Elecciones del 23/10

¿Tiempo de revancha?

por Javier González

Durante los primeros años de la década del 80, años del retorno democrático, hablar críticamente de la democracia era considerado prácticamente como un apoyo a los tiempos sangrientos de las dictaduras militares.

La contradicción principal se planteaba erróneamente, desde el progresismo y desde los ámbitos universitarios, entre dictadura y democracia.

Con la autoritaria concepción de que hablar críticamente de lo que se suponía una conquista popular era jugar en apoyo de las fuerzas golpistas, el progresismo se apropió de uno de los recursos que los poderes autoritarios como el stalinismo o el maoísmo, utilizaron hasta el hartazgo, eludiendo el debate y el aporte crítico desde otros pensamientos.

No debatir, partiendo de la descalificación del otro.

Si las cosas se siguen planteando en función de este tipo de contradicciones (hoy quizás estaría planteada para el progresismo entre capitalismo en serio vs neoliberalismo menemista) hay discusiones que jamás podrán realizarse.

En alguna otra nota anterior decíamos que a esta democracia había que adjetivarla. No es una democracia en la que la mayoría del pueblo decida las cosas, más allá de las fantasías que genera una elección en las que se presenta al pueblo como el verdadero elector de sus representantes.

Una sociedad dividida en clases necesita de un estado y un régimen político que garantice la dominación de la clase explotadora.

Hace pocos días una noticia revelaba que sobre una encuesta realizada entre 1200 profesionales, el 87,4% descreía de la independencia de la justicia, vinculando a los jueces con el poder político y un 97,7% opinaba que la justicia no satisfacía las necesidades de la población.

Sin tanta encuesta reveladora, los ninguneados lo aprenden desde chicos y llegan a esa conclusión mucho antes que un letrado.

La democracia burguesa sirve a las clases dominantes y no obstante es indudable que el mantenimiento del estado de derecho posibilita, entre otras cosas, que podamos estar haciendo esta revista.

Pero la democracia, así a secas, no explica el porqué de una sociedad dividida en clases, porque si todo se limitara a votar a nuestros representantes en unas elecciones transparentes, en las cuales "todos somos iguales", la cosa resultaría bastante fácil, bastaría con que los millones de trabajadores que acuden a las urnas votaran representantes obreros y listo, jaque mate al sistema.

Pero esto no ocurre, precisamente porque la realidad es bastante más compleja que la lectura que nos presenta el pensamiento lineal de nuestros progresistas.

Durante más de 20 años hemos visto cómo el recurso de socializar la culpa jugó un rol muy importante en la construcción de la subjetividad.

Los santafesinos no sabíamos votar", "no teníamos cultura", "nos faltaba educación" y en definitiva "teníamos los gobiernos que nos merecíamos".

Desde los sectores que expresan este tipo de pensamientos nunca se explicó el significado de esas afirmaciones, porque, es bueno aclararles a los progresistas, los miles de varones y mujeres que pelean a diario su subsistencia no merecen un gobierno que los deja sin trabajo, los hambrea o los inunda.

En la construcción de esa subjetividad que pretende imposibilitar el desarrollo de un pensamiento crítico que ponga en jaque el pensamiento hegemónico al que abona constantemente la clase dominante, participan múltiples actores intentando que se naturalicen las cosas como si todo fuera resultado de un destino fijado de antemano.

Pero esa construcción de la subjetividad es social e histórica y por lo tanto modificable.

Tiempo de elecciones

Para esta época, como para navidad, ellos se bañan, se perfuman, visten sus mejores pilchas, se peinan. Se cortan el cabello o cambian de peinado, se recortan las patillas, se liman las uñas y esconden sus cuentas bancarias. Se cambian los dientes, adelgazan, esconden sus autos, se someten a infinitas sesiones de Photoshop que decoran las paredes de la ciudad y sus pasacalles se confunden con los de "felices 15 Giselle".

En las fotos aparecen generalmente trajeados ellos y de rigurosos trajecitos ellas. Con las manos colocadas artificialmente sobre el mentón, en poses tan fotogénicas como ridículas.

Durante un mes o más lo acaparan todo, como si el futuro, como si la vida diaria fuera a cambiar radicalmente de un momento a otro.

