Cuesta un Perú

por Enzo Vicentín

El pasado 9 de Abril hubo elecciones presidenciales en Perú. En realidad no solo se votó por los candidatos a presidente, también por 120 parlamentarios y 5 representantes al Parlamento Andino (que funciona desde 1984 y en el cual participan representantes de Bolivia, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú). Haber dicho "elecciones presidenciales" cuando técnicamente no lo son es una manera de decir que las figuras de los 3 candidatos a presidente más votados se llevaron toda la atención mediática. Principalmente uno de ellos, Ollanta Humala, del cual hablaremos más adelante.

Los resultados

Sobre 15 millones de peruanos que se encontraban en condiciones de votar, lo hicieron casi 13,5 millones. O sea que hubo un presentismo de mas o menos el 85 %, un número elevado sin dudas, que por limitaciones de información no sabría si se debe a una característica de las elecciones en Perú o habla del carácter extraordinario que tuvo esta elección en particular. Tal vez las imágenes de las mesas de votación en Buenos Aires (escándalo aparte) se acercan a la segunda posibilidad.

Del 85 % que fue a votar, un 12 % votó en blanco y un 2,8 de los votos fueron nulos. Cifra que vuelve a colocar en el 85%, pero esta vez de votos positivos, el porcentaje de votantes que votaron por alguno de los 20 candidatos que se presentaron. Como se dijo, solamente 3 de ellos absorbieron casi el 80 % de los votos positivos. El primer lugar no se discutió: Ollanta Humala, con el 30,8 %, ganó la primera vuelta. El segundo puesto, que define quien enfrentará a Humala en la segunda vuelta, ha estado cubierto por un círculo de intriga: Alan García (del APRA, presidente de Perú entre 1985 y 1990) y Lourdes Flores (Unidad Nacional) tuvieron muy poca diferencia y todavía hoy ninguno de los 2 tiene la confirmación oficial. Hasta hoy, 19 de Abril, con el 91,5 % de las mesas escrutadas, García supera a Flores por un 0,6 % (70 mil votos). Puede suponerse que, salvo un giro sorpresivo, Alan García será quien compita con Humala por la presidencia de Perú. No es menor, por otra parte, el "resurgimiento" del fujimorismo, que en Lima sacó la misma cantidad de votos que el APRA y la Unidad Nacional y que a nivel nacional redondeó un 7,5 % de apoyo del electorado. A grandes rasgos, y exagerando un poco el simplismo de estas conclusiones, puede decirse que mientras Humala tuvo el principal apoyo en sectores marginados de las ciudades y principalmente de las zonas rurales del sur, Alan García se fortaleció en la costa norte del Perú (según dicen los analistas peruanos, un bastión histórico del APRA) y Lourdes Flores tuvo un importante apoyo de las clases media y alta de las ciudades más importantes.

Párrafo aparte para los partidos de izquierda. El MNI (Movimiento Nueva Izquierda - que agrupó al Partido Comunista del Perú-Patria Roja, así como al Partido Comunista) obtuvo el 0,27 %. Mientras que el PS (Partido Socialista) obtuvo casi el 0,5 % y la alianza Concertación Descentralista, más centroizquierdista, sacó el 0,62 %. No conozco si hay partidos de izquierda en Perú que no presentaron candidatos o llamaron a votar en blanco o abstenerse. El dato es que sumando los votos de aquellos partidos que se presentaron, llegamos a que solo consiguen el 1% del total de votos, una cifra preocupante que merecerá sin dudas un análisis de parte de la izquierda peruana. Desde la distancia pienso si el movimiento de Humala no se habrá "comido" los votos de la izquierda a partir de un discurso de campaña que levantó banderas de la izquierda tradicional.

