Colaboración La "cultura del trabajo" es el concepto que atraviesa la voz oficial en el debate propuesto para una nueva Ley de Educación en Argentina. Este Aporte a la Deliberación Pública sobre la educación propone la crítica de este enfoque: "Esperábamos, cuanto menos, que la escuela asumiera como propósito la educación de la sensibilidad, de la imaginación, de la capacidad de pensar para formar sujetos capaces de sacudirse las tutelas, capaces de autonomía, de actuar y pensar por sí mismos". Las condiciones de un debate político por Alicia Naput Hemos sido convocados por el gobierno nacional a un debate público acerca de la educación que queremos los argentinos en pos de una nueva Ley Nacional. Reflexionemos, pues, acerca de las condiciones necesarias para un debate democrático de la Ley. ¿Qué significa discutir la ley? Siempre y cuando entendamos la Ley como acuerdo entre iguales que expresa la voluntad de autosujeción a una norma decidida en común, y no como pacto de sujeción a un soberano protector, la discusión de la ley supone volvernos reflexivos acerca del orden existente, las subjetividades que lo producen y reproducen y los gérmenes de autonomía que lo conmueven. Dicho de otro modo: Queremos actuar a contrapelo del sentido común que identifica como políticas educativas aquellas políticas particulares que le dan a la misión pública orientaciones sucesivas para "adaptar la escuela a la sociedad", o a las demandas sociales o para "modernizarla", y considera al debate político como la tematización de esas "orientaciones sucesivas", para expresar allí nuestro acuerdo o desacuerdo. Deseamos intervenir (argumentativamente) en la fundación de la cosa pública, que no otra cosa es la POLITICA: "abrir, tramar un espacio entre varios para deliberar en público sobre lo que puede ser común." (1) Nos convoca la reflexión acerca de la construcción de un tiempo y un espacio en común, en común y libre a la vez. Nos convoca la reflexión acerca de las condiciones de posibilidad de esa construcción. En pos de ello expresamos que es posible y necesario dejar de pensar a la política como aquello que ocurre sin nosotros, a pesar de nosotros o sobre nosotros. Esa convicción supone revisar qué hemos hecho con nosotros y de nosotros en el sentido "de la institución de lo humano y la instauración de la libertad". ¿Qué hemos hecho y qué estamos dispuestos a hacer en la defensa de una sociabilidad viviente?¿Quiénes y de qué modo hemos/han capitulado y lo siguen haciendo al imperativo de la supervivencia individual, corporativa o sectorial? Queremos, en esta instancia, actuar como educadores por las condiciones de lo político: interrogarnos acerca de la fragilización de la humanidad y la libertad entre nosotros, como ciudadanos responsables. Hacemos lo propio públicamente porque precisamos no estar solos, trabajar contra el aislamiento que reclama y se conforma con las intervenciones tecnoeducativas para eludir la responsabilidad de la invención política, la que nos convoca como tal a la actualización de la libertad y la igualdad, al desafío de la emancipación. Pretendemos inscribirnos, en este acto de escritura, en la tradición de la "formación del ciudadano", pero en un gesto de infiel fidelidad (2). Fidelidad a la construcción de lo público como ese espacio común siempre inacabado, y a la democracia como el régimen de autogobierno y autonomía humanos; infidelidad a la estatalidad como el primado indiscutido del orden instituido, el que dice siempre el nombre del Leviatán. La refundación neoliberal. De lo que aun no ha concluido "Vengo de un país que teóricamente no existe. Un país donde el debate intelectual se volvió un lujo y cada día pasado una victoria.(…) El capital ha ganado. El capital ha ganado todas las apuestas. Ha conseguido convencernos de que él solo era la verdad, él solo era la moral, él solo sabía hacer política. Mejor nos ha convencido que lo político ya no es necesario. Pretende haber vencido sin violencia. Pretende haber vencido por persuasión, por eficacia histórica" *. La cita de Peck un cineasta haitiano no se refiere a la Argentina pero, a nuestro pesar, podría hacerlo. Habla del mundo desde la periferia, especialmente de los últimos treinta años. Refiere a la destrucción política que requirió la transnacionalización capitalista triunfante (en clave de capital tecnológico), esa que algunos llaman eufemísticamente globalización, o peor aun: Sociedad de la Información. Las condiciones sociales que emergieron con la contrarrevolución conservadora en la Argentina de la tiranía militar (tarea de refundación nacional que el menemato corona) son:
