Bandeja de entrada Mónica Murió Mónica Ojeda y nadie puso un aviso en el diario. ¿A quién le importaba Mónica Ojeda? Mónica Ojeda, que llegó al hospital con una infección de cuatro días y no pudieron parársela. Mónica Ojeda, que cometió la estupidez de hacerse un aborto con una carnicera que después desapareció del barrio. Mónica Ojeda, que antes de morir tuvo la grandeza de declarar que se lo había hecho por su cuenta, que nadie de su familia lo sabía, y consiguió así que soltaran al marido, al que habían tomado preso. ¿No sabías, Mónica, que el aborto es un crimen y un pecado mortal? ¿Que los hijos son una bendición de Dios y si tenías cinco bien podías tener seis? ¿Que por eso y para eso ustedes son proletarios? ¿No sabías, Mónica, que las señoras, si no quieren, no se embarazan? ¿Que cualquier médico te puede explicar (ah no, en el hospital no, lo bueno hay que pagarlo) que existen procedimientos anticonceptivos muy seguros? ¿Y que si, por uno de esos accidentes de los que nadie está exento, una queda embarazada, se puede conseguir un aborto con el mejor médico y en el mejor sanatorio, con todas las garantías de la asepsia? En verdad, Mónica, eras muy ignorante. Y sin embargo habías tenido la ocurrencia, hace unos meses, de ir a la escuela. ¡A tu edad! ¿Que pretendías? ¿Progresar en la vida? ¿Ascender de clase? ¿Capacitarte para educar mejor a tus hijos? Pero Dios castigó ese acto de soberbia: el trabajo escaseaba y tuviste que abandonar. Es que tenías muchas pretensiones, Mónica. No conocías la virtud de la resignación... No sé por qué estoy tratándote de vos, Mónica, yo que siempre te traté de usted. Porque nunca fuimos amigas. ¿Cómo íbamos a serlo? Vos eras tan joven y yo soy casi vieja. Vos tuviste que dejar la escuela y yo fui profesora de la universidad. Vos venías a limpiar mi casa de Martínez y yo nunca hubiera visitado tu casilla de Maquinista Savio. Vos estabas tan linda con la ropa que ya no me servía y yo me sentía tan generosa cuanto te la daba. O cuando les mandaba a tus chicos libros y revistas que a mi me regalaban. O cuadernos y lápices que no iba a usar porque (¿tampoco lo sabías?) ahora los apuntes se guardan en disquetes. Mónica Ojeda, con nombre y apellido, mucho más que un número para una estadística, en verdad cometiste un crimen y un pecado mortal: naciste pobre.
Música para sordos Quisiera aportar con mi trabajo desarrollado con buenos resultados en el ciclo lectivo 2003 en la escuela para niños sordos e hipoacúsicos Nº 503 situada en la localidad de Lanús, Pcia. de Buenos Aires. La propuesta trata de un sistema de composición, interpretación y dirección musical basado en una escritura analógica; los alumnos con que hemos trabajado cuentan con las edades de 6 a 18 años. De llegarles a interesar la propuesta, no tienen mas que requerirla que gustosamente se las haré llegar. Muchas gracias Guillermo Ayos
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