Primera Entrega

Imprevisión y desidia

por Miguel Espinaco

El postergado informe pericial sobre la inundación de Santa Fe en abril del 2003, apareció por fin.

Después de una prorroga de cuatro meses sobre el plazo original, la dilatada causa sobre las responsabilidades en aquel suceso avanzó aunque más no sea un paso. Habrá que ver cómo sigue, porque no sería extraño que aparezcan nuevas chicanas jurídicas al servicio de mantener la impunidad.

Por lo pronto, el informe apareció precedido de algunas campañas informativas destinadas a golpear primero para golpear dos veces. Mucho antes de que la pericia fuera pública, ya algunos medios se apresuraban a sintetizar conclusiones destinadas a dejar la impresión de que el informe exime de responsabilidad a los responsables políticos de las muertes y los daños que dejó el agua.

El diario El Litoral del 9 de agosto, titula "inundaciones: el juez ya tiene el informe técnico" y resalta que "hay buenas y malas para ex funcionarios". Las "buenas" según se aclara en la bajada del titular, resultarían de que el informe diría que si hubiera estado el tramo III concluido, el agua hubiera entrado lo mismo, una forma elegante de endosarle las culpas a la naturaleza.

Mientras tanto, se distribuía en forma profusa y gratuita un periódico llamado Derf, que traía en su tapa una foto aérea de la ciudad inundada y desde grandes caracteres sobreimpresos, aseguraba que "fue una catástrofe". En sintonía con la historia oficial, citaba al pie a supuestos "investigadores y especialistas" que aseguraban que la inundación fue imprevisible. Cuando uno revisaba el interior de las notas - si lo hacía - descubría que la oportuna cobertura periodística (oportuna para Reutemann, claro) no tenía nada que ver con el informe pericial que nadie conocía todavía, sino con un rejunte de convenientes opiniones agrupadas para la ocasión.

Por estos días, hemos tenido acceso al informe completo, que puede visitarse en la página web de Empresas Afectadas por la Inundación y en base a una primera lectura - focalizada en las respuestas agrupadas en el ítem "Respuestas a las preguntas del Sr. Juez" y en el "Resumen ejecutivo" - hemos preparado este informe que ampliaremos en próximos números.

Crecida no es inundación

La primera pregunta del juez, refiere a los factores que determinaron el comportamiento del Río Salado. Los peritos responden haciendo una distinción terminológica entre los términos "crecida" e "inundación".

"Se entiende que la crecida de un río es la respuesta de una cuenca hidrográfica ante la ocurrencia de una precipitación que abarcó total o parcialmente a su área de aporte. Implica la variación de los caudales y niveles en el tiempo" en cambio "la inundación es una condición temporaria de ocupación parcial o completa de tierras generalmente secas por parte del agua proveniente del desborde de un río o arroyo, y/o la acumulación inusual de agua desde cualquier fuente". De lo cual concluyen que "se desprende que no todas las crecidas (naturales o artificiales) provocan inundaciones".

La distinción puede parecer un preciosismo técnico, pero es muy importante. El centro de la argumentación oficial - repetida hasta el cansancio - pasa por endosarle a la naturaleza la tragedia del 2003 basándose justamente en que la crecida fue resultado del exceso de lluvias. La crecida, la inundación de Santa Fe, no.

Eso hace que en el resumen ejecutivo, se definan dos cuestiones que pueden parecer - sin esta advertencia - contradictorias.