Estas condiciones políticas y sociales no son la consecuencia imprevista de las políticas con las que supuestamente se enfrentó la crisis del Estado de Bienestar desde los años '70; son definitivamente (y aun, tras décadas de democracia) el resultado buscado por el bloque de clases dominante, de manera sistemática desde el Golpe militar de 1976. En palabras de Eduardo Basualdo: "A partir de la dictadura el bloque dominante se encaminó hacia una modificación drástica de las relaciones sociales (…) Al tener en cuenta la irrupción del predominio de la obtención de renta financiera en la economía internacional, (…) esta vez la estrategia elegida consistió en restablecer el orden capitalista modificando drásticamente la estructura económica y social para disolver las bases materiales de la alianza entre la clase trabajadora y la burguesía nacional y, de esta manera, restablecer relaciones de dominación permanentes en el tiempo" (3). Más allá de las ilusiones, deseos y luchas democráticas de los primeros '80 y del interregno Grinspun - que pareció marcar un enfrentamiento o discusión con el FMI, una estrategia latinoamericana con el Club de Deudores y una política de redistribución del ingreso con los generalizados aumentos salariales- no conocimos una política consecuente que apuntara a una estable redistribución del ingreso que -en las condiciones en las que el país había salido de la tiranía militar- exigían: "una política de reactivación del mercado interno (notoriamente más restringido que el previo a la dictadura) vía el redireccionamiento de los excedentes en el marco de una estrategia de reindustrialización orientada, sobre todo, a la reconstitución de de sectores ligados al consumo masivo y a algunas líneas de exportaciones industriales diferenciadas" (4). Obviamente esta política obligaba a rever el impacto que tenían sobre la economía (situación fiscal) las licuaciones de la deuda privada implementada por la dictadura militar en 1982 (Cavallo). Y eso no ocurrió. La deuda externa signó las políticas económicas como una suerte de destino ineluctable y los recursos que podrían haberse canalizado hacia la inversión productiva lo hicieron hacia la valorización financiera. Es que el capital como sabemos hace tiempo, excepto que la política ponga frenos y condiciones, persigue la maximización del beneficio -privado obviamente- la ganancia y nada más. El CEA, intelectuales orgánicos de la dictadura militar se bautizaron como capitanes de la industria de los 80 mientras concretaban su exitosa política de cooptación del gobierno radical. Tras la crisis hiperinflacionaria del '89, el menemato hizo lo suyo, convertibilidad mediante, con Cavallo de retorno a la esfera económica del régimen. Se consolidaron las tendencias hacia la desindustrialización y reestructuración social puestas en marcha durante la dictadura militar, provocando la profundización del tránsito de una economía industrial a otra que puede considerarse como financiera, agropecuaria y de servicios. Desintegración de la producción local, consolidación de los sectores dominantes, caída del salario real, desempleo, subempleo, crecimiento de la indigencia a niveles inéditos. Estas políticas se coronan, como sabemos, con las transferencias estatales al capital oligopólico: la privatización de las empresas estatales de servicios públicos. En ese escenario las reformas educativas sancionadas por las leyes noventistas- como sostuviera Adriana Puiggrós- fueron: Descentralización, fragmentación, desfinanciamiento del sistema por parte del estado nacional; piramidalización de la planta docente; flexibilidad de la contratación; fuerte control por parte de los gobiernos nacionales mediante "contenidos comunes" y "evaluación de calidad". En este punto podríamos suspender este análisis para interrogar: ¿Qué nombramos con el nombre neoliberalismo? Un tipo de estado o relación social, pero también unas prácticas políticas, unas subjetividades actuantes aun (o más aún) en la autovictimización. En un trabajo colectivo sosteníamos: "La eficacia simbólica del discurso neoliberal, en relación con la toma de decisiones "acorde a los tiempos", es que tales adaptaciones prometen garantizar el "éxito". El éxito en este caso es entendido como la inclusión al sistema. Nuestras conclusiones provisorias y precarias, pueden sintetizarse en los puntos siguientes:
Es preciso señalar que en la Argentina el neoliberalismo se instaló sobre los efectos del Terrorismo de Estado. Por esa vía, el Estado Argentino desplazó la política como herramienta de transformación social y hoy, el miedo a la participación política ha sido desplazado por el terror a la exclusión. Así, el imperativo de la supervivencia, funge como justificación en términos éticos políticos de la sobreadaptación. En el campo educativo (también en otros), el efecto más importante de este proceso es el desplazamiento de lo político por el gerenciamiento y la planificación. Con ello también se han desplazado las preguntas sustantivas, la pregunta por la justicia, por la autonomía y muchos significados han sido expulsados de la discusión educativa, a saber: transformación del orden, emancipación, revolución. Al parecer, estos significantes no remiten a las preocupaciones de nuestro tiempo que, antes bien, circulan