El pensamiento "humalista"

Ollanta Humala fue el gran personaje de estas elecciones. Su controvertida figura y su encendido discurso lo llevaron a ganar la primera vuelta apoyado mayoritariamente por los sectores más pobres de la sociedad peruana. El movimiento político que encabeza Humala (el Partido Nacionalista Peruano - PNP; no confundirlo con la Unión Por Perú (UPP) que fue el partido que a través de una alianza le "prestó" a Humala el reconocimiento legal necesario para presentarse a elecciones) carece de una estructura territorial firme, y solo tiene un año de vida. Resultado de este crecimiento vertiginoso y desordenado, el movimiento de Humala tampoco cuenta con dirigentes políticos formados en el propio movimiento. Los que acompañaron al ex - general del ejército en las listas son de una variedad tan grande como preocupante: si bien han accedido a cargos parlamentarios dirigentes cocaleros y de sectores marginados históricamente de la política burguesa en Perú, también es cierto que en sus listas se encuentran personajes con un pasado ligado al fujimorismo y a la corrupción. Este hecho es importante ya que, independientemente de si Humala gane o no la segunda vuelta, sus 40 parlamentarios elegidos (sobre un total de 120) tendrán un papel protagónico en los próximos 5 años de la política peruana.

El "programa" o base de ideas de Humala tampoco es claramente definido, y ha experimentado cambios en su corta carrera dentro de la política "democrática". Desde un comienzo junto a su hermano Antauro (que, de paso, digo que obtuvo solo el 0,2 % en las elecciones candidateándose por el partido Avanza País) formaron dentro del Ejército una corriente llamada "etnocacerista" (el creador de este pensamiento fue el padre de ambos, Isaac), "etno" porque se arraiga fuertemente a la raza peruana, llegando a tener actitudes fascistas hacia otras razas, y "cacerista" porque retoma la figura de Andrés Avelino Cáceres (militar peruano, héroe en la Guerra del Pacífico contra Chile a finales del siglo XIX). En los últimos años, y luego de haber intentado junto a Antauro un levantamiento militar contra Fujimori en al año 2000, Ollanta se ha separado de esta línea que todavía encabeza Antauro. Según el periodista Ricardo Jiménez, Ollanta "amplió su base de alianzas y reformuló la ideología y el programa nacionalista, alejándose de los elementos chauvinistas, filo fascistas y filo racistas del "etnocacerismo"". Para Manuel Guerra Velásquez (miembro del Partido Comunista del Perú-Patria Roja) Ollanta "luego tentó aproximaciones con la izquierda, con quienes llegó a compromisos de participación electoral, dejando claro que no compartía la tesis de nueva constitución, ni nueva república, ni cambio del modelo neoliberal, ni menos los postulados socialistas, proponiendo en cambio el retorno a la constitución del 79 y la puesta en marcha de medidas nacionalistas. Luego, cuando las encuestas empezaron a favorecerlo, declaró que una alianza con la izquierda en lugar de sumar, le restaba votos y se decidió a una alianza con la UPP al no haber logrado legalizar a su propio partido. En el camino, obligado a definiciones, fue tomando las banderas programáticas de la izquierda para darle coherencia a su discurso. Este largo proceso sigue avanzando hoy, cuando con los resultados sobre la mesa Ollanta ha elegido el camino de la moderación, creo que buscando interpelar a las bases del APRA con miras a la segunda vuelta.

Si el pensamiento "humalista" ha variado con el paso del tiempo y si bien es nacionalista y es confuso a la hora de ubicarlo en la derecha o en la izquierda del arco político, esas características adquieren mayor importancia si hacemos entrar en el análisis a las características del movimiento político que encabeza Humala: poca trayectoria y reducida o casi inexistente base territorial. Como leí en una nota, Humala se ha ubicado en una ventajosa posición de "outsider" político, es decir quien llega a la política desde fuera de los partidos tradicionales tratando de representarse como una cara nueva. Y su discurso ha ocupado lugares a partir de los cuales se ganó el apoyo de los sectores pobres: la crítica a la clase política, al modelo neoliberal, las encendidas críticas al imperialismo que acompañan a las ideas nacionalistas. Por último, Humala aprovecha la coyuntura política latinoamericana ubicándose más en sintonía con los gobiernos de Bolivia o Venezuela que los demás candidatos. Su figura justamente se ubica en una posición que es ligada a las experiencias de Evo Morales y Hugo Chávez. Pero también su ascenso recuerda al de Lucio Gutiérrez en Ecuador. El periodista Raúl Zibechi entrevista al antropólogo Rodrigo Montoya, y de esa nota cito un fragmento interesante: "Ollanta asume buena parte del discurso de la izquierda: Creo que hay influencia directa de Chávez y de Evo, ya que dice que entiende el nacionalismo como el control de los recursos naturales por los propios países y eso abre un horizonte importante" [dice Montoya]. En el Perú actual suena normal que las empresas canadienses y norteamericanas se ocupen de explotar las riquezas mineras, y Ollanta viene a ocupar el lugar vacante de oposición del imperialismo. Sin embargo, [Montoya] cree que el proyecto de Ollanta es poco sólido y que "los mecanismos para cooptar a Humala son más fuertes que su potencialidad para cambiar el sistema". Queda en el aire la pregunta de si Ollanta, en caso de ganar la presidencia, será más parecido a Lucio Gutiérrez o a Hugo Chávez: "Creo que va a tener de las dos cosas".

