Expectativas por Enzo Vicentín Consideraciones previas La victoria de Evo Morales es un hecho histórico para el continente americano. Como muchos ya señalaron, Morales es el primer presidente indígena en la historia de Bolivia. Y es el primer presidente indígena que llega a la presidencia sin haber pasado por universidades estadounidenses (como el peruano Alejandro Toledo), es decir un presidente culturalmente indígena como nunca antes conoció América del Sur. Eso es un hecho significativo, que marca un cambio radical en la política boliviana. Pero por otra parte es algo que no garantiza una modificación en las relaciones de poder étnico-sociales que Bolivia acarrea desde tiempos coloniales, porque el caso de Lula da Silva en Brasil mostró que el primer obrero que llegó a la presidencia de ese país no hizo más que reproducir el orden favorable a los empresarios. La victoria de Morales es un hecho importarte y trascendente, se podría decir que revolucionario hablando en términos étnicos; pero políticamente puede o no puede significar mucho, y eso queda para verlo en el futuro. El triunfo de un partido de centro-izquierda o progresista en Bolivia no hace más que confirmar la tendencia al ascenso de proyectos políticos de esa orientación ideológica en el continente. Viendo las declaraciones de los líderes del Movimiento al Socialismo (MAS) como el mismo Morales o el futuro vicepresidente Álvaro García Linera uno entiende sin demasiadas ambigüedades que el proyecto del MAS es nacionalista, y correspondientemente anti-imperialista, pero muy poco socialista si por socialismo entendemos un cambio revolucionario que ponga el poder en manos de los trabajadores. La ausencia de una perspectiva clasista o étnica es expresada claramente por García Linera cuando dice sobre las elecciones: "Este mandato de cambio está presente en todo el país, desde el Oriente hasta el Occidente, en la ciudad y el campo, entre mestizos e indígenas, entre empresarios y trabajadores. Es un mandato de la Nación, no un mandato de clase, ni de una región ni de un grupo étnico, es la Nación la que se ha puesto de pie". Las elecciones del pasado 18 de diciembre en Bolivia muestran que la derecha política o conservadora no hace pie en casi ninguna parte. La fragmentación o reciclaje de los tradicionales partidos de derecha en Bolivia habla de una muestra más de lo que está pasando en toda América. Los burgueses que se quedan en posiciones conservadoras están sufriendo derrotas políticas a partir de un cambio en la coyuntura internacional de retroceso del neoliberalismo. Claro que casi en ningún caso las derrotas políticas pasan a ser derrotas económicas. Y el compromiso del MAS de contar como una de las bases de su proyecto económico la inversión privada empresarial no nos hace pensar que Bolivia escape a esa regla. Adentro Hacia el interior de Bolivia son muchas cosas las que podrían analizarse de esta nueva etapa histórica (que el tiempo dirá si es tan nueva o tan parecida a las anteriores) abierta a partir del triunfo de Evo Morales. Pero para no extender esta nota y concentrarme en el punto que busco, voy a hablar de las expectativas que genera dentro de la sociedad boliviana el nuevo gobierno. Sobre todo porque pienso que independientemente de la realización de tal o cual política y de tal o cual gesto, me parece que va a ser muy importante el espacio o la distancia que se establezca entre las actuales expectativas de la mayoría de la sociedad boliviana y lo que el nuevo gobierno hará efectivamente. La extensión de ese espacio entre deseos y realidad, pienso que será un elemento clave para entender el desarrollo del gobierno del MAS. ¿Por qué digo eso? Todo ascenso de un nuevo gobierno en cualquier parte del mundo genera un entendible crecimiento de esperanzas y expectativas en la sociedad. Esto en Bolivia es más agudo aún justamente por lo marcamos en un principio: Morales es el primer presidente indígena de la historia boliviana. Lo que equivale a decir que el 60 % de la población boliviana tiene por primera vez a uno de los suyos como presidente. Sin duda alguna, este hecho ha generado (y lo sigue haciendo) que la población indígena boliviana (trabajadores en su inmensa mayoría) deposite en la persona de Evo Morales y en el proyecto político del MAS una muy alta esperanza en que desde ahora su situación histórica de postergación y pobreza cambiará positivamente. Está claro que la promesa de nacionalizar los hidrocarburos (que no significa estatizar su producción sino que el Estado recuperará la propiedad de las bocas de pozos y desde allí negociará en otras condiciones con las empresas privadas, esto según el proyecto del MAS) y la convocatoria a una Asamblea Constituyente para el año próximo serán dos termómetros que medirán el grado de coherencia del nuevo gobierno, y su relación con la población indígena. Pero también empezarán a jugar otras cosas, que si el gobierno cumple como mínimo con su programa reformista logrará que la brecha entre expectativas y realidad no se agrande peligrosamente. Pero si Morales y compañía abandonan ese proyecto reformista para terminar siendo más de lo mismo, la distancia se hará no solo grande sino también de resultados inciertos, porque si bien puede pasar que el descontento y la desesperanza se canalicen en protestas organizadas, como los bolivianos ya demostraron que pueden hacer, también puede pasar que se canalice hacia la apatía y la desmovilización. Afuera Aunque no sea tan trascendental como el caso de las expectativas de la población indígena para el desarrollo del gobierno de Morales, el hecho de que su triunfo haya despertado expectativas positivas y negativas en el resto de América me parece importante por otras razones. Generalmente la estrategia de "dar una tregua" a los nuevos gobiernos burgueses termina mal. Porque el tiempo generalmente muestra lo que desde un principio otros afirmaban o sospechaban que podía pasar. Pero para el caso de Bolivia, los que miramos expectantes el desarrollo de esta nueva etapa histórica no tenemos, creo yo, otra alternativa que utilizar para el gobierno de Morales la idea de "darle un tiempo" a ver hacia donde va. Para medir las expectativas hay que saber cual es el punto de inicio: el gobierno del MAS se propone como mucho ser nacionalista, orientado hacia reformas que re-orienten el sistema capitalista, pero que lo mantengan. No sirve de nada escribir hoy que si Morales no va hacia el socialismo dentro de 6 meses entonces será un traidor, porque Morales expresa no estar buscando ese cambio revolucionario que muchos quisiéramos ver en Bolivia. Lo que si se puede conjeturar hoy es que Morales ni siquiera cumpla con las líneas de su programa reformista, o que sí las cumplirá. Pero en eso hay elementos que uno podría utilizar para argumentar ambas posiciones, y en realidad no parece claro qué rumbo podría llegar a tomar el nuevo gobierno en ese sentido. Por eso digo que desde una mirada de izquierda lo mejor que podemos hacer al analizar Bolivia hoy es dejar la puerta abierta a los juicios sobre Morales y su gobierno, claro que sin dejar de marcar algunas cuestiones que nos permitan saber cual es el punto de partida del nuevo gobierno. Y no caer en apresuradas condenas a Morales hasta tanto se vea claramente hacia adonde apunta su gobierno. Pero tampoco, y sobre esto leí bastantes notas esta semana, caer en un festejo acrítico y pasional de la victoria de Morales. Yo puedo entender que Eduardo "Tato" Pavlosky esté feliz porque ganó Morales, pero afirmar que "no importa qué podrá hacer Morales. Sí importa, en cambio, que los indígenas hermanos bolivianos hayan ganado un lugar histórico, una verdadera revolución cultural" convierte a una nota de un diario en un diario personal. "Cuidado con los intelectuales y sus análisis críticos. Los amargos de siempre" dice Pavlosky, y bueno, me tocará ser uno de ellos. La crítica será amarga pero es totalmente necesaria incluso con aquellas cosas por las cuales sentimos simpatía. No estoy diciendo que hay que preocuparse porque gane Morales ni nada por el estilo. Morales tiene el crédito abierto. Pero él como persona actuará en un marco social, y por lo tanto el crédito también es para los sectores populares y la clase trabajadora boliviana que uno desde aquí espera que tengan un rol protagónico en esta nueva etapa histórica. Y su desempeño será más importante que el desempeño de Morales como persona en el gobierno. Opiná sobre este tema |
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