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El CARI y Lavagna, o una usina del establishment Por Enzo Vicentín De significantes y significados Dentro del lenguaje utilizado por todos nosotros al hablar de política se suelen encontrar gran cantidad de términos o palabras que refieren a abstracciones y que no tienen una definición clara. En general en la comunicación hay una comprensión tácita de dichas palabras, pero se sabe que cuando una definición implícita se explicita, aparecen diferencias en la comprensión de la misma mostrando justamente las limitaciones de los consensos tácitos. En este sentido son recurrentes las discusiones surgidas en ámbitos de debate acerca de "qué hablamos cuando hablamos de": qué son los derechos humanos, por ejemplo; qué son los piqueteros; qué es el cambio social. Asimismo, cuando hablamos del "establishment", de la "corporación política" o del "capital financiero" queremos referirnos a grupos de poder formados por personas, pero tenemos serias complicaciones para explicarlos, y recurrentemente terminamos confiando en el consenso tácito establecido para que nos entiendan. Las abstracciones son inevitables. Los conceptos no se encuentran materializados por completo en lugares de la realidad. A veces un concepto ni siquiera cuenta con un referente en la realidad al que podamos conocer a través de nuestros sentidos. Esta es una limitación pero a la vez una potencialidad de análisis: no se puede reducir, por ejemplo, la impunidad en Argentina a la Corte Suprema de (in)Justicia. Esto no significa que ese cuerpo de jueces no sean una expresión de la impunidad, obviamente lo son, pero no son "la" impunidad en Argentina. El peligro de reducir la comprensión de conceptos a los referentes más conocidos, ya sean personas, instituciones, organizaciones, etc., es una práctica muy común que no lleva más que a reduccionismos y malas comprensiones, además de pasar por alto que no todo se presenta a nivel de lo real y lo tangible. Y si no fijémonos en cómo muchos quieren explicar la hecatombe Argentina a través de Menem solamente, o la crisis financiera a través del FMI como único protagonista. Concluyendo con esta idea, creo que no está mal que se tomen referentes de la realidad para dar cuenta de abstracciones como lo son los conceptos, pero tampoco se debe caracterizar al referente como materialización absoluta de un concepto. En este trabajo sobre el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), mi objetivo es mostrar que esta institución es una parte (muy discreta por cierto) de la materialización en nuestro país del poder económico mundial, hegemonizado por los Estados Unidos (vuelvo a aclarar que la materialización no se da por completo en lugares concretos de la realidad; hay puntos de contacto a nivel de la teoría que no pueden establecerse en el plano de lo real, y eso es el gran arma de la teoría). El CARI sería entonces un referente, ya que tiene una sede física ubicada en el primer piso de Uruguay 1037 en la ciudad de Buenos Aires, está formado por personas que viven aquí y es financiado por empresas y organismos nacionales que tienen a su vez una localización geográfica en el territorio argentino. Pero el CARI no es "el" lugar del poder económico mundial en Argentina, más bien funciona solo como un "formador de cuadros" del capitalismo a nivel nacional, lo cual no es poco, pero no lo es todo. El Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) El sistema capitalista domina a través de prácticas pero también de ideas. No voy a desarrollar aquí las ideas gramscianas, pero hablar de lo fundamental que es la formación de ideas, de ideología, es casi una obviedad que sin embargo justifica que hablemos del CARI como un engranaje más en la maquinaria capitalista en Argentina y no como un simple apéndice superestructural de la dominación material. El Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales fue fundado el 15 de Junio de 1978 en la ciudad de Buenos Aires. En el acta constitutiva sus fundadores dicen que el propósito del CARI será "estimular el análisis de los problemas internacionales desde un enfoque nacional", objetivo primario que luego se amplía: "Creemos, además, que el amor por el país, el deseo de verlo mantener un lugar sobresaliente en la jerarquía de las naciones, la adhesión a los valores permanentes de la civilización occidental y la búsqueda de la cooperación internacional para el logro de una paz basada en la justicia, son principios y sentimientos que están más allá de las posiciones políticas individuales". Que lindos sentimientos, ¿no? Una organización fundada en plena dictadura cívico-militar argentina y en momentos de aplicación feroz del Plan Cóndor sobre América Latina hablando de "mantenimiento de la paz" y "adhesión a los valores permanentes de la civilización occidental" es algo difícil de entender. ¡O se entiende muy bien!, acaso el lema de los militares de ese momento no era que "los argentinos somos derechos y humanos" o que el régimen respondía a un modelo "occidental y cristiano". Además, invocar a la "civilización occidental" no es un invento argentino, recordemos que George W. Bush ha manifestado en reiteradas ocasiones luego del atentado del 11 de Septiembre de 2001 que la lucha contra el terrorismo debe ser un compromiso del "mundo occidental". La ONU utiliza y mucho las ideas de "cooperación internacional" y de "mantenimiento de la paz" (que es homónimo al "logro de la paz" que figura en el acta constitutiva del CARI), que no son otra cosa que mentirosas entelequias que decoran los documentos diplomáticos. Con semejante bagaje conceptual, y en el contexto en que surgió, estaba claro qué iba a ser a grandes líneas el CARI. Pero tampoco se podía ser tan explicito en la corriente ideológica a la cual se respondía, entonces aparece una frase de cajón entre sus bases: "el pluralismo y la libertad académica han sido una constante en la trayectoria del CARI, invitando a participar a personas representativas de distintos sectores de opinión y de actividades del país" puede leerse en la página web del CARI (www.cari1.org.ar). Las "personas representativas" que formaron el primer "comité ejecutivo" (órgano mayor dentro de la estructura) del CARI fueron, por nombrar algunas: Nicanor Costa Méndez, canciller durante la última dictadura, conocido por haberlo sido durante la Guerra de Malvinas en 1982; Félix Peña, Subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería en los años 1982 y 1983, luego Subsecretario de Comercio Exterior del Ministerio de Economía durante el menemismo; Carlos Ortiz de Rosas, embajador en Inglaterra durante la dictadura (1980-1982) y Jefe de la Misión Especial para las negociaciones con Chile sobre el diferendo austral bajo la mediación del Papa, cayó parado con la democracia, ya que Alfonsín lo nombró embajador en Francia; y por último nuestro conocido Mariano Grondona, que fue vocal del CARI desde 1978 hasta junio del 83, mientras que en la televisión sentado junto a Bernardo Neustadt defendían a los militares. Si bien algunos de estos fundadores del CARI en 1978 siguen hoy ocupando puestos dentro del comité ejecutivo, como son los casos de Peña, Ortiz de Rosas o el presidente de la entidad Carlos Muñiz (subsecretario del interior en el gobierno de Uriburu, embajador en Estados Unidos con Lanusse, representante ante la ONU con Alfonsín), es cierto que la llegada de la democracia hizo que no se incorporen miembros vestidos de verde sino de saco y corbata…pero que piensen igual. Muchos conocidos de la política nacional o del campo intelectual desde el 83 hasta hoy han pasado (y no casualmente) por las filas del CARI, incluso algunos siguen siendo miembros activos de Consejo. La lista es larga pero cito solo algunos: Natalio R. Botana, reconocido historiador; Oscar Camilión, Ministro de Defensa durante el menemismo, durante su dirección ocurrió la explosión de la fábrica militar de Río Tercero; Felipe de la Balze, directivo del Citibank y el BankBoston, asesor del Banco Mundial; Adalberto Rodríguez Giavarini, canciller del gobierno de la Alianza; Rosendo Fraga, conocido por hablar de política; Jorge Herrera Vegas, ocupó numerosos cargos diplomáticos y fue representante por la Cancillería en Yaciretá en el año 2000; y para otro gran conocido por todos…Fernando De la Rúa. Además de los miembros del Comité Ejecutivo el CARI mantiene un nutrido grupo de asesores, algunos dentro del llamado Comité Consultivo, que es un órgano fijo dentro de la organización, y otros asesores que no figuran en los libros de actas pero que han colaborado en las actividades que desde su fundación el CARI ha desarrollado. Roberto Alemann, ministro de Economía de los militares, es hoy miembro del Comité Consultivo. Alejandro MacFarlane, numero dos de Repsol-YPF en Argentina, participó por el CARI en una serie de encuentros diplomáticos argentino-británicos realizados durante los 80 y los 90. Estos dos casos muestran nuevamente cuál es la línea ideológico-política-económica que defiende el CARI. Como colofón, el "Comité de estudios de negociaciones económicas internacionales" que funciona permanentemente dentro del CARI, y que tiene como director al anteriormente nombrado Felipe de la Balze, tiene como miembros actuales a Daniel Artana (director de FIEL), Jorge Ávila (del CEMA) y Elvio Baldinelli (de la fundación BankBoston, también columnista de InfoBae). El "progresista" Lavagna En la lista de nombres que se dio anteriormente se omitió al actual Ministro de Economía Roberto Lavagna. Este ministro, que hoy forma parte del riñón del gobierno "progresista" de Kirchner, es vocal del CARI desde 1996. Paradójico, ¿no? Un miembro del CARI, es decir de uno de los laboratorios de ideas del capitalismo a nivel nacional, que tiene una línea política de derecha, que agrupa a los economistas del "establishment" y que cuenta entre sus miembros a nefastos personajes del período militar y de la etapa democrática, es hoy la cara de la economía defendida por un gobierno definido como de centro-izquierda. ¿Alguien puede explicar esto? Bueno, a ver, es una de dos: o los miembros del CARI no son todos de la