¿Quién ganó? ¿Quién va a ganar?

Resumidamente podría argumentarse que ni la derecha tradicional ni la izquierda tradicional han ganado algo en estas elecciones. Lourdes Flores, "la candidata de los ricos", como la llaman en Perú, representa a la derecha cristiana (aunque ella se autodefina como "socialdemócrata") y llevaba clara ventaja en las encuestas a fines del año pasado, hoy está a punto de quedarse fuera de la segunda vuelta. El crecimiento de Alan García en los últimos meses de campaña ha sido el resultado de su oportunismo para cambiar a tiempo y reformar su discurso, acercándose más a lo que serían las ideas de la centroizquierda. Humala llegó al primer lugar explotando, como dijimos, consignas orientadas hacia los excluidos del sistema y habiéndose beneficiado con la "campaña sucia" que los medios de comunicación encararon contra él (para la derecha, atacar a Humala se convirtió en un "boomerang").

Si bien la cara de la derecha tradicional es Lourdes Flores, Alan García ya tuvo gestos de acercamiento a esa candidata el día posterior a los comicios. Todo parece indicar que Flores y García se apoyarán en la segunda vuelta siguiendo la idea de "defender la democracia" ante la vía "autoritaria" o "dictatorial" que representa la figura de Humala. El establishment peruano que ha apoyado a Flores no vacilará demasiado en apoyar a García si este enfrenta a Humala en la segunda vuelta. Siempre conservadora, la burguesía (en esta ocasión la peruana) mira con desconfianza a Humala. Y pensando en los escenarios de gobierno de cualquiera de los dos candidatos, lo que está claro es que el próximo gobierno peruano tendrá resistencias políticas y sociales muy altas. Y los riesgos para el sistema de que gane Alan García en una alianza con la derecha tradicional es que no se cambiará demasiado en la economía y las prioridades de gobierno que ha venido llevando con una ínfima popularidad el gobierno de Alejandro Toledo. La vía del neoliberalismo es posible, con lo cual Perú no estaría sumándose al "giro a la izquierda" latinoamericano. Distinto es el escenario en caso de que triunfe Ollanta Humala. En ese caso, Perú se sumaría supuestamente a un bloque de gobiernos progresistas en América del sur, Y digo supuestamente porque si bien la burguesía peruana lo rechaza y EE.UU. lo mira con mucha desconfianza, Humala no aporta garantías de que su gobierno será claramente progresista. Su figura y su posible futuro gobierno están rodeados por grandes incógnitas, y en caso de que el 28 de Julio próximo Humala se ponga la banda presidencial, habrá que ver qué tipo de alianzas políticas y sociales hará para llegar hasta ahí, y ya en el gobierno, ver si su discurso de campaña ha sido solo humo o mantiene una coherencia con las primeras acciones de gobierno. Solo el tiempo permitirá reconocer si Humala es un hábil oportunista político que tomando un discurso cada vez más expandido en la política del subcontinente llega al poder para despilfarrar las ilusiones de cambio o un exponente más de los movimientos políticos reformistas que se reproducen por estas latitudes.


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