Después de 15 años Gustavo Cerati regresó a Santa Fé para presentar "Ahí vamos", su último disco solista. Al fin sucedió por Juan Altamirano 21.55, poco movimiento en lo alrededores del club Unión. La entrada de los fans es ordenada, y en el interior del estadio todo esta absolutamente controlado, para que las diferentes "clases de espectadores no cometan el sacrilegio de mezclarse". Sector VIP, plateas gold, numeradas y populares para el resto. Ahí estábamos, viendo como las luces iluminaron el centro del telón, en el cual se proyectaba la sombra de Cerati, que al tocar los primeros acordes daba la señal de apertura de un show electrizante. "Al fin sucede", "la excepción", "uno entre mil", los tres primeros temas de "Ahí vamos" fueron los elegidos para hacer acto de presencia ante el publico local. Sonido intensamente "roquero", con preponderancia de las guitarras del ex Soda Stereo y Richard Coleman. Cerati estaba suelto, elevando su provocación sonora en distorsiones ambiguas que nunca renegaron de lo melódico. Después de dos o tres canciones creí tener la certeza, de lo condicionado que se debe haber sentido Cerati en Soda Stereo, atado a una base rítmica y a las limitaciones técnicas de sus compañeros, hoy alejados definitivamente de la música. Es innegable que este nuevo disco es una vuelta más al Cerati de Canción Animal, Dínamo o Sueño Stereo, pero con un sonido progresivamente distintivo. Una retrospección, un entrecruzamiento de diferentes facetas musicales pero siempre buscando un punto de referencia hacia delante. Decir que Cerati volvió al rock me genera muchas contradicciones y por lo tanto preguntas. Por empezar ¿Qué es el rock? ¿Cuándo se fue Cerati del rock? ¿El rock es una sola cosa, una mera pose estética estereotipada? ¿O son diversos gestos estéticos, musicales, e ideológicos, que conviven como pueden en una misma cultura? Siempre asumí el rock en algún sentido como lo anti-estético (que con el tiempo acepté como otra estética mas), y el rock chabón que tuvo a Prodan y a Los Redondos como sus legítimos abanderados siempre se mantuvo (al menos en el imaginario popular) en la vereda opuesta a donde supuestamente estaba Cerati con Soda Stereo. Es cierto que en los discos de Cerati no existe una preocupación por el contexto socio-económico del país, pero ¿Por qué un artista tendría que forzar sus canciones a lo supuestamente correcto? Cerati lo explicó muy claramente, "me gusta jugar con la sensualidad de las palabras", repitió en más de una oportunidad. Sus canciones son estados de ánimo en el límite del placer y el displacer, fruto de un ocio creativo que el artista nunca ocultó. Puedo decir que no estoy de acuerdo con hacer shows con tanta diferenciación de público o tanto glamour, pero que hay en la vereda de enfrente. Del otro lado ni el mas mínimo vestigio de algo nuevo, son contados con los dedos de las manos las bandas del "After Chabón" (entiéndase las bandas que después de Sumo y Los Redondos se asumieron como parte del "rock barrial" o "rock chabón"), que no han caído en la obscena provocación del consumo, adornando sus shows con demagogia al estilo Kapanga, que no tienen otra cosa mejor que usar sus impresentables minutos de fama en un escenario para burlarse de otros músicos y arengar al público con cantitos de tribuna. Es una falacia, que un músico de rock salga al escenario a decir "que todos somos iguales", porque a la hora de cobrar los derechos de autor, no somos todos iguales. El gesto de vanguardia que tuvieron bandas como Sumo o Los Redondos hoy resulta casi imposible de ser materializado, no sólo por una asimilación del rock a la sociedad de consumo capitalista, sino por una cuestión generacional. Lo que no quiere decir que esta situación no pueda ser revertida en los años posteriores. Pero en este contexto de "grotesco espectáculo futbolero" del cual todos hemos sido participes (¿Quién no canto alguna vez, aunque sea en joda "Luca no se murió, que se muera Cerati, la puta madre que lo parió"), del post Cromagnon que puso en evidencia entre otras cosas practicas culturales auto - flagelantes del rock (jugar con fuego hasta morir quemado), está Gustavo Cerati aún hoy dividiendo las aguas. El show de Cerati en el estadio cubierto de Unión fue impecable. Su voz fluía como la intensa conjugación de estímulos que se suceden en el instante del beso. "Ahí vamos" es el grito de guerra estético de un músico que describió profundamente el concepto de sus obras. Proyectarse musicalmente hacia lo nuevo "no es soberbia, es amor, poder decir adiós es crecer". Opiná sobre este tema |
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