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Buzones robados Por Javier González "...comprendamos que luchar por una nueva sociedad significa luchar contra todo lo podrido de ésta. Significa enfrentar a este estado hasta que no exista más. El estado es de todos, dicen, pero no aclaran que ese todos refiere al puñado de ricos y corruptos dueños de la "democracia"..." Del libro "Memorias apócrifas de Polino". Para el progresismo vernáculo, los males argentinos se reducen al neoliberalismo. Este derrotero maligno de un "capitalismo estropeado" comenzó hace casi 30 años cuando la dictadura militar impuso un modelo económico que acabó con el proceso industrializador, promoviendo la especulación financiera. Una nueva burguesía se forjó en las fraguas infernales de la dictadura genocida. Los nuevos ricos ya no tenían en su cabeza la construcción de un tímido capitalismo nacional, sino la despiadada búsqueda de la ganancia "aquí y ahora", sin importar los medios empleados, apelando incluso a sostener en el poder a un grupo de psicópatas vestidos de verde. Franco y vos Franco Macri, quien alguna vez confesara a los medios gráficos "en el fondo soy socialista", formó parte de esos nuevos ricos surgidos de las entrañas de la dictadura. Su historia bien podría haber sido imaginada por el vuelo literario de un Abel Santacruz o la delicada pluma de un siempre vigente Alberto Migré. Llegado de Italia en 1949, Franco encarna mejor que nadie aquello del paso de "canillita a campeón". De gris y cotidiano empleado administrativo, pasó sucesivamente a ser subcontratista amigo de Amalita Fortabat y luego a constructor, mejor dicho a propietario de una constructora que realizaba sus negocios bajo la atenta tutela del estado. Pero el gran salto lo dió en 1979 cuando la dictadura militar le concedió la explotación del sistema de recolección de residuos de la interminable ciudad de Buenos Aires, hecho este que inició el proceso privatizador en la Argentina. Las andanzas del veterano conquistador de veinteañeras no terminaron con la dictadura. Continuaron auspiciadas por las democracias alfonsinista y menemista, que invocando la falsa contradicción "democracia o dictadura" justificaron las nuevas transformaciones económicas evitando los cuestionamientos de cada vez más amplios sectores de trabajadores. El papá de Máximo El servil peón del imperialismo Carlos menem y su dócil aparato partidario fueron los instrumentos de los que se valió la burguesía transnacional para afianzar y profundizar su modelo. Las privatizaciones llevadas adelante no sólo
La Argentina, granero del mundo, la "esperanza blanca" de América Latina pasó a formar parte del selecto grupo de países que, de la mano de su corrupta burguesía, quizo ser más papista que el papa implementando a rajatablas las recetas imperialistas. Junto a países como Burundí y Nigeria, aún hasta hoy calificados como "republiquetas", nuestro país privatizó aquellas empresas que ningún otro país -y mucho menos los autodenominados avanzados- se atrevieron a privatizar. De buzones robados En un país extenso y despoblado, el servicio de correo resulta fundamental a la hora de comunicar a las pequeñas, pobres y dispersas poblaciones que poco o nada saben de internet y de correos electrónicos. No obstante, este servicio pasó a manos de aquellos que miden todo con la vara del "mayor beneficio con el menor o nulo costo". La privatización tardía del correo se caracterizó por repetir todo aquello que había caracterizado a las anteriores privatizaciones: corrupción, complicidad sindical, sospechas o certidumbre de coimas, escaso beneficio para el estado y jugosas ventajas para el privado. El grupo adjudicatario resultó el conformado por Macri, el Banco de Galicia (no dude que a Ud. lo beneficia...) y el fracasado PPP (Programa de Propiedad Participada) que -junto a Adelina de Viola- prometía un "país de propietarios y no de proletarios". Los resultados privatistas, al igual que en otros casos, no tardaron en verse:
Rescindo, luego.....? La rescisión del contrato con Correo Argentino SA -actualmente en proceso de quiebra- presenta más rasgos de beneficios para un grupo empresario que no rinde cuentas a nadie, que de "castigo" por incumplimiento de contrato. El "fracaso" privatizador, solamente reivindicado por la burocracia sindical, plantea viejos interrogantes que dividen aguas en torno a qué política llevar adelante. El mismo gobierno, espejo donde busca reflejarse el progresismo, ha manifestado esta "dualidad". En un mismo día el presidente Kirchner, casi como un Perón posmoderno, exclamaba: "Hoy es un día muy importante porque hemos recuperado para el estado el correo nacional, como corresponde". Por otro lado, su Jefe de Gabinete Alberto Fernández aseguraba que "no es propósito del gobierno que los servicios públicos vuelvan a manos del estado" y anunciaba su reprivatización en 180 días sin mencionar, en ningún momento, recuperación de deudas ni inhabilitación para los empresarios. Desde la óptica del "estado de todos", prescindiendo de las diferencias de clase e intereses contrapuestos, la reestatización se plantea como la solución que allana el camino hacia una sociedad más justa.
La postura de reprivatización de Kirchner, que apuesta a lo simbólico, que procura más "parecer que ser", el reformista soñado por los progres, es en el fondo mucho más "realista". Conciente de que el neoliberalismo trastocó en realidad concreta, en la cual no hay vuelta atrás posible, plantea -a lo sumo- la necesidad de transparentar los procesos, moralizando los mecanismos de adjudicación, tratando de hacer equilibrio en una situación que todavía no alcanza a definirse, buscando -en un horizonte incierto- la utopía de construir una "nueva burguesía nacional" que nos aleje del modelo cruel pero, eso sí, sin abandonar nunca los marcos de la sociedad capitalista. Para los trabajadores en tanto, con la certeza de que el estado no es de todos, la reestatización de empresas privatizadas -si bien importante por sus implicancias- no alcanza para la construcción de una nueva sociedad. Las experiencias de las fábricas tomadas/reconquistadas/expropiadas están ahí, aún incipientes, contradictorias, pero importantes a la hora de repensar construyendo una alternativa política a las penurias de la cotidianeidad capitalista. |
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