derecha, o el gobierno de Kirchner no es progresista ni por casualidad. Está claro que la segunda opción es la que explica todo. Así es como se comprende que un miembro del CARI, Roberto Lavagna, hace 2 años que dirige los lineamientos políticos del Estado, negocia la deuda con los acreedores privados y los bancos extranjeros, aconseja "ajustar" las tarifas de servicios públicos y sugiere cómo gastar el superávit fiscal. Lavagna es un doble exponente: por un lado dimensiona la gran influencia del CARI en la política nacional (al igual que hombres como De La Rúa y Rodríguez Giavarini han dirigido el país luego de haberse asociado al CARI, lo cual es un hecho muy fuerte); por el otro Lavagna es exponente de un gobierno que, como él, es de derecha. Quiénes sostienen al CARI En este punto, y ya cerrando esta nota, se analizarán los apoyos con que cuenta el CARI. Utilizo la palabra apoyo para referirme a dos clases distintas: por un lado, el apoyo político a nivel mundial con que cuenta el CARI; por otro lado, el apoyo económico que recibe de parte de empresas u organismos nacionales "a los que les interesa el país", como decía Bernardo. La creación del CARI no fue un accidente de la historia, ni una desviación de la época, fue a todas luces parte de un plan llevado a cabo por los grandes capitalistas del país del norte, con ayuda claro está del Gobierno de EE.UU. En 1921, se creó en Estados Unidos el Consejo de Relaciones Internacionales (Council on Foreign Relations, abreviado CFR) con aportes económicos principalmente de la familia Rockefeller. En su página web, el CFR tiene una carta de presentación muy similar a la del CARI, hablando de que es una institución que agrupa a diversos sectores para producir ideas sobre la política exterior de los EE.UU. y del resto de los países del mundo (este documento puede leerse en www.cfr.org/about/mission.php ). En la década del 70, como se sabe, el Plan Cóndor fue aplicado por EE.UU. sobre Latinoamérica para desterrar la "amenaza comunista", como se decía en esa época. Este avance de Estados Unidos sobre el continente se materializó en muchos aspectos (el apoyo a las brutales dictaduras es el más recordado de ellos) de los cuales la generación y desarrollo de "usinas" del pensamiento capitalista en América Latina para la formación de futuros dirigentes, economistas, diplomáticos, etc. que respondan a la línea norteamericana figuraba entre los objetivos del avance. Para apoyar esto con datos concretos, en la página web del CRF el CARI figura como complemento o contraparte en Argentina de la organización norteamericana. El CARI no es la única institución en América latina que ostente ese rango, el CEBRI de Brasil (creado en 1998), el CIIA de Canadá, el Consejo Chileno y el Consejo Mexicano (creado en el 2001) también son consejos complementarios del CRF (en la dirección www.cfr.org/latinamerica/ puede encontrarse esta información, junto con los links al CEBRI, el CIIA, etc.). Volviendo al CARI argentino, este Consejo tiene además de sus miembros nacionales, una larga lista de Miembros Honorarios en el que figuran presidentes y ex - presidentes del extranjero, así como una extensa lista de Miembros Correspondientes, que la componen funcionarios o ex - funcionarios extranjeros como cancilleres o ministros de otras áreas, es decir que no fueron presidentes pero ocuparon cargos públicos. El primer miembro correspondiente del CARI, que se asoció el 24 de Junio de 1978 (tan solo nueve días después de la fundación del CARI), fue Henry Kissinger, ideólogo entre otros del Plan Cóndor. ¿Y el segundo en la lista? Kart Waldheim, en esos tiempos secretario general de la ONU, es decir un títere de aquel momento que mientras hablaba de mantener la paz permitía los bombardeos y las torturas digitados por Estados Unidos. El segundo apoyo al que quisiera referirme es el apoyo económico que el CARI recibe de parte de empresas y organismos nacionales. ¿Por qué figuran organismos, cuando lo más corriente es que el sector privado financie estas entidades? Porque en la larga lista de "instituciones, empresas y personas que han dado apoyo a las actividades del CARI" aparecen la Armada Argentina, el Ejército Argentino, Gendarmería Nacional, los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Neuquén y Salta y….¡¡la SIDE!! Entre las empresas privadas que sostienen al CARI no hay sorpresas, son las mismas que hace tiempo vienen haciendo negocios a costa de los pobres trabajadores que cobran monedas: Acindar, Aguas Argentinas, gran cantidad de bancos privados, Bunge y Born, Carrefour, Cargill, Correo Argentino, Metrogas, Repsol YPF, Siemens, etc. por nombrar apenas unas pocas de una larga lista. Esta información puede encontrarse en www.cari1.org.ar/spanish/memoria/miembros.html. Nota: invito al lector que esté interesado en saber más sobre el CARI y sus vinculaciones con el CFR, a leer el trabajo del economista argentino Adrián Salbuchi, que puede encontrarse en: www.lucheyvuelve.com.ar/arch03/alerta.htm ![]() Comentá esta nota |
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