al respecto, salvo Perú y Chile, cuyas posiciones coinciden en la coexistencia con este órgano.

La posición de Argentina sobre Malvinas fue apoyada por los 32 países que asistieron. Un lugar especial debe hacerse al encendido discurso de Lula sobre Malvinas, donde apoyó a la Argentina y fustigó el colonialismo inglés.

Ya ante el cierre de la cumbre, cuando le tocó el turno al presidente de Costa Rica, Óscar Arias, habló de la victimización de algunos países, de ideologías que dividieron el mundo, y de gobiernos que hablan de fantasmas del pasado. Posiblemente los golpes en Venezuela en el noventa y dos y el de Honduras del año pasado sean solo problemas endógenos de esos países, donde EEUU no tenga ninguna responsabilidad. También dijo -sumándose a un coro que afina desde el norte- en clara alusión a los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Ecuador, de la falta de libertad de expresión en algunos países y de lo peligrosa que puede ser la democracia participativa, ya que da lugar a populismos y demagogias, no como la representativa.

Rara teoría: más democracia, más peligro.  Con amigos así…

Pudo verse que algunos de los presidentes aplaudieron sólo por cortesía.

Le siguió Bachelet que, luego de alabar las palabras de Arias, como para demostrar de qué se trató la concertación privatizadora, habló de las transformaciones de la región y la consolidación de la democracia, sobre los cambios en su país en derechos humanos, que se enorgullece en todo lo que avanzó su país en desarrollo económico y protección social. Hay que tener en cuenta que esta cumbre se realizó días antes del terremoto, que dio por tierra con unas cuantas cuestiones con respecto a esto último, donde pudo verificarse la inexistencia de redes sociales, donde todos los servicios privatizados no demoraron en encargarse rápidamente de las zonas más acomodadas dejando los barrios humildes a la buena de dios, donde el estado demoró días en aparecer y, cuando lo hizo lo hizo con los tanques en la calle y toque de queda.

Fue breve y le cedió la palabra al presidente electo de su país, el empresario Sebastián Piñera. Fue él quien dio la posición antes mencionada con respecto al nuevo organismo y la OEA.

El presidente de Colombia no habló en la cumbre. Según Evo Morales –presidente de Bolivia- “Uribe solo vino a la foto y el almuerzo”, en el cual si habló: acusó a Chávez de un supuesto bloqueo económico a su país, similar al que mantiene EEUU con Cuba.

Luego este incidente fue confirmado por Morales y el mismo Chávez en conferencia de prensa. Posteriormente el mismo Chávez -en un programa televisivo venezolano- reconoció que cuando quiso contestarle a Uribe, este no lo dejó hablar, y que por lo tanto lo mandó al carajo.

Los presidentes de Bolivia y República Dominicana –Leonel Fernández- dijeron que la intención de Uribe era empantanar la creación del nuevo órgano. Igual Uribe votó a favor de la creación del organismo. Es raro, pero hay que tener en cuenta que Uribe, tras el incidente con Ecuador, donde fue asesinado el dirigente de las FARC Raúl Reyes, no quiere volver a quedar en off side.

¿Para donde camina esta comunidad? No se sabe. Al quedar los EEUU fuera queda flotando una cuota de alegría, cierto revanchismo quizás. ¿Se cumplirá ese sueño tan añorado de tener una especie de latino-OEA? ¿Será el esbozo de un comienzo de lo que muchos llamaban hasta hace un tiempo ‘la patria grande’? ¿O sólo será un foro más donde se discutan negocios de las patronales?

Por lo pronto hay dos cumbres programadas, una en Venezuela el 5 de julio de 2011 –donde se definirá el nombre- y otra en Chile en el año 2012.

El candidato a ser secretario general de este organismo es Lula, que para esa fecha ya no será presidente del Brasil.

Todo está por verse. Lo cierto es que la noticia genera expectativas.


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