Ya sabemos somos tres el otro viene después, siempre y cuando lo hagamos en pelo y sin pastillas. Los consejos de Seguro presentados por Adrián Alvarado. El hombre como concepto de supervivencia capítulo dos Los contendientes se separaron unidos por la misma sonrisa. Donde quedó mi arrabal, quien se robó mi niñez, en que rincón vida mía quedaron mis lentes. Estoy escribiendo de memoria, sospecho la línea que dibujan las letras en el supuesto renglón pero no puedo releer lo que escribo, quizá sea una buena forma de escribir, es como una especie de escritura automática a la fuerza. Hay una mosca que está intentando sacarme de quicio que me recuerda a la Bestia, mi primogénito, ese hijo de su madre seguramente me escondió los anteojos. Parece que se quiere quedar a la Delfina para él solo. Esto es típico de los hijos varones, sienten celos de su padre por la intimidad que comparte con su madre, ellos también la tenían pero fueron separados, expulsados y vienen por más, ayer sin ir más lejos le dijo a la petisa en la mesa, Elegí o él o yo, nos reímos y se retiró ofendidísimo, después desaparecieron mis lentes. Me dijeron que pasado un tiempo les cae la ficha y se calman, espero ansioso que así sea. Agarrate Catalina que hoy quiero discurrir about sex. No quiero referirme al sexo y al amor por separado porque cualquier salame sabe a esta altura del partido que no hay sexo sin amor y no hay amor sin sexo. Se me ocurrió que a la hora de definir ciertos estados relacionados con las uniones carnales las palabras no alcanzan. Disiento con aquellos puristas que insisten con la idea de evitar palabras en la intimidad de la unión, las palabras son necesarias antes durante y después del acto. Nosotros, los loros y los delfines somos los únicos seres que contamos con la posibilidad del lenguaje para expresar nuestros deseos. Tenemos la obligación de usar todas las herramientas que tenemos para ampliar y modificar nuestros chatos horizontes sexuales. Por ejemplo, como definir esa desagradable sensación que nos asalta después de tener sexo con alguien del que nos gustaría deshacernos inmediatamente. ¿Cómo le digo?, la palabra que se me ocurre ideal para este tipo de situaciones es axo y se usaría más o menos así: Disculpame pero me dio un poco de axo, me voy a retirar. Esta palabra no debe ser confundida con "asco" porque no tiene nada que ver. El que no tiene nada que ver soy yo que ya no recuerdo lo que escribí al principio pero no debo andar muy lejos. Como decía, la nueva acepción axo debería ser adoptada para definir esa sensación de saciedad que se mezcla con la urgente necesidad de salir disparando. Otro vocablo que se me ocurre para definir ese estado intermedio que acontece cuando uno está entre rajar o quedarse podría ser amoxo, y debería usarse cuando alguien tiene, como creo que decía, tantas razones para permanecer como para irse, Me estoy sintiendo algo amoxo, no se que hacer. Cuando el antes el durante y el después fluyen como un límpido e incipiente río producto del deshielo que se produce en la insondable montaña de allá arriba de todo y desemboca en el mar océano y crece sin parar hasta que vuelve y empieza todo de vuelta una y otra vez indefinidamente suele usarse la palabra amor, estamos enamorados decimos pero la palabreja se queda corta, se me ocurre que un término más adecuado sería sexomar, Creo que estoy sexomareado, Creo que me sexomareé, el sonido guaraní que se le puede dar a esta nueva palabra es de lo más bonito. Ahora bien, a todos aquellos que suelen usar la palabra magia para referirse a eso que llaman amor y que en relaciones de pareja hay que mantener viva la magia y todo eso que dicen, yo les digo que la magia no existe, existen los trucos y hay dos tipos de trucos los buenos y los malos, los buenos trucos son mágicos y los malos sólo eso. Libertad a Seguro Opiná sobre este tema |
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