Hablan de todo como si realmente tuvieran respuesta para todos los problemas que aquejan a "la sociedad" y evitan debatir no sea cosa que nos demos cuenta que la sociedad de la que hablan cabe entre los estrechos límites de un barrio privado.

Resultados

Todo esto tuvimos que volver a vivir en estas últimas elecciones.

Los resultados son conocidos pero las lecturas varían de acuerdo a como se interpreten los números.

En líneas generales las empresas dueñas de los medios de comunicación intentaron mostrar a Kirchner como el gran dueño de la victoria a nivel nacional y a Binner a nivel provincial.

Presentando sólo los votos positivos, es decir descontando los ausentes, blancos e impugnados, el Frente para la Victoria apareció como el gran ganador, a nivel nacional, con un 40,4% de los votos.

Pero desde los mismos sectores que apoyan al kirchnerismo, como Claudio Lozano del CTA, se ocuparon de minimizar un poco este supuesto apoyo contundente.

De acuerdo a datos difundidos por el Instituto de Estudios y Formación de la CTA, dirigido por el economista mencionado, el apoyo recibido por Kirchner no tuvo la contundencia que dicen que tuvo ya que del padrón electoral, el oficialismo obtuvo un 26,1%, es decir apenas un poco más de lo que obtuvo en las presidenciales del 2003.

El porcentaje más elevado 35,4%, no se lo llevó el Frente para la Victoria, el Ari o la izquierda, sino que correspondió a los ausentes, los votos en blanco e impugnados. Este porcentaje dice el estudio del IDEF "es mayor al de la última elección presidencial (22%), al de 1989 (18%) e incluso superior a la elección legislativa de octubre del 2001 (26%) que marcó un punto álgido en la crisis política de finales de la Convertibilidad. Está claro que lejos de disminuir, la tendencia es un aumento de las personas que deciden no asistir al acto electoral".

Para el IDEF, este ausentismo o esta actitud de impugnar el voto o votar en blanco significa que ese 35,4% "no definió ningún tipo de participación en las elecciones".

En realidad esto no es así, porque quienes integraron ese porcentaje tuvieron, de cierta manera, una participación y una expresión política. Lo que no se toma o no se analiza en profundidad es el significado de estas expresiones.

¿Es sólo no haber encontrado una alternativa con la cual identificarse? ¿Es una opinión antisistema? Y si es así cabría preguntarse si esa opinión contra el sistema pretende una verdadera democracia o si se trata de nostálgicos de los gobiernos autoritarios.

La provincia invencible

En nuestra provincia ocurre algo parecido a la hora de analizar los números.

Si se tienen en cuenta sólo los votos positivos los resultados muestran una cosa porque se incrementan los porcentajes obtenidos por las dos principales fuerzas políticas, el Frente Progresista Cívico y Social y el Frente para la Victoria. Pero si se tiene en cuenta la opinión expresada por la totalidad del padrón, es decir si se incluyen los que no fueron a votar y los que lo hicieron en blanco o que impugnaron su voto los resultados son diferentes porque entonces queda claro que un 35,21% del padrón no votó a nadie y que el Frente de radicales y socialistas ganó con un 27,76% de los votos frente al peronismo rebautizado que obtuvo un 21,49%.

En lo que respecta a nuestra ciudad los números cambian un poco porque los que no votaron a nadie representan un 46,12%, mientras que el Frente Progresista Cívico y Social lo sigue con un 17,07% (menor al 18,79% obtenido en las elecciones del 2003), el Justicialismo un 16,63% (mucho menor al 30,55% anterior ) y el ARI un 8,57% (en 2003 había obtenido un 3,31%).

Sin Ley de lemas iba a resultar muy difícil ganar una elección dijo en algún momento Carlos Reutemann y los números parecen darle la razón.

De las lecturas posteriores al acto eleccionario, el Justicialismo procuró que su derrota se minimizara. La vicegobernadora María Eugenia Bielsa le dijo a LT10 que "los ocho municipios que estaban en juego los ganó el Frente para la Victoria. Y de los 19 departamentos en juego, 12 los ganó el Frente para la Victoria". Pero nadie festejó tamaño resultado.

Más allá que numéricamente la victoria de radicales y socialistas no haya sido tan aplastante como pretenden, lo cierto que a nivel simbólico la derrota del peronismo resulta muy importante.

El mariscal de la derrota

Antes de las elecciones y fuera de micrófono, varios dirigentes peronistas afirmaban que la derrota era inevitable y que el objetivo era para ellos dirimir la interna a fin de definir quien manda de ahora en más y con la vista puesta en las elecciones para gobernador del 2007.

Por eso es que entre las múltiples discusiones que se generaron después de conocidos los resultados, apareciera como relevante definir quien había sido el "mariscal de la derrota del peronismo".

En esa disputa también participan las fuerzas progresistas, interesadas en dejar pegado a Reutemann con la derrota del peronismo. Pero a nivel de los barrios y por más que el progresismo se esfuerce en demostrar lo contrario esta lectura no aparece así. El derrotado fue sin dudas el peronismo pero fundamentalmente el sector encabezado por el actual gobernador y más allá de las ganas de los progresistas, la estrategia de los reutemanistas parece haber dado sus frutos: no quedar pegado con la derrota previsible (cabe recordar que sus dirigentes más reconocidos no integraron las listas del Frente para la Victoria) y prepararse para conducir las riendas hacia el 2007.

Más allá de estos debates internos del peronismo también es claro que en el momento de votar, 20 años de peronismo están pesando en la cabeza de los votantes y allí aparecen los inundadores, los corruptos Vanrell, Reviglio y cía, los burócratas entregadores como Maguid y Kienner, y todos aquellos "nenes" y "nenas" que integran lo peor del peronismo.

Cambio y fuera

"Todo cambia si usted cambia" repetía el finado Estévez Boero, batallador inclaudicable en esto de cambiar para que poco o nada cambie.

Las encuestas indicaban, al inicio de la batalla electoral, que el Frente Progresista encabezado por Hermes Binner podía esperar una victoria aplastante. Pero el débil temperamento del rafaelino y sus constantes coqueteos con el gobierno de Kirchner debilitaron bastante su imagen de "partido del cambio social".

¿Pueden esperar los trabajadores santafesinos grandes cambios a partir del triunfo de radicales y socialistas?

Obviamente que no, y esto no sólo porque aún ganando la gobernación en 2007 se las verían en figuritas para conformar un gobierno que implemente importantes transformaciones, sino que también no puede esperarse semejante cosa porque ellos mismos no plantean grandes cambios sino algunos eslóganes de campaña y alguna que otra referencia al "ejemplo" que significa la administración socialista en Rosario.

Y como para muestra basta un botón, como decía mi abuela, acá va un comentario aparecido en el diario El Litoral el día domingo 30 de octubre (sí justo el día del cumpleaños del Diego): el entrevistado es Pablo Zancada, ex presidente de la Comisión Justicia y Paz del Obispado de Reconquista e impensado diputado electo por el Frente Progresista Cívico y Social, quien consultado por si le preocupaban más los acuerdos que deberá concretar en la Cámara Baja o no poder darle respuesta a la gente del norte respondió: "Sin dudas le temo a no poder darle respuesta a la gente del norte. Le temo a la soledad, soy un tipo de familia y también le tengo terror a cortar el nexo y olvidarme de la gente. Las negociaciones o acuerdos no me preocupan, porque si hay cosas que negociar, entre comillas, lo haré a cambio de algo para el norte".

En fin dijo Serafín.



Opiná sobre este tema

Los que no votaron a nadie

Categoría Porcentaje respecto del padrón
Ausentismo histórico 15,0%
Nuevos ausentes 14,0%
Votos en blanco y/o impugnados 6,4%
Total 35,4%
Nuevos ausentes y votos en blanco y/o impugnados 20,4%

Fuente: Instituto de Estudios y Formación de la CTA

Tabla de posiciones nacional

Tipo de voto Cantidad Porcentaje
Total de ausentes, en blanco e impugnados 9.236.117 35,4%
Frente para la Victoria y PJ aliado al gobierno 6.808.305 26,1%
Otros 2.831.420 10,8%
UCR 2.342.795 9,0%
PJ no kirchnerista 1.905.976 7,3%
ARI 1.240.240 4,8%
Izquierda 904.861 3,5%
Socialistas 828.385 3,2%
Total 26.098.099 100,0%

Fuente: Instituto de Estudios y Formación de la CTA

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