Piedra libre detrás de Chabán

por Miguel Espinaco

"Cárcel a Ibarra", decía uno de los carteles que se veían en una de las tantas movilizaciones que familiares y amigos de las víctimas de Cromagnón realizaban a finales de abril. "¿Hasta cuándo debemos soportar una Justicia para ricos y poderosos, para los funcionarios políticos, y otra para el pueblo trabajador y pobre?", decían los volantes que arrojaban en la entrada principal del edificio judicial.

La semana pasada, se conoció la decisión judicial que eximía de prisión preventiva al empresario Omar Chabán, que podría entonces esperar el juicio oral en su casa. La noticia causó gran revuelo, se sumó inevitablemente a la previa liberación de María Julia Alsogaray, y se subió a la tapa de los diarios. Y tapó todo.

Bronca, represión, discusiones sobre si el gobierno podía o no criticar la medida judicial sin violar la división de poderes, per saltums, opiniones en un sentido o en el otro, y hasta el anuncio de una nueva movilización de Blumberg, fueron la comidilla mediática por estos días.

"Tenemos a este señor Omar Chabán, que es el responsable, entre otros, de todos esos jóvenes que fueron a disfrutar de un festival de rock. Esa gente no puede estar libre. Tiene que estar detenida hasta que se le haga el juicio" dijo Blumberg para aprovechar el ángulo antigarantista con base popular que posibilita el hecho. Kirchner calificó el asunto como "una bofeteada vergonzante para la sociedad argentina" y recordó que además de presidente es un ser humano, dato que sirve para elevar su imagen positiva.

El ministro del Interior, Aníbal Fernández habló de la "profunda preocupación" que el fallo causó en el gobierno y hasta se animó a meterse en los recovecos jurídicos de la causa: "Existe semiplena prueba y elementos suficientes para que se revea el fallo" dijo.

Todos hablaron. Entre el raudal de palabras, es bueno también observar los silencios: ninguno de estos figurones, se acordó de Ibarra.

Detrás de las noticias

En la causa Cromagnón, que acumula a la fecha unas 180.000 fojas, hay hasta el momento dos detenidos: Omar Chabán - ahora excarcelado pero preso, porque su abogado recomendó no pagar la fianza - y su colaborador y presunto jefe de seguridad del local, Raúl Villarreal, ambos procesados por 193 casos de homicidio con dolo eventual, un delito con penas de entre 8 y 50 años. Están procesados también, por delitos con penas menores a los 3 años de prisión, seis ex funcionarios del gobierno porteño, cinco policías federales, y el manager y el presunto jefe de seguridad del grupo Callejeros.

El inicio del debate público involucró por un lado la criminal irresponsabilidad empresaria - que para hacer más plata llevó la inseguridad hasta el drama - y la complicidad estatal que habría hecho la vista gorda ante el peligro, por el otro. Los meses pasaron y el gobierno de Aníbal Ibarra se fue despegando de la historia.

El fragor de los primeros días, lo mostró al jefe del estado porteño dando explicaciones ante su legislatura, ante los familiares de las víctimas y ante las cámaras de televisión. La transparente responsabilidad del Estado en un hecho de tamaña magnitud, la evidente complicidad para que un local en esas condiciones funcionara, había puesto en el banquillo al Estado socio menor de los empresarios y con él, obviamente, a su responsable actual Aníbal Ibarra.

Su renuncia estaba planteada y, a partir de ella, estaba planteado también un rico debate sobre las formas de organización social necesarias, para que los problemas comunes se manejaran de algún modo diferente al acostumbrado por la troupe de gerentes de negocios empresarios, charlatanes y coimeros que configuran actualmente el mundillo de la política.

Una combinación acertada de argumentos falaces (si lo echamos a Ibarra se viene la derecha) y de apoyos políticos (el Kirchner-Duhaldismo le prestó al Juanjo Álvarez para que lo sacara del agua) hizo retroceder el debate público. Poco a poco, un Ibarra vapuleado retomaba el control. El último movimiento del concierto había sido aquel plebiscito autoconvocado que pasó sin pena ni gloria al arcón de los recuerdos.

Ahora los titulares lo convocan a Chabán y entonces Ibarra, logra esconderse un poco más detrás de las noticias.

Ya todos saben que vos sos un caradura

Dicen los que saben, que no hay mejor defensa que un buen ataque. Convencido de eso, Ibarra no se calló la boca.

Como si él no tuviera nada que ver, opinó también que el fallo "es incomprensible, es difícil de digerir para los familiares, lo cual creo que es un dato de la realidad, casi una obviedad". Su argumento, claro, está hecho a la medida, para que nadie pretenda compararlo con Chabán: "no estuvo la actitud de Chabán inmediatamente después del hecho de someterse a la justicia, sino que, al contrario, se escapó y eso hace presumir que intente eludir la acción de la justicia".

Sin embargo, la verdad es que el enojo de los que sufrieron más directamente Cromagnón y de todos los que quieren justicia, no tiene que ver con argumentos legalistas del tipo de si Chabán se va a escapar o no. La bronca tiene que ver con la sospecha de que todos van a salvarse, de que la excarcelación de Chabán es apenas un prólogo que anticipa lo que vendrá, los recovecos jurídicos y las chicanas para que todos queden impunes.

Por ahora, Ibarra - con la imprescindible colaboración mediática - ha conseguido esconderse detrás de Chabán.

Esperemos que la suerte no le dure.



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