Por un lado, se señala que "la crecida del 2003 fue un evento preponderantemente natural, pero que tuvo componentes antrópicos asociados que pudieron condicionar tanto la forma como la magnitud en que evolucionó la misma" (se refiere, fundamentalmente a los cambios en el uso del suelo, que facilitaron un escurrimiento más rápido en la cuenca) y por otro se señala que "la severa inundación que tuvo lugar en abril y mayo de 2003 en la ciudad de Santa Fe, reconoce un conjunto de causas combinadas que tienen su origen en factores tanto naturales como antrópicos", entre los que señala la crecida en sí, el nivel de urbanización del sector oeste de la ciudad, la inexistencia de un terraplenado integral, la errónea concepción del tramo II, la existencia del terraplén de la autopista Rosario-Santa Fe, la inexistencia de un sistema de alerta debidamente organizado y la falta de un Plan de Contingencia y los retrasos con los que se tomaron las medidas de emergencia preventivas.

Es importante anotar esta diferenciación terminológica, porque sería terrible que nos encontremos con que la próxima tapa de Derf - o lo que sería peor, con que el fallo judicial - saque de contexto esta frase y nos diga que "la crecida del 2003 fue un evento natural" para mentirnos con el sencillo recurso de decir la mitad de la verdad.

Por lo pronto ya lo ha hecho el diario El Litoral. En la nota citada más arriba, anotan el hecho de que el tiempo de recurrencia de la crecida es del orden de los 810 años, dato que sacado así de contexto parece fortalecer la tesis de la "catástrofe natural".

Sin embargo, el dato de la recurrencia es apenas una medida probabilística que refiere a la crecida. Como se infiere de la lectura del resto de las respuestas, los efectos más graves de la inundación podrían haberse evitado, de no haber sido por la imprevisión y por la desidia.

Imprevisión

En nuestra nota El Poder en los tiempos del Agua publicada en junio de 2003, nos extendíamos sobre los razones de la imprevisión, que es considerada extensamente en el informe pericial. Ante las preguntas del juez, referidas a la posibilidad que hubo de prever los eventos hidrológicos que culminaron en la inundación y en la muerte, los peritos explican que "en el momento de la ocurrencia de la crecida de abril/mayo de 2003, no se contaba con ningún tipo de sistema (ni organizado ni precario), que permitiera establecer un pronóstico de la evolución en el tiempo, tanto de caudales como de niveles…. no existía en funcionamiento un sistema de alerta hidrológica ni personal responsabilizado de realizar tareas de pronóstico, no resultaba posible en la práctica efectuar una estimación adecuada de los caudales y niveles que escurrirían por el río en el tramo del mismo adyacente a la ciudad".

La observación se convierte en trágica, cuando los peritos aseguran que "en base a lo expuesto se puede afirmar que con los registros existentes en poder de las autoridades de la Provincia de Santa Fe y la utilización de modelos matemáticos de fácil y libre disponibilidad, era técnicamente factible establecer tanto la fecha, como la cantidad de agua (m3/s), y velocidad de la misma (m/s), que pasaría por la margen oeste de la ciudad de Santa Fe".

No faltará seguramente quién pretenda endilgarle, en función de este comentario, la culpa al personal técnico recordando aquel famoso y patético "a mí nadie me avisó" del entonces gobernador. Para eso, tendría que omitir algo que se desprende claramente del informe, tendría que olvidar que se dice claramente que no había un sistema de alerta ni personal responsabilizado de realizar los pronósticos hidrológicos. Tendría que dejar de lado el hecho de no los había, porque el estado del entonces menemista y ahora kirchnerista Carlos Reutemann no previó que existieran para que - llegado el caso - hubiera un "alguien" que le avisara.

Es así que se llegó a la situación de que - como se señala en el informe pericial - "teniendo en cuenta que el desarrollo de la crecida presenta un desfasaje de un día entre la sección de RP70 y la ciudad de Santa Fe, el pronóstico de la evolución mencionada se podría haber realizado con 24 h de anticipación". El problema es que Reutemann no había puesto a nadie que lo pronosticara.

Los mismos elementos de imprevisión se reflejan en las respuestas que tienen que ver con las obras a realizar para impedir el ingreso del agua a la ciudad: "el intento de controlar las aguas en el interior del recinto cerrado por los terraplenes…..se considera que debió tomarse, en caso de haberse contado con algún sistema de previsión, en días previos al ingreso del agua. En efecto, en virtud del tipo de cierre que se intentaba realizar puede considerarse su escasa posibilidad de éxito si el mismo se ejecutaba una vez iniciado el escurrimiento hacia el interior de la ciudad".

La repetición de este concepto, hace innecesario reiterar todas las citas que aluden a él y que pueden leerse en la versión completa. Agreguemos simplemente - y a modo de síntesis - la siguiente cita del Informe: "en todos los casos, la planificación y organización de un plan de emergencia, así como el entrenamiento del personal, la asignación de roles y medios técnicos, además del pronóstico temprano de la evolución del evento, son los únicos medios eficaces para prevenir y mitigar los efectos graves que se producen durante las crecidas" , y agreguemos que es obvio que para esas tareas hace falta plata y que el Estado Reutemista optó siempre por privilegiar a sus empresarios amigos vía subsidios y obras.

Los eligió siempre a ellos, antes que a dedicarse a prever las necesidades de los santafesinos, trágicos candidatos a la asfixia por inmersión.

Desidia

Un segundo grupo de respuestas alude al momento de la evacuación. El problema no es menor desde el punto de vista jurídico, porque hace a la diferencia entre la vida y la muerte de decenas de personas y ello sin hablar de los bienes que podrían haberse salvado de las aguas.

El informe repite las prevenciones sobre las posibilidades que había en el marco en el que las decisiones se tomaban: "no se había conformado un sistema de alerta debidamente implementado como así tampoco se contaba con un plan de acción en la emergencia" pero solo para afirmar que "se considera que hubiera correspondido disponer la evacuación del sector sur de la autopista hasta los barrios del sector sur de la ciudad durante el transcurso del día 28 de abril, una vez fracasadas las medidas tendientes a cerrar la sección de ingreso. Se considera además, que esta acción, aún cuando se hubiera tomado los días antes mencionados, podría haberse comenzado a evaluar el día 27 de ese mes a partir de los hechos que se estaban desarrollando en esa jornada en las proximidades de la ciudad". La pericia - que al fin y al cabo es sólo un informe técnico - omite recordar que justamente el domingo 27, el aparato político que controlaba el estado santafesino, se hallaba abocado al importante acto electoral que garantizaría la supervivencia de sus posiciones de poder.

El retraso en la definición de la evacuación es por lo visto, aún más importante que el que nos habíamos atrevido a considerar con los elementos con los que contábamos en aquel entonces, en nuestra nota ¿Por qué no están presos? de octubre de 2003, por lo cual la pregunta de aquel título se hace hoy más oportuna todavía.

"Entre el homicidio con dolo - el que mata con la intención de matar - y el homicidio con culpa - el que mata sin querer, por ejemplo en un accidente automovilístico - existen valoraciones intermedias que pueden ser perfectamente aplicables. Si los responsables políticos de no haber organizado los medios para una evacuación ordenada fueran acusados de esa forma, estarían seguramente procesados y cumpliendo prisión preventiva, porque se trata de delitos no excarcelables. El tema, es que nadie parece quererlo" decíamos en aquella nota.

Habrá que ver qué hace ahora la "justicia", ahora que los técnicos que ellos definieron como imparciales lo dicen con todas las letras en el resumen ejecutivo: "pudo constatarse que el inicio de ingreso del agua a la ciudad, el día 27 de abril, es decir 48 hs antes de que se agravara finalmente la situación, resulta un elemento de aviso importante como para encarar medidas preventivas de evacuación. Máxime si se considera que el día 28 de abril se declara la ineficacia de las medidas de control encaradas en el ingreso a la ciudad".

El día 29 al anochecer ya el agua borraba el barrio Centenario - el barrio más al sur de la ciudad - y moría gente. Nadie, absolutamente nadie, había dado la orden de evacuar.



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