¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®

24 de Marzo

Por Enzo Vicentín

     Fue una semana llena de simbolismos. Kirchner va con ex - presos políticos a recorrer la ESMA; un militar de la armada dice que la idea del museo es desacertada y al día siguiente lo pasan a retiro; Hebe de Bonafini les dice a algunos gobernadores que si ellos van al acto, ella no va, el presidente no dice nada, entonces Obeid, De la Sota y compañía no van y se enojan; miembros de HIJOS hablan en el palco con Kirchner detrás de ellos. Durante esa semana también pasaron cosas no tan simbólicas como importantes para todos nosotros: la crisis del gas natural y la electricidad a nivel nacional puso en el tapete las mentiras de las privatizadas que no invirtieron un peso en los últimos años y hoy consiguen un aumento en el precio del gas de parte del gobierno que las defiende; Bielsa habló del ALCA con un enviado yankee; Lavagna negoció con los acreedores externos para ver cuanto del crecimiento futuro les damos.

     Obviamente como fue la intención del gobierno, el acto de la ESMA y todo su contexto ocuparon el lugar central de las noticias durante esta semana que pasó. A pesar del montaje de escena del oficialismo, la repercusión en la sociedad ha sido por lo menos importante: ha estimulado la discusión y la valoración sobre el suceso y mas ampliamente, sobre el proceso de la dictadura. En escuelas, facultades, lugares de trabajo, medios de comunicación, etc. se ha vuelto a poner en debate una época, una década, una historia, sin ninguna duda controversial por donde se la mire. Si el resultado de todas esas discusiones que se dieron y que se dan es una reformulación de la memoria histórica, una revaloración de lo que pasó en la dictadura y cómo se llegó a ella, entonces estamos ante un hecho importante: la recuperación de un pasado escondido por años detrás del discurso de "los dos demonios" y el lamentable "por algo habrá sido". Pero si las discusiones no generan ese cambio, seguiremos siendo una sociedad que observa un pasado tan desvirtuado como funcional al sistema.

     Esta idea de crear un museo que recuerde la represión de los '70 y la actitud del gobierno nacional ante otro aniversario del golpe han sido sumamente controvertidas. Dejando de lado las discusiones entre los políticos peronistas, es interesante enfocarse hacia el interior de los movimientos sociales en general y de los que pelean por los derechos humanos en particular. Las valoraciones de lo que ocurrió pueden diferir bastante.

     Por un lado, algunos sectores manifiestan que la creación del museo es un producto de la lucha de los movimientos de derechos humanos, y contribuye a reavivar la memoria histórica sobre los años de la dictadura, por lo tanto le dicen "si" a lo que propone el gobierno. Por otro lado, algunos piensan que poco sirve un museo habiendo hoy por hoy tantos muertos de un genocidio que se llama capitalismo y que silenciosamente condena y mata a millones en el mundo, estos manejan un "no" tajante a la postura de Kirchner. El alineamiento con el gobierno en la postura de celebrar este cambio por un lado, y la condena a todo lo sucedido por otro, son posiciones que polarizan el análisis sin conseguir mucho. Ante la disyuntiva entre el "si" o el "no", desde los movimientos populares podríamos decir "si, pero", si la construcción de un museo de la memoria o la vuelta a la cárcel de algunos represores significan un avance en la lucha por los derechos humanos. Pero el apoyo a esta decisión del gobierno no debería convertirse en un apoyo al gobierno en sí. La independencia del movimiento social es sumamente necesaria a la hora de sostener, en medio de las avanzadas de la (des) información, una posición crítica ante cuestiones sociales y económicas que este gobierno está lejos de cumplir.

En Santa Fe

     Concentración en Plaza del Soldado. Marcha por calle San Jerónimo hasta Plaza de Mayo. Mucha gente en comparación con otros 24 de marzo anteriores. Acto en la plaza: la "Keka" Kofmann (referente de las Madres) lee unas palabras muy bien orientadas: un mensaje claro, mezclando lo conmovedor del pasado con la crítica profunda al presente que nos pintan color de rosa. Los aplausos, las adhesiones, el himno nacional, la lectura de todos los desaparecidos en la provincia de Santa Fe, cada 10 nombres, un grito de "presentes".

     Resulta difícil comprender por qué todos los actos en que se conmemoran fechas significantes para los integrantes del campo popular terminan teniendo la misma lógica. Los actos son preponderantemente nostálgicos. Aunque de algo no hay dudas: el 24 de marzo de 1976 es una fecha para lamentar, para recordar con mucho dolor. Pero teniendo en cuenta los esfuerzos que los mismos organismos de derechos humanos hacen para actualizar los 24 de marzo, para relacionarlos con hechos del presente, que pueden ser igualmente trágicos (por ej. la inundación de Abril pasado) o dignos de ser festejados, como para muchos integrantes de los DD.HH. ha sido la decisión de crear un museo de la memoria en la ESMA, son esfuerzos éstos que siempre quedan soslayados ante el peso del pasado. La intención, incluso volcada a las consignas, no termina de materializarse. El discurso de la Keka fue un lúcido intento, pero luego la lectura de los nombres de los desaparecidos en el final del acto fue un reflejo de las limitaciones que siempre aparecen, limitaciones causadas por el peso de un pasado de terror que se vuelve a referenciar a si mismo por la magnitud de su huella, y que por lo tanto deja en segundo plano cualquier intento de actualización. Los actos en conmemoración de un hecho triste terminan siendo igualmente tristes. No parece haber lugar para la recuperación del pasado desde otra perspectiva. Las velas que se prenden unas a otras antes de empezar la marcha muestran todo un modo de conmemorar que siempre refiere a la nostalgia. Incluso cuando para muchos militantes de los DD.HH. este 24 se podían celebrar hechos: la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida el año pasado, la creación del museo de la memoria en la ESMA, o la vuelta al banquillo de algunos genocidas por causas como el robo de bebés.

     Esta lógica que marca a los 24 de marzo no es exclusiva de esta fecha, se ha trasladado a otros días significativos para los luchadores sociales, como 19 y 20 de diciembre. En ocasión del recuerdo de su primer aniversario (es decir, en diciembre de 2002), la tendencia del acto realizado aquí en Santa Fe fue recordar la tragedia, los saqueos, la represión, el lado triste de una historia que tuvo otro lado inmensamente positivo (la ocupación de las plazas, el "que se vayan todos", la movilización de gran parte del país) e igualmente conmemorable, pero que no se lo valora. Las victimas de la lucha social son marcas dolorosas que llevamos los que continuamos con esa lucha en el presente. Marcas que se agrandan por la injusticia, por la impunidad que funciona como parte constitutiva del sistema de dominación capitalista, y no como accidente. Este punto es para pensarlo y para discutir. ¿No es posible transformar el dolor del recuerdo en otra cosa? ¿No es posible recordar de otra manera? ¿No se podría recordarlos a través de acciones que continúen sus luchas truncadas por alguno de los represores de este sistema? ¿Y si todos las 24 de marzo se ocupara una fábrica, o se tomara una facultad? ¿No sería esa una manera de decir "compañeros desaparecidos presentes" desde una acción que prolongue al presente la acción de ellos en el pasado? ¿Y si los recordamos desde el calor de una acción, y no desde el frío de las velas que se prenden por decenas en cada marcha?



Comentá esta nota
¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®