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¿No seremos nosotros los que pedimos la piña? Por Gabriela Invinkebried Nos sorprendemos a diario con las actitudes que hoy presentan nuestros niños y adolescentes en las escuelas. Nos preocupamos por la enorme carga de violencia con la que resuelven conflictos con sus pares y mayores. Como en el caso de Carmen de Patagones o acá nomás en las escuelas periféricas - como la de Lourdes por ejemplo - donde un chico apuñala a otro con un tramontina a la salida del colegio. Quisimos hablar con una persona que nos baje algunos lineamientos para poder entender, echar un poco de luz, a cuestiones que se nos están yendo de las manos. Diego Preziuso, psicopedagogo y master en salud mental, quien hoy trabaja con niños y adolescentes en conflicto social, respondía así nuestras preguntas. MdH: Esta violencia que estamos viendo ¿son hechos aislados? Diego: No es que sea que justo ahora en este momento que se desataron un montón de chicos un tanto díscolos y empezaron a realizar actos violentos. A cada acto violento hay que entenderlo en particular, pero podemos hacer una lectura en general. Se habló de la violencia en el deporte, en las calles, las condiciones de inseguridad, las manifestaciones de un malestar social en general, todos estos son actos que están hablando, diciendo algo agresivamente, violentamente.
¿Desde cuando la escuela se pregunta por el tema de la violencia, la agresión, la violencia escolar? A partir de la década de los 90 esto pasa a ser un tema urgente. Previamente los temas de los congresos y los grandes encuentros en torno a la educación, tenían que ver con líneas teóricas, metodologías, problemáticas particularmente desde lo pedagógico. Pero ahora los interrogantes giran en torno a una escuela que se encuentra con la exclusión, con la marginación creciente, y hasta se tuvieron que inventar categorías sociales como los "nuevos pobres", para hablar de las consecuencias de la política y del neoliberalismo en concreto. La escuela también está resonando esto, así que podríamos pensarlo como una cuestión que tiene que ver con un marco general, con un marco que da la época. Si lo tomamos como un emergente de la sociedad, no cualquiera es un vocero de algo. Tiene que ver con ciertas condiciones de asumir este lugar y desde ahí actuar. Por eso son algunos chicos los que hacen esto, algunos sujetos que pueden hacerlo, y en cada caso hay que escuchar qué es lo que te dice en particular.
Antes la problemática era de disciplina, pero ahora se trata de actos violentos, concretos, de alto nivel, digamos, donde hay sangre, donde hay muerte. Los problemas de disciplina de que un chico no quiere formar en una fila, que pega el chicle en el banco o que rompe un vidrio, siempre pasaron y van a seguir pasando. Después, cuando hablamos del golpe, del maltrato, de niveles de segregación muy fuertes, es un tema que está pasando ahora y que antes no pasaba tanto. MdH: ¿Puede ser que los niños se sientan desprotegidos ante sus propias necesidades y no tengan a quien recurrir y, cuando actúan sólos, lo hacen mal? Diego: Para pensar un poco la problemática ésta, uno trata de tomar algún instrumento que te ayude a leer y a entender y a pensar estrategias. Yo pienso que hay un eje de análisis, que tiene que ver con la ley - o sea la norma - la trasgresión y el castigo.
Y desarrollo el último tópico que es el castigo, la sanción: ¿qué tipo de castigo y para qué? ¿hay una autoridad que pueda ejercerlo? ¿esta autoridad es reconocida? ¿por qué no hay autoridad? Esto hay que preguntar: los padres, la iglesia, el gobierno que cada uno tiene como referente. Pero tenés la iglesia donde tenés los referentes muy cuestionados.
MdH: ¿Acaso el menor se siente desprotegido? ¿Sus padres son responsables? Diego: Vivimos en una época donde la autoridad paterna o la función paterna, más precisamente, está en crisis, toda la sociología lo está planteando ¿Qué significa esta crisis de la autoridad paterna? Desde alguien que cumple la función de proveedor de un grupo y que puede contener a este grupo y dar cierto orden, el trabajo es un gran regulador de la vida cotidiana. Uno se organiza toda su vida en torno al trabajo, desde la vida amorosa, la vida filial, la laboral, toda la vida se organiza en torno a esto. ¿Qué pasa cuando se corre este lugar de lo laboral, de la capacidad de producción, de la producción de riqueza donde uno se reconoce en el producto, porque el producto es valioso?
MdH: Un chico con estas actitudes en una escuela... ¿qué respuesta se le debe dar para proteger la integridad de los demás niños, viéndolo desde el punto de vista de los padres? Diego: Primero, si vemos este chico que es un emergente que por su particularidad de personalidad pasa a un acto violento, condenado, sancionado, castigado. Se castiga para que vuelva la norma, no es un castigo por un castigo. Para que vuelva a un orden, a una ley, a un código de convivencia, etcétera. Tampoco se le tienen que cargar todas las tintas al pibe como que es el único malo de la película, también él es víctima, por el análisis que veníamos haciendo.
Recurrir a estrategias, ver cómo se para la institución, los docentes en concreto, frente a este acto: se lo condena? se lo excluye? se lo saca? ¿El problema queda afuera o se buscan estrategias de solución donde se instrumenta lo mejor posible? Hay que ver después cada realidad, donde tienen que estar implicados también todos los demás, no excluirse del acto violento sino ver si uno es el causante también, si no es provocador de ese acto violento, si uno no es el que pide la piña, uno docente o escuela, si no es uno el que pide también esto al no escuchar, al no entender qué es lo que está pasando. Porque estamos hablando del acto, yo entiendo también que hay causas que van a dar motivo a este acto y que se puede trabajar desde lo intrainstitucional o tirar el problema afuera.
MdH: ¿Llega un momento en que ese pibe ya no le importa a nadie? ¿No hay nada del otro lado que equipare estas cosas? Diego: Desde la política a los gobernantes esto no les importa mucho, en lo concreto no hay políticas que atiendan a eso, incluso el instrumento para algunas políticas es seguir manteniendo la ignorancia, la marginación y la exclusión. Yo creo que lo que nos están diciendo los pibes.... nos están tirando a la cara la realidad, ellos nos devuelven todo esto a lo que nosotros hacemos oídos sordos. Parte de esta marginación es como que el chico dice yo estoy acá y de alguna manera yo me voy a hacer presente. Acá estoy, de la manera más violenta. Mientras que nosotros nos sigamos haciendo los giles, esto se va a hacer cada vez más crudo. ![]() Opiná sobre esta nota |
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