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Los Consejos de Seguro

Por Seguro Silva

     "Nos dejaron la pileta vacía en pleno verano, dar manotazos de ahogado en seco es poco menos que patético. Este tipo Pontacuarto prendió el ventilador y nos ensució con mierda, de la que yo por lo menos, no me quiero hacer cargo, que vayan los piqueteros al congreso si tienen cojones para hacerlo".


     Seguro Silva habla y yo lo escucho pero su escepticismo ya me tiene un poco podrido. Se lo digo, interrumpiéndolo, por que lo aprendí de él, y me pregunta por qué, y yo le contesto que su oposición sin propuestas me enoja porque no sirve de un carajo criticar lo que per se es criticable, y que tampoco sirve de un carajo criticar las consecuencias de procesos sociales que no son para nada predecibles, me refiero, le digo, a que esos procesos no pueden medirse mientras acontecen, y que después es fácil hablar de los hechos una vez consumados. Y no puedo parar, me pierdo, me vuelvo a encontrar, y me pierdo de nuevo, pero se lo digo y Seguro me mira y escucha. Cuando creo que termino suspiro largamente y empiezo a relajarme, Silva me da la mano y se retira cariacontecido.

     Yo me quedo sentado, abatido, tratando de buscar en mi atribulado cerebro alguna propuesta, a vuelo de pájaro no encuentro nada sólido, pienso en ponerme a llorar pero me da vergüenza, entonces me voy a llorar a mi casa.

     El escepticismo es un viaje de ida.


     "Papá Noel andaba con severos problemas de estreñimiento. Quince días hábiles que no iba de cuerpo.

     Los enanos y los duendes estaban muy preocupados por que diciembre continuaba su camino inexorable hacia fin de año y el viejo no movía el vientre.

     Apelando a viejos artilugios, una bruja muy viajada le preparó una infusión mágica basada en yerba mate, agua, azúcar y gas. Papá Noel debía ingerirla en ayunas e ipso facto sentarse en el inodoro y fumar un cigarrillo.

     Si aquella bruja viajada hubiera estudiado química como es debido habría previsto los nefastos acontecimientos sucedidos.

     El día en que Santa apoyó sus generosas asentaderas en el water cigarrillo en mano después de haber bebido 150 centímetros cúbicos de aquella poderosa infusión, nadie imaginó que el gas de la misma y los gases que el viejo había acumulado se potenciarían de aquella forma.

     El primer cigarrillo se lo fumó sin problemas, cuando lo terminó los efectos empezaron a ser notables porque los gases salían de su cuerpo por el lugar que salen habitualmente y que no es la boca. Entusiasmado Papá Noel se prendió otro cigarro y en el momento de encender el mismo estalló en llamas. Del susto movió el vientre de golpe, acto que avivó el incendio. Ese día Santa Claus cagó fuego literalmente, sobrevivió, pero desde ese día no puede salir del polo norte."

Libertad a Seguro


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