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Bahía San Blas

Por Miguel Espinaco

     Se fue el Bahía San Blas. Zarpó el viernes, desde la plataforma E del puerto de Buenos Aires con un primer destino de aprovisionamiento en Puerto Rico y con un objetivo final: Haití. "Buenos vientos y feliz derrotero", les deseó el ministro Pampuro antes de la partida.

     El barquito - que tiene en su currículum nada menos que el haber participado en la guerra de Malvinas - lleva en sus bodegas más de 30 contenedores con equipos frigoríficos, grupos electrógenos, cocinas de campaña, plantas potabilizadoras de agua, carpas, un gimnasio, equipos de comunicaciones móviles, combustible, y también cerca de 100 vehículos de todo tipo, entre ellos, blindados a rueda, todo-terreno, camiones, acoplados, jeeps y vehículos para traslado de personal.
Y en sus camarotes, lleva un contingente de 614 militares que van a sumarse a una fuerza del Mercosur que participará de la misión de las Naciones Unidas llamada "Minustah", en el marco de la resolución 1542 de la ONU.

     La Misión de estabilización de las Naciones Unidas para Haití, dirigida por el general brasileño Augusto Heleno Ribeiro Pereira, contará con una fuerza de 6700 militares de 23 países y 1622 policías, y va a reemplazar al contingente de la Fuerza Multinacional Interina que era dirigida por el general de brigada norteamericano Ronald Coleman. El relevo, tiene como objetivo mantener en el poder al primer ministro Gérard Latortue, que ha asegurado que la lucha de su gobierno es en contra de la impunidad, por la promoción y la defensa de los derechos humanos, y por la instauración de un estado de derecho, todo ello después de reemplazar al derrocado gobernante de derecho, Bertrandt Aristide.

     Este asunto de las fuerzas de paz no es nada novedoso. Los norteamericanos decidieron mandar tropas para evitar problemas en su patio trasero y después pidieron el paraguas protector de las Naciones Unidas para disimular un poco sus intromisiones. Las Naciones unidas se alinearon sin chistar a la orden yanqui, y entonces, los obedientes y disciplinados gobiernos del sur de América se dedicaron a poner su granito de arena. El gobierno de Kirchner, entre ellos, pidió a fines de mayo autorización al Congreso y el Congreso, después de algunos devaneos, decidió dar su aprobación. Todo esto es historia conocida, nada nuevo bajo el sol, ya que desde 1991 hasta la fecha, Argentina aportó unos 15.000 hombres a estas supuestas fuerzas de pacificación.

     Lo nuevo, en todo caso, es cómo se integra esta vieja política en los nuevos paradigmas de la gestión K, más precisamente cómo la justifica su supuesta ala centro izquierdista, como la articula en sus discursos llenos de matices levemente antiimperialistas. El rol en la votación y los dichos del diputado Miguel Bonasso son una muestra de esto.

     "Apoyamos el proyecto de enviar tropas a Haití pero no como mera aceptación desligada de compromisos. Queremos que el Congreso se comprometa en la fiscalización de un auténtico espacio democrático en Haití. No toleramos que la misión sea utilizada como antecedente para una agresión contra pueblos hermanos como Venezuela o Cuba" decía el diputado periodista, que al mismo tiempo calificaba como golpe de estado al violento despido de Aristide y sostenía, muy suelto de cuerpo, que "no cabe duda de que la tragedia de Haití parece la condensación extrema de lo que el colonialismo y el imperialismo le han hecho a nuestros pueblos".

     En una carta abierta que publicada por Argenpress y reproducida por la revista Nuevo Rumbo, Henry Boisrolin - Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina - subraya las incomprensibles contradicciones de los dichos de Bonasso. Boisrolin, hace hincapié en la imposibilidad de que Argentina tenga algún peso en la fiscalización de lo que se haga en Haití. Si fuerzas argentinas van a Haití, argumenta Boisrolin, es porque Estados Unidos impulsó esta intervención en las Naciones Unidas, y lo hizo porque quiere estar presente en Haití como lo estuvo siempre, sólo que ahora le hace falta una intervención encubierta porque toda su atención se concentra en el frente iraquí. "Me atrevo a más: - escribe Henry Boisrolin en su carta abierta al diputado Bonasso - sabido es que la dependencia impone a nuestros pueblos una serie de ilegítimas obligaciones a cumplir a favor de los interese mezquinos del imperialismo, obligaciones a las que gobiernos como los nuestros en América Latina son incapaces de sustraerse, por ejemplo, el: pago de la deuda externa".
Con estos antecedentes: ¿como puede esperarse que Argentina fiscalice e imponga el auténtico espacio democrático en Haití con el que sueña Bonasso?

     Sin embargo las contradicciones señaladas no terminan allí.: como Bonasso acepta que el gobierno provisorio de Haití es ilegítimo, la coherencia impondría asumir otra postura alejada de toda intención de enviar tropas, ya que esta decisión avala al actual gobierno ilegítimo dirigido por el primer ministro de facto Gérard Latortue, un ex funcionario de larga data de las Naciones Unidas y que vivía cómodamente en Boca Ratón en Florida, según señala Boisrolin. En ese sentido, las preocupaciones alegadas por Bonasso respecto de Venezuela y Cuba sirven también para desarrollar la polémica: "Curiosamente, los únicos gobiernos del continente que acudieron con ayuda humanitaria significativa y de manera desinteresada -y no envían tropas- han sido los de Cuba y Venezuela" explica el crítico haitiano. Esos gobiernos escapan de ese modo al mandato dictado por los intereses yanquis que es el de "enviar tropas armadas, en el marco del esquema tutelar trazado por el imperialismo. ¡No alimentos!;¡no ropas!; ¡no medicamentos!; ¡no médicos!; ¡no técnicos!". Tropas.

     El debate que propone Henry Boisrolin deja expuestas las flagrantes contradicciones del llamado centroizquierdismo progresista que le lava la cara al gobierno de Kirchner, al mismo que ha conseguido la más regresiva distribución del ingreso de la historia reciente mientras habla de capitalismo serio, al mismo que ha comprometido el más elevado porcentaje de superávit primario con el Fondo Monetario, mientras promete no pagar con el hambre del pueblo.

     El Bahía San Blas zarpó ayer, proa a Haití. Lamentablemente, el diputado Bonasso también les hizo la venia a los 614 efectivos que van a bordo, a los 614 efectivos militares que van a Haití para hacer el trabajo sucio que Bush ordena.



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