Navidad ya pasó y ahora se viene el 31, falta poco, paciencia. El verano se nos vino encima y casi ni nos dimos cuenta, así estamos dijo Seguro, y así está el hombre. Delfina está recurriendo a viejos nuevos trucos para expresarse y la Bestia está muy ofendido porque Santa no le trajo nada, los pibes no se olvidan y el padre lo sabe. A mi me daría miedo, qué quiere que le diga. Los consejos de Seguro presentados por Adrián Alvarado. Y el pastor se paró, se sacó el gorro de piel y se rascó enérgicamente la cabeza. Encaminóse hacia el rebaño de ovejas que rascaban la nieve con paciencia para comer el pasto, después esperaban un ratito que el sol lo calentase un toque y luego se lo morfaban disfrutando el sabor y la textura de ese fiel vegetal valiente y corajudo. El tiempo pasaba lentamente porque todo y todos se movían muy lentamente en aquellos parajes. Las ovejas tenían mucho tiempo para comer y el pastor tenía mucho más tiempo para dormir interminables siestas en las que soñaba vidas prestadas, eso hasta que escuchó una versión en ruso del tema pueblo blanco de Serrat, le dio la viaraza y casi se manda a mudar, pero esa es otra historia que pasó después de lo que pasó antes que es lo que estoy contando ahora y ahora las ovejas comían pasto y el pastor se acercaba para llevarlas de vuelta al corral donde pasarían la noche, y lo hace, las lleva, cierra la tranquera y se va a su casa que está al lado, se mete y encara, porque es su casa y prende la tele y se va a la heladera y se sirve un vodka y tira el gorro de piel en el perchero y se queda colgado ahí hasta mañana a la mañana. El pastor se llama Vladimir porque a su padre le gustaba mucho Nabokov, habíase enamorado de él y decidió abandonar a su mujer y a su hijo para ir en su busca, en busca de Nabokov que ya se había muerto y no hubo forma de convencerlo, el tipo estaba enamorado en serio y no le importaba nada, ni el llanto de su esposa, ni los ruegos desesperados y el llanto de su hijo Vladimir. El viejo ensilló el caballo, se calzó el gorro cosaco que guardaba de la guerra y se las tomó en medio de la noche. De más está decir que no volvió nunca más. Y el pibe se hizo cargo de la madre y el rebaño. Se hizo hombre en esas soledades, aprendió que la vida es la que te toca, enterró a su madre cuando murió y se hizo viejo sin darse cuenta. Cada día que pasaba era una página que el sol agarraba y daba vuelta cuando amanecía y permanecía así en blanco todo el día hasta que la luna la tomaba, la cerraba y en la página de la noche se abigarraban alcoholes y sueños hasta que el gallo que canta cantaba y había que levantarse a encarar ese sol o esas nubes o esa nieve persistente y lo hacía porque si no las ovejas se ponían como locas. Una vez llamó a una puta, se chuparon y se durmió y las ovejas le rompieron el corral, le cascotearon todos los vidrios del frente y las agarró justo cuando estaban tratando de prender fuego la puerta. La costumbre es así, cuando te sacan lo que te dan siempre no te para nadie hasta conseguirlo. Por eso lo de las páginas, la rutina y todo ese tiempo (cuando me referí a las páginas del sol y de la luna debí agregar la página de la siesta que se llenaba de sueños de otro tipo, un poco más calmos pero no menos inquietantes). Vladimir era un tipo acostumbrado a vivir de aquella forma y entendió que había que ganarse las ovejas, buscó la más bonita, se hizo amigo y después le entró, hasta que lo dejó por un carnero joven, entonces decidió abstenerse, total al fin y al cabo la naturaleza había inventado la polución nocturna que también incluye la polución siestera y mañanera, Vladimir supo escribir un tratado seudo científico sobre el tema, está en Internet. Cuando se murió las ovejas lo enterraron y ocuparon la casa, después se transformaron en una sociedad autónoma y sobrevivieron sin sobresaltos hasta que otro rebaño vino y las invadió. Libertad a Seguro Opiná sobre este tema |
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