Figuritas

por Miguel Espinaco

Estuve mirando figuritas esta semana. Igual que cuando era chiquito y miraba en el Billiken a French y a Berutti, un poco exaltados los tipos siempre, con gesto de estar haciendo algo importante, repartiendo escarapelas que todavía no eran.

Parece inevitable. Al final, la historia siempre se resume en figuritas que trascienden el hecho, que lo dejan impreso para la posteridad. Después uno se entera de que a los tipos, a don French y a don Berutti digo, les decían "los chisperos" por su rol de agitadores y lee que no falta algún historiador que los llama los patoteros de la patria desde la tapa de un libro, pero no importa: ellos se quedarán ahí repartiendo escarapelas o cintitas, aunque las cosas sean más complejas que esa imagen, desmesura de la síntesis.

Más allá de las figuritas, la revolución de mayo se escapa del famoso dibujito de los paraguas, lo excede, porque fue el producto de una época en la que poderosas ideas fuerza chocaban entre sí, ideas y también negocios, intereses, claro, por supuesto. Los tipos que habían leído hacía poquito sobre la toma de la Bastilla y sobre la independencia de Estados Unidos y tenían un montón de cosas que les daban vuelta por la cabeza, los tipos que aprovechaban el despelote para agarrar un cacho más de poder, los exportadores que querían hacer negocios con los ingleses sin que los estorbara el virrey, todo esa mezcolanza escondida detrás de los paraguas que para colmo quién sabe, porque ni de los paraguas se puede estar seguro.

196 años después………

Precisamente, el cumpleaños 196 de la revolución de mayo fue la primera razón alegada. La segunda, el tercer aniversario del gobierno de Kirchner. Con la consigna la patria somos todos, se convocó la fiestita en la vieja plaza para que muchos quedaran impresionados por la convocatoria, para que otros tantos menearan las sospechas y preguntaran cuánto se gastó para mover el aparato, para que cada cual cotizara la lealtad en cantidad de colectivos, para que el presidente no hablara de la reelección pero los demás sí.

Al final, seguramente, la plaza de este jueves se resumirá también en figuritas, en Kirchner saludando sin corbata, o en esos papelitos tan de acto preelectoral norteamericano que le gustan a la Cristina, o en la foto de los 150 mil, o de los 350 mil, o de los quién sabe cuantos que estuvieron ahí. Pero hay mucho más, porque las figuritas del Billiken son muy lindas, pero tienen el problema de ser planas y, creo que ya lo dije, la realidad no.

Kirchner se mostró más que nunca como un resumen de lo que es: como un resultado, como un producto de la situación que se abrió en el 2001 en Argentina y al mismo tiempo como la negación de esa historia, como el que viene a meterla en el arcón de los recuerdos. Es el hijo y el enterrador al mismo tiempo, por eso, lo que más se nota cuando se mira en perspectiva, es la casi infinita distancia entre lo dicho y lo hecho.

¡¡¡Y un día volvimos a la gloriosa Plaza de Mayo!!! dijo Kirchner, recordando aquella otra figurita de cuando los habían echado. Pero cuando uno miraba la plaza en la televisión resulta que no estaban los herederos de aquellos muchachos que hablaban de la patria socialista, estaban los hijos políticos de los que habían festejado lo de los imberbes estúpidos que gritan, te acordás?

Figuritas. Kirchner hablando desde un palco lleno de madres y abuelas y no desde el balcón, dejándolo claro con eso de que el balcón ya tiene dueño, diciendo también de alguna forma nada de líder que habla desde arriba, una metáfora de algo más participativo, la nueva política que vaya uno a saber qué corno es, pero que es una idea fuerza que arrancó en la conmoción post De la Rua. Y al mismo tiempo el famoso aparato, los gorritos de los sindicatos, el arreo de la mano de los punteros que alguno de los Fernández dijo que no hubo, un rejunte de esos todos que tenían que irse, eso que vendría a ser la vieja política, digamos.

Y la concertación: otra imagen, otra figurita para este billiken futuro. Concertación de quiénes es toda una pregunta: ¿de Barionuevo y Hebe de Bonafini? ¿de Bonasso y Quindimil? ¿de Duhalde y de Barrios de Pie?....... Carnera y San Martin, diría Discepolo.

Y concertación para qué. Otra pregunta que deshace la figurita, que la deja chata: ¿concertación para enfrentar el modelo de los commodities y los negocios de la patria de los fideicomisos? ¿o concertación para profundizarlo?

Qué se yo. Puede ser también que no haya que hacerse tantas preguntas, puede que todo sea realmente más sencillo, apenas otro acto, otro acto de un político para juntar votos. Esta vez, mirando al 2007.


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