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Torres gemelas

Por Enzo Vicentín

     A cualquiera que hubiese preguntado el 10 de Septiembre de 2001 sobre el futuro, sobre lo que iba a ocurrir al día siguiente, le hubiesen contestado cosas que entraban en ese momento dentro de lo estimable, de lo ponderable. Al día siguiente, el 11/9, costaba creer lo que estaba pasando. Las torres derrumbadas, los aviones incrustándose en ellas, la confusión, los otros aviones, el agujero en el Pentágono, las imágenes y la repetición de las imágenes, Bush, los muertos, más imágenes, más Bush, los testimonios y la repetición de la repetición de la caída de las torres. El acontecimiento llamado "atentado contra el World Trade Center" fue un hecho totalmente inesperado -tal vez sí era factible que EE.UU. sea blanco de atentados, como ya lo había sido en sus embajadas en África (1)- pero la espectacularidad del 11 del 9 estaba lejos de la imaginación de casi todos. El acontecimiento fue una ruptura en la cotidianeidad del mundo, que igual siguió girando en el mismo sentido y a la misma velocidad.

     Tomar al acontecimiento como ruptura, como inflexión, demuestra ser cierto, pero no para todo. Es innegable que los atentados del 11 de Septiembre de 2001 sobre suelo norteamericano iniciaron un proceso de realineamiento político a gran escala en donde los Estados y habitantes del mundo debían contestarle a George W. Bush si estaban por él o con los terroristas, porque la cuestión era y es "o son ellos o somos nosotros". El mismo gobierno de EE.UU. experimentó un giro en sus relaciones internacionales, pasando por arriba en sus decisiones a la OTAN, a las Naciones Unidas y a cuanto organismo internacional la manera de lo "políticamente correcto" había valorizado. La economía mundial también entró en una fase de cambios, que hoy tiene como síntomas los altísimos precios de petróleo o el altísimo déficit comercial y fiscal estadounidense, pero que tal vez sea temprano para medir sus consecuencias.

     Por otra parte el 11 de Septiembre también puede leerse en términos de exacerbación, de agudización de procesos iniciados. Exacerbación del mismo George W. Bush, al cual considerábamos antes de las torres gemelas como un animal, un político tosco con pocas luces, y que siguió siendo animal pero con un discurso patriotero que halló el camino para las bombas, las invasiones, y más muertes inocentes. EE.UU. (como se decía en los programas del Mango del Hacha de esos días de septiembre de 2001) encontraba con los atentados una coartada perfecta para encubrir su recesión económica o su creciente desempleo. Y como el futuro lo mostró, quiso encontrar en las invasiones a Afganistán e Irak la salida a un problema económico muy serio, que hoy lo sigue siendo, pero los diarios de hoy están inundados de información sobre seguridad, inseguridad, guerras, atentados, etc. Tal vez estemos ante una exacerbación de la crisis de la economía estadounidense, aunque falta tiempo para asegurarlo. El tema de las noticias es interesante, porque aunque sea un proceso poco visto o denunciado, desde los atentados del 11/9 el gobierno de EE.UU. ha aplicado reformas y creado leyes que avanzan sobre las libertades y garantías del pueblo estadounidense, dando paso a formas de control social sobre su ciudadanía realmente terribles. El proceso hacia fuera de las fronteras fue obvio, restringiendo visas o calificando a los países en rojo, amarillo o verde según no su peligrosidad sino su grado de alineamiento con la política terrorista de Bush y compañía (2). Pero el proceso hacia dentro de la sociedad yankee exacerbó el proyecto de la "sociedad de la vigilancia" y de la inseguridad que hasta en América Latina vivimos, en donde el negocio de las empresas de seguridad, la venta de armas y la paranoia están en crecimiento.

     Seguramente me esté olvidando de muchas, muchísimas cosas que cambiaron o que se profundizaron después del 11 del 9 de 2001. Tal vez esté siendo injusto con las familias de las víctimas del terrorismo de cualquier índole, acá, allá, en Nueva Cork, en Bagdad, en Kabul o en donde sea, familias para las cuales nada será como antes. Pero quisiera cerrar este editorial resumiendo lo que sería la certeza de la locura. Si a vos hoy te preguntan sobre el futuro, sobre lo que va a pasar mañana, seguramente vas a acertar si arriesgás un bombardeo, una masacre, una muerte más en Irak, etc. La locura y la barbarie de la violencia permanente entraron en el universo de lo posible de la mano del imperialismo y sus hijos bastardos. Seguirá mañana entonces la retórica del bien y el mal o del choque de culturas, las mentiras en las noticias sobre Irak, el argumento de la guerra preventiva, el control social sobre todos nosotros -potenciales terroristas para el gobierno de EE.UU.-, las políticas represivas de seguridad en todo el mundo, la criminalización de árabes y negros. Mañana, sobre todo, seguirá estando la barbarie de la dominación sobre los pueblos como el iraquí, sin dudas un disfraz del imperialismo en apuros.

     Y si a vos te parece que ganando el demócrata John Kerry la cosa se termina, que la salida de Bush de la Casa Blanca marcará un cambio en la política yankee, si vos pensás que Kerry es otra cosa te digo desde ya que no (3). La única diferencia entre Bush y Kerry son los matices en cómo administrar la guerra, pero la guerra es un presupuesto para los dos. Estas dos torres hace más de un siglo que digitan invasiones o contrarrevoluciones defendiendo los intereses del capital. Estas dos torres que son el Partido Republicano y el Partido Demócrata son en esencia tan gemelas como las que se cayeron. Y estas gemelas que siempre estuvieron en la política estadounidense continuarán prolongando mañana y por los próximos 4 años la barbarie de la guerra y el mundo capitalista.


(1) El 7 de Abril de 1998 dos bombas estallaron frente a las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania. Los explosivos causaron la muerte de 231, entre ellas 12 estadounidenses. El juicio a los acusados se resolvió, no por casualidad, en Octubre de 2001, tan solo un mes después del atentado en Nueva York. La justicia de EE.UU., como puede verse en las noticias de ese momento, se apuró a condenar a los 4 acusados (un jordano, un saudí, un tanzano y un libanés) relacionándolos directamente con Bin Laden (y Al-Qaeda), que después del 11 de Septiembre de ese año se había convertido en el enemigo público nº 1 del gobierno yankee.

(2) Un dato innegable es que todos los sospechosos por los atentados contra las torres gemelas eran islámicos de muchos países, pero entre ellos no había ni un solo iraquí y menos un afgano. Mientras estos pueblos fueron invadidos, Arabia Saudita por ejemplo nunca recibió una bomba porque su gobierno es aliado de EE.UU.

(3) Tanto en su programa como en sus declaraciones Kerry ha asegurado que la ocupación del territorio iraquí o afgano seguirán. Según él en términos distintos de los actuales (léase integración de la ONU a la administración por ejemplo), pero seguirán. Además nada parece indicar que la política hacia el interior de EE.UU. en materia de seguridad vaya a cambiar. Por el contrario, Kerry expresa un terrible continuismo de la política norteamericana post 11 de Septiembre.



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