entre la supervivencia y la inclusión" (5). Recordemos que incluso la larga lucha docente que fue paradigmática de la resistencia al modelo menemista, la Carpa Blanca, culminó con el triunfo del "incentivo docente". Obviamente esto no habla solo de los trabajadores de la educación y del horizonte de la resistencia colectiva que pudimos sostener, sino también, y fundamentalmente, de aquello que el conjunto de la ciudadanía estaba dispuesta a pensar, a hacer, a reclamar en defensa de la educación pública. Tras la crisis y la gran movilización social del 2001, con la posterior asunción de Duhalde podemos contabilizar las siguientes decisiones políticas: gran devaluación, compensación a los bancos tras la denominada "pesificación asimétrica", aumentos de los planes sociales de 150 pesos, en lugar de aquel reclamo justo del seguro de empleo y formación que planteara la CTA. El gobierno de N. Kirchner nos benefició con el pago al FMI, y una cierta recuperación salarial insuficiente arrancada por las luchas de los distintos sectores sindicales. No ha habido hasta hoy ninguna política efectiva o decisión de Estado que modifique o comience a modificar sustancialmente la ultraregresiva distribución del ingreso. La actualidad educativa. Decisiones y consensos. La fronteras de lo que se ofrece al debate. El gobierno nacional nos propone un marco de discusión. Fuera de ese marco se encuentran: el financiamiento educativo, porque ya tenemos ley; la educación técnica, porque también se sancionó una ley; la educación superior y el sistema científico-técnico. Nos permitiremos reflexionar acerca de algunas de estas exclusiones, y poner en cuestión algunas afirmaciones que se presentan como puntos de partida consensuados. ¿Cuál es la lógica por la que el financiamiento de la educación - que constituye un derecho, es decir una forma específica de ser libre de los ciudadanos (6) y una obligación que el Estado debe proteger y respetar- requiere de una ley que condiciona su crecimiento -en términos de justicia- al crecimiento del PBI y al superávit fiscal? La lógica política que reafirma la regresiva distribución del ingreso que abisma a ricos y pobres, en un país en crecimiento. Se trata de un gesto que, mientras consagra la educación como un servicio, oculta mal - en las condiciones del compromiso legalizado de aumento del presupuesto educativo- la ausencia de políticas que comiencen a poner en entredicho el tan mentado modelo neoliberal. Convivimos en un país cuyo gobierno enarbola el superávit fiscal en crecimiento mientras sostiene la desigualdad social. El documento "Proyecto de Ley de educación nacional" parece consagrar, a la manera desarrollista a la educación como inversión, la fórmula: más educación más crecimiento y desarrollo social con justicia. Por eso una de las claves para la construcción de una sociedad más justa es la educación para el crecimiento y la productividad. ¿Es preciso recordar que hay sociedades que crecen económicamente sobre la base de un aumento de la productividad del trabajo (que no significa otra cosa que disminución del costo de la fuerza de trabajo) a la par que se profundizan las injusticias económicas y sociales? Nuevamente debemos denunciar esta falacia. ¿Es preciso que volvamos a recordar que la desocupación, que como sabemos afecta especialmente a los jóvenes, de modo estructural no está ligada a la capacitación sino a la falta de empleo? En el documento del gobierno hay una constante que anuda recuperación de la dignidad, disciplina escolar productiva, orientación de los jóvenes (podríamos leer contención), fortalecimiento del desarrollo económico y de la industria nacional. La constante es la expresión "cultura del trabajo". El trabajo como "eje principal de la dignidad de las personas"; "recuperar la cultura del trabajo (refiriéndose a la ley de educación técnica) y brindar una alta formación técnica a nuestros jóvenes con el objetivo de fortalecer el desarrollo económico y la industria nacional"; "en la práctica escolar se incorpore el trabajo como un valor que genera dignidad y sustentabilidad tanto para la sociedad como para sus ciudadanos"; (…) "es necesario que la escuela también asuma que aprender es un trabajo (…). Desde esta perspectiva, "educar para la productividad debería ser una de las formas a través de las cuales se promueve el desarrollo integral de la personalidad". Finalmente, la educación secundaria aparece priorizando "en un mundo en permanente cambio y frente a un futuro de incertidumbre" la orientación de los jóvenes. Se sostiene: "Fortalecer la capacidad de los jóvenes para definir su proyecto de vida, dotarlos de los instrumentos básicos para que se conozcan ellos mismos y conozcan el entorno en el que actúan y construyan su identidad, preparar a todos para seguir estudiando, para ingresar al mundo laboral y desempeñarse como ciudadanos activos, pueden resultar ejes centrales de la definición de las modalidades pedagógicas y