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De lejos, de cerca Por Enzo Vicentín La distancia temporal que separa a los acontecimientos y procesos sociales de sus interpretaciones posteriores es a veces calificada como necesaria por muchos investigadores para acertar en el análisis. Esa posición me parece incorrecta, pero al mismo tiempo tampoco coincido con los trabajos sobre la historia reciente que tienden a cerrar procesos como el abierto en Diciembre de 2001 cuando es evidente que las réplicas se ven y se verán por mucho tiempo más (1). Otra distancia, no tan considerada como la temporal, es en algunas oportunidades, más reveladora para entender qué esta pasando: estoy hablando de la distancia espacial. Cuando algunos se horrorizan porque los estadounidenses reeligieron a Bush, se olvidan por lo menos de dos cosas: la primera, que la información publicada por los grandes medios de comunicación estadounidenses acerca de, por ejemplo, la guerra con Irak, está terriblemente distorsionada -como muestra, las imágenes de los féretros de los soldados muertos tardaron meses en publicarse- y la formación de la opinión pública sigue el slogan oficial: ellos o nosotros. La segunda, se olvidan que el año pasado acá, en Argentina, a Carlos Menem lo votaron 4 millones y medio de personas, lo cual fue seguramente inentendible para cualquier brasileño o colombiano que sepa algo de lo que pasó en nuestro país en la década del `90. Pero no es Estados Unidos, sino Uruguay el motor de esta reflexión. Allí, el Frente Amplio ganó las elecciones presidenciales por primera vez, rompiendo con un bipartidismo histórico de blancos y colorados. Sin mucho esfuerzo cualquiera pudo darse cuenta que algunas posturas del partido conducido por Tabaré Vásquez son indicios de que su camino transcurrirá por las sendas del progresismo, utilizando las herramientas que ya usaron Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, y no de la izquierda como algunos medios nos plantean.
Esta crítica al Frente Amplio no reduce en nada mi satisfacción por la movilización del pueblo uruguayo, y el respeto por su decisión de apostar a un cambio en el rumbo del país. La movilización no solo es positiva, sino que será fundamental para cuando el Frente Amplio empiece a andar por los andariveles del poder. Que se entienda, dando vuelta los elementos, eso no impide llamar la atención sobre el hecho de que la evolución del Frente Amplio es un proceso comparable al del Partido de los Trabajadores brasileño. Ambas construcciones partidarias evolucionaron de un pasado más radical y comprometido con el cambio de la sociedad a un presente en que los principios originales se han "lavado" a medida que el poder está más cerca. Esta reflexión sobre lo ocurrido del otro lado del río Uruguay disparó un interrogante en mi cabeza: ¿Por qué desde aquí en Argentina se ve claramente el carácter que tendrá el gobierno del Frente Amplio, o que tuvo el gobierno de Lula al asumir, cuando en cambio a muchos (y me incluyo) nos costó percibir las líneas principales del gobierno de Kirchner cuando éste comenzaba, y por lo tanto a vacilar en su caracterización inicial? (2) ¿Tiene que ver la distancia espacial en esto? ¿Las fronteras nacionales nos dicen algo? Creo que si. La idea que sostengo es que la incidencia de un mercado nacional de mercancías, información y publicidad sobre la percepción de la realidad que tienen los actores sociales no dominantes que piensan y actúan dentro de ese mercado es abrumadora.
Analizar lo que pasa en la realidad "desde adentro" coloca a los actores sociales no dominantes en una delicada posición de actuar, pensar y decidir en un escenario de distorsión, ocultamiento y falta de claridad permanentes. Somos parte del mercado, y lo sufrimos. Y como el funcionamiento de ese mercado no se limita a períodos concretos, aunque a veces se exacerba como en las campañas electorales, me parece sumamente importante resaltar el hecho de que los actores sociales "de adentro" actúen en condiciones mucho más dificultosas o sucias en comparación a los actores sociales que observan lo mismo "desde afuera" de las fronteras. Porque, en definitiva, y siempre que Estados Unidos no piense lo contrario, el futuro de Brasil estará en las decisiones de los mismos brasileños, y el de Uruguay en manos de los uruguayos. Si los actores sociales protagonistas entienden de manera fragmentaria y recortada la realidad de la que son parte en comparación con los observadores externos de esa realidad, estamos ante un problema que da para pensar. Y ante un desafío para enfrentar acá en Argentina como actores sociales no dominantes que somos. (1) Actualmente una corriente de intelectuales del campo progresista expone en sus producciones que el ascenso de Kirchner ha puesto fin al proceso abierto con la caída de De la Rúa. En muchos, por no decir todos los casos que me imagino, no encuentro elementos que permitan asegurar eso. Por el contrario, me parece que tendremos manifestaciones "hijas" del Diciembre de 2001 por bastante tiempo. (2) Aunque debe aclararse que el proceso de ascenso del kirchnerismo no es comparable al del Frente Amplio o del PT en Brasil. Aquí Kirchner utilizó prestada la estructura de Duhalde para la campaña, y a su aparato propio lo formó sobre la marcha de su gobierno. Sin dudas son condiciones muy diferentes de ascenso de los partidos citados en Uruguay o Brasil. (3) No sé si será porque también es ministro de economía, pero el proceso de "maquillaje" que aquí en Argentina se hizo sobre Roberto Lavagna es ejemplar. Para los orígenes liberales de Lavagna, se puede consultar "El CARI y Lavagna o una usina del establishment". ![]() Opiná sobre esta nota |
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