Breves de sábado (08/07/06)

La semana previa

por Miguel Espinaco

Mañana es 9 de julio y se cumplen 190 años de la declaración de la independencia argentina en Tucumán.

Dice el acta firmada ese día: nos, los Representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los Pueblos que representamos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una Nación libre e independiente…." Bueno, pero no, no vamos a hablar de historias, vamos a hablar de presentes.

Sirve la fecha, siempre sirve para recordar que Argentina no es hoy un país independiente. No vale la pena insistir demasiado en una cuestión tan transparente, alcanza con prender la tele y ver a cualquiera de nuestros políticos reclamando la mágica llegada de la inversión extranjera, recibiendo los monitoreos del fondo monetario que no cesaron con el pago tiki taca de la deuda o verificando que la mayor parte de los capitalistas serios son extranjeros. Alcanzaría con hablar de Repsol, pero no conviene olvidarse de que capitales extranjeros controlan más de la mitad de los activos totales de los Bancos, un alto porcentaje de los fondos de pensión, de los negocios en el mercado interno y de las empresas exportadoras.

Todo eso, claro, tiene su incidencia en la política, no la deja ser independiente. Pero peor aún, los capitalistas locales están también enroscados merced a los invisibles hilos del mercado con los centros del capital mundial, ya sea porque tienen inversiones allá, o porque venden allá o porque compran allá, o porque deben. Lejos de la liberación que se le contraponía en la consigna, los empresarios locales son jugadores e hinchas de la dependencia. Sino, fijate en Techint.

Entonces la idea de la necesidad de una segunda independencia reaparece cada vez en estas fechas. Fogoneada por la aparición de gobiernos que declaman su oposición al neoliberalismo de los 90, la idea de liberarse del yugo del imperialismo en una nueva gesta heroica es propiciada desde varios flancos. Algunos sueñan con un capitalismo nacional que ubique a la Argentina entre los países con voz y voto en el mundo, otros, desde la izquierda, asumen que los nuevos sanmartines y bolívares serán los trabajadores y los desocupados o no será nadie. No son solo matices, claro, pero más allá de eso, la misma idea de segunda independencia merecería ser puesta en el centro del debate: ¿puede pensarse en un país independiente en un mundo sometido al caos del capital? ¿o hay que poner en el centro hacer otro mundo distinto, con el cual interdepender con todo gusto?

El problema no es menor y este espacio no alcanza más que para formularlo. Por lo pronto, la independencia del capitalismo serio ha desplegado todas sus contradicciones en esta semana previa, ha mostrado como choca a cada rato con sus propios límites.

Esta semana previa, el presidente Kirchner hablaba en Caracas de unidad latinoamericana y de independencia y se ocupaba de dar al ingreso de Venezuela al Mercosur con un tono casi épico. En el mismo discurso y sin cambiar de andén, dejaba sentado una vez más su compromiso en la lucha contra el terrorismo, eufemismo en el cual los dueños del imperio encubren sus nuevos mecanismos de disciplinamiento mundial.

Esta semana previa al aniversario de la independencia, Kirchner anunciaba vientos de cambio y remarcaba la dignidad de nuestros pueblos y anunciaba la unión del sur que nos jura, hoy es posible. Y todo eso mientras las tropas que envió a Haití a pedido de Bush seguían allí a pesar de los nuevos vientos, y todo eso mientras su representante en la ONU repudiaba la prueba coreana de misiles haciéndole de coro al enojo del gobierno yanqui, diciendo que pone en peligro la paz mundial, justo justo lo que dice el gobierno norteamericano, si, el gobierno norteamericano, ese que cuando hace pruebas con misiles, las hace directamente contra blancos de carne y hueso.


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