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El Armagedón según Willis

Por Javier González

"es la hora de Armagedón, un torneo definitivo entre las fuerzas del bien y el reino de las tinieblas. La efusión de la sangre del enemigo pasa a ser cifra tortuosa de la rendición, torturar es un generoso acto de servicio".

Ferrari Dixit

    La exhibición retrospectiva de la obra de Ferrari había recibido al 10 de diciembre, la visita de 17.000 personas amantes del arte y unos pocos de la destrucción, la violencia y la intolerancia.

    Continuando la polémica, Ferrari expuso su pensamiento en una nota que fuera publicada en Página 12, el viernes 10 de diciembre de 2004.

    Lo que sigue, lo que sigue, es un extracto de ese pensamiento que aportamos para el debate.

    "Quisiera explicar que las obras que más cuestiona la Iglesia, expuestas en el Centro Recoleta, son sólo una forma de expresar una opinión sobre la tortura".

    "Desde el Evangelio hasta el Catecismo oficial de la Iglesia, el cristianismo anuncia que las almas de los muertos en pecado mortal -y más adelante sus cuerpos resucitados- son torturados en el infierno. Esa idea, el castigo al diferente, recorre nuestra historia y ha originado diversos exterminios: aborígenes, judíos, brujas, herejes, vietnamitas, iraquíes."

    "Dado que los infiernos pintados por los artistas del Cristianismo no originan ninguna reacción que condene los suplicios a nuestros semejantes, pensé que una forma de resaltar su crueldad, de lograr que el espectador comprenda la realidad de esa característica de Occidente, era copiar esos infiernos pero reemplazar a los seres humanos por los santos y vírgenes que los crearon o difundieron".

    "Aquella idea produce una singular reacción de la Iglesia: después de siglos de difundir y apoyar los infiernos pintados en sus iglesias, donde se muestran suplicios a gente como nosotros, se ofende y rechaza los infiernos cuando los que sufren son pedazos de yeso y plástico. Espero que con el tiempo la Iglesia extienda su rechazo a los tormentos pintados por el Bosco".

    "Mi intención no ha sido molestar a los creyentes que no creen en las tierras de los diablos. Mis obras están destinadas a la Iglesia y a quienes la acompañan en la amenaza del castigo a los supuestos 'pecadores'".

Monseñor Pío Laghi, después de bendecir las armas del ejército en Tucumán, 1975.

(C175 Ningún ideal se hace realidad sin sacrificio. -Niégate. -¡Es tan hermoso ser víctima!, Escrivá de Balaguer)

Introito

     La polémica abierta recientemente con la Iglesia Católica en torno a la exhibición retrospectiva de la obra del artista plástico León Ferrari, pone nuevamente en discusión el tema del dogma y su posibilidad o no de cuestionamiento.
Discusión que tiene muchas aristas, pero que fundamentalmente habría que encarar por el lado de la construcción de una sociedad pluralista donde las llamadas "cuestiones de fe" no intenten imponerse al conjunto social.

     Esta polémica de Ferrari es una excepción al reclamo que el italiano Gianni Vattimo hacía a la izquierda, acerca de la necesidad de discutir la religión, fundamentalmente en aquellos aspectos en que se vuelve absolutamente regresiva e intolerante, superando el estado de "coexistencia pacífica" entre ambas concepciones.

     Dando el puntapié inicial del debate, y a modo de ejemplo, Váttimo decía que para la Iglesia Católica "el sexo existe sólo para la reproducción...lo que convierte a la masturbación en un equivalente de los campos de exterminio nazis".

Il cavallino rampante

     Recientemente, el Cardenal Bergoglio realizó un llamado a censurar la exhibición de la obra del artista plástico León Ferrari, exhortación que tuvo rápido eco en la justicia, no divina, sino bien terrenal y bien vinculada a la política católica, que inmediatamente clausuró la muestra.

     Lo que antes no había causado ningún problema ahora, a partir de la intervención de Bergoglio parece irritar sobremanera a los partidarios de Cristo rey.

     El tema de la religión,

No-coito

    Este es un país católico, suelen decir como para dejar zanjada todas las discusiones cada vez que se cuestionan algunas de las políticas que lleva adelante la Iglesia Católica. Pero lo cierto es que si bien la amplia mayoría del pueblo argentino se define por el cristianismo y por el catolicismo en particular, la mayor parte profesa una mixtura de creencias, dentro de la cual juega un rol importante el paganismo y la "religiosidad popular".

    Según datos aportados por Fortunato Mallimaci, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, en un artículo publicado en Le Monde Diplomatique en enero de 2000, "En Argentina existe un activo y vital "mercado religioso" que ha quebrado el monopolio católico en los sectores populares. Asistimos así a una profunda reestructuración del catolicismo, de la que los últimos datos muestran algunas tendencias. Un estudio reciente indica que "entre mayo de 1991 y noviembre de 1997 la proporción de quienes se identifican como católicos pasa del 83 al 89% al tiempo que disminuye el de los que se definen como ateos (pasa del 11 al 5%). Del resto de los entrevistados un 4% se declara evangélico, un 1% judío y otro 1% protestante" . Estos datos pueden también verificarse en el primer trabajo sistemático de fines de los ´90 sobre el mapa actual de las creencias. Los autores estudian el municipio de Quilmes (poco más de 500.000 habitantes), en el conurbano bonaerense (9.000.000 de personas) para conocer cómo se combinan comportamientos y creencias religiosas según sexo, estrato social y pertenencia institucional . Los resultados son concluyentes: una abrumadora mayoría de la población (93,6%) cree en Dios. El catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria (77%). Se percibe un crecimiento del campo evangélico (10,2%), que se eleva al 22% en sectores populares. Sólo el 7,2% de los católicos participa del culto casi siempre, mientras que un 45,1% lo hace de vez en cuando y un 37,8% no participa. En los grupos evangélicos aparece una mayor ligazón entre adhesión y participación. Mientras que sólo el 2,3% de los católicos forma parte de núcleos activos, en el caso de los evangélicos se eleva al 25,1% y sólo el 18,4% no participa en las actividades religiosas. Es decir que para una gran mayoría de los ciudadanos el catolicismo aparece como un gran dador de identidad social y cultural".

    Mas allá de estos datos, la escasa adhesión -en comparación con la recibida por la obra de Ferrari- dada a los partidarios de "Cristo Rey" que se ensañaron violentamente contra la obra artística y contra las personas que se encontraban presenciando la muestra en el Centro Cultural Recoleta, muestra a las claras que este sector radicalizado es absolutamente minoritario, incluso dentro de la misma Iglesia Católica. Es de esperar que esta situación siga siendo así, y para que esto ocurra la alta jerarquía eclesiástica deberá reflexionar profundamente acerca de su comportamiento, porque sabido es que cuando se juega con fuego es porque han aparecido los inquisidores.

del dogmatismo y del cristianismo en particular, es algo que Ferrari viene trabajando desde hace años, y sus obras datan de unos cuantos años atrás. Incluso durante el 2003 fueron expuestas en el MALBA.

     Provocador, sí, pero con la conducta militante, la consecuencia y el compromiso con la vida que hoy pocos tienen; expresaba en un reportaje publicado por la revista Fin de Siglo (mayo de 1988), que "la idea del monoteísmo es una idea fascista: el dios que es único. No tenés elección, es el Dios terrible e ineludible".

     "De todas maneras, cualquiera de ellos (en referencia a Videla y Hitler) nunca podrán alcanzar el grado de crueldad de Cristo, cubierto con ese disfraz de bondad está constantemente con la amenaza del infierno....hasta los campos de concentración de Hitler desaparecen ante la eternidad de la tortura del fuego de ese campo de concentración a dónde irá a parar la gran mayoría de toda la humanidad presente, pasada y futura, por no amar a Cristo. Ninguna masacre humana puede compararse con las matanzas de Jehová".

     Ferrari critica el pensamiento judeocristiano por totalitario, por absoluto. Y ese totalitarismo que Ferrari critica es el que los grupos católicos que atacaron y destruyeron sus obras, practican diariamente. Ferrari se para desde el pensamiento judeocristiano, interpretando su lógica y critica: Sodoma y Gomorra, el diluvio, etc, etc son grandes matanzas realizadas por Jehová al contradecirse su pensamiento. Este es un Dios autoritario, totalitario, y por lo tanto fascista. Cristo, el hijo de Dios, promete el paraíso para aquellos que sigan su dogma y condena al infierno a quienes no lo sigan. Todo esto detrás de una máscara de bondad absoluta.

     Ferrari critica la esencia autoritaria del pensamiento judeocristiano y lo identifica con las dictaduras genocidas porque ve en ellas su concreción.
Para Ferrari el pensamiento de Videla es un pensamiento cristiano porque condena lo diferente y propone el infierno para todos aquellos que no acepten "hacerse amigo de su Dios". Más allá de las fuertes comparaciones que realiza ex-profeso Ferrari para exponer su pensamiento, es obvio que desde el dogmatismo no se acepta pero se termina afirmando lo que él dice: Vos decidís si aceptás o no a Dios, pero si no lo hacés te pudrís eternamente en el infierno.

     El cristianismo y las demás religiones, al presentarse como dogmas, verdades absolutas, se excluyen las unas a las otras y se transforman en algo muy peligroso si lo dogmático absoluto e intolerante se hace carne en millones, es decir si se profundiza la "restauración católica" de Juan Pablo II y el Opus Dei.

     El cristianismo que declaman estos grupos católicos es sectario y totalitario. Absoluto e incuestionable, no da lugar a expresiones diferentes aunque se manifieste a favor de una supuesta libre expresión y no se queda allí nomás sino que sanciona la diferencia, descalifica. Y aquí radica el problema. Aceptar realmente las diferencias como válidas implicaría aceptar que el dogma no es una verdad absoluta. Para no caer en esto se aferran tanto a él que no ven más que mentiras e injurias producto de una "maldad" incomprensible en todas aquellas personas que se atreven a cuestionar su "validez universal".

     "Si no fuera ateo, decía un amigo mío, estaría convencido de lo que un personaje de Sábato explica en "Abbadón el exterminador", al principio del tiempo fué Lucifer el que venció a Dios y lo tiene cautivo. Su mayor engaño fue hacerse pasar por él".






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