¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®

Seguro Silva & Delfina Contreras

    Hubo que debiera haber habido un emperador chino que soñaba que era un bicho canasto que soñaba con ser mariposa que soñaba ser inmortal. Al amanecer dicho emperador se despertaba indefectiblemente en el jardín del palacio subido al cerezo. De la levedad de ser mariposa en el territorio de sus sueños, aquel hombre despertaba preso de un cuerpo desproporcionado, el emperador chino en cuestión tenía problemas glandulares y una severa carencia afectiva que suplía morfando y bebiendo. Bajarlo del cerezo todas las mañanas representaba un problema que comprometía a muchas personas. Para bajar al voluminoso emperador del árbol hacían falta 12 chinos fuertes que no podían entender como aquel honorable cerdo conseguía subirse tan alto. Las elucubraciones les duraban poco a aquellos infortunados, porque después de bajar al emperador eran pasados a degüello. Todos los días el tipo soñaba que era un bicho canasto que soñaba con ser mariposa por toda la eternidad y amanecía en la copa del cerezo. La dignidad del emperador se lavaba con sangre, la sangre de aquellos inocentes que hacían el esfuerzo de bajarlo.

    Los consejeros imperiales se pusieron a pensar en una solución y no se les ocurrió nada, al que sugirió que corten el cerezo al cual se subía inexplicablemente el emperador casi lo matan porque aquel árbol ancestral era sagrado y no podía cortarse, sólo quedaba una solución, buscar a la dama de los sueños, la temible Chung Lee que vivía como una ermitaña en algún remoto lugar del vasto territorio chino. La fueron a buscar, la encontraron y la trajeron a pesar suyo para que cure al honorable sonámbulo. Chung Lee no se llevaba muy bien con la autoridad, pero como le dijeron que sería ejecutada si no curaba al emperador no tuvo otro remedio que poner manos a la obra. La idea de la dama de los sueños era extender aquella cadena de criaturas soñadoras que eran soñadas a diario por el obeso oriental, primero era soñado el bicho canasto, y después ese bicho soñaba que era mariposa, que a su vez soñaba con ser inmortal, hacía falta que el emperador incluyera otra criatura y Chung Lee pensó en un elefante. El último animal de aquella recurrente seguidilla debía ser un paquidermo, en parte la elección estaba ligada a una venganza de la dama que no fue discutida. Para llevar a cabo su plan bombardeó el imaginario del soñador con abundante iconografía de elefantes. A la final el método dio resultado pero la fatalidad metió las uñas. El emperador se acostó con un pijama estampado con muchos elefantitos, sobre sábanas con el mismo dibujo y soñó como siempre que era un bicho canasto que soñaba ser mariposa que soñaba con la inmortalidad que, esta vez, fue interrumpida por la infortunada pata de un pesado elefante que, transido de dolor por haber asesinado a un noble insecto, se morfa medio cerezo y se muere porque dicho elefante es alérgico al cerezo. Por ende el emperador amaneció muerto al pie de lo que quedaba del árbol ancestral.

    A Chung Lee la ejecutaron lo mismo, pero el emperador no tenía descendencia así que una nueva dinastía, física y psíquicamente más estable, trajo buenaventura y esperanza al imperio chino, al punto que empezaron a invertir plata en América Latina.

Libertad a Seguro


    ¿En qué momento alguien se transforma en un miserable? ¿Cómo se da la mutación, si es que la hay, de una persona equilibrada a un asco de gente que nadie soporta?

    Decir que el ser humano tiene tendencia a la corrupción es una animalada, por eso vamos a referirnos a Ricardo, hipotético ser que nos servirá a modo de ejemplo. Ricardo es un hombre de mediana edad que vive a los saltos, económicamente hablando, sus ex-parejas dicen que es un tipo amable, amable en el sentido de ser pasible de amor, de ser amado. Ricardo es un perdedor que parece que gana y no gana nunca y cuando gana de verdad no se da cuenta porque el tipo sólo piensa en zafar y se olvida de lo importante y cada vez lo quieren menos, básicamente porque Ricardo cada vez se quiere menos, y así el hombre se transforma gradualmente en un miserable sin darse cuenta. Las personas de su entorno lo advierten pero no le dicen nada, su pareja se lo dice y Ricardo primero se enoja, después lo piensa y se aviva, abre los ojos, se mira al espejo y quiere suicidarse pero no lo hace, decide cambiar, y de verdad pone empeño en hacerlo, pero el pobre tipo no tiene un guía adecuado y termina perdiéndose de nuevo. Su pareja, que lo quiere en serio, empieza a cansarse y todo va barranca abajo en cámara lenta. El pobre Ricardo es un hombre que se corrompe en el sentido decadente del término, se degrada, se hunde y da manotazos de ahogado que a casi nadie le importan. ¿Y ahora? No se preocupa señora, Ricardo no se mata, sigue, porque el impulso de vivir es más fuerte y hace planes y tiene proyectos y quiere a los que lo quieren y se cuida, como de mearse en la cama, para no caer en la tentación de dedicarle más tiempo al proceso natural de corrupción del ser humano.

    La vida es bella, lástima uno.

Libertad a Seguro


      Si digo que soy las palabras que digo
      digo poco
      también soy las palabras
      que dicen que soy
      y las palabras
      que voy a decir mañana
      las que dirá mi hijo
      y las tuyas
      esas que todavía no dijiste*

      Delfina Contreras, del libro "Puta madre", aún inédito.


      *(En la versión española para España y países de habla no argentina léase, haz dicho)


Opiná sobre esta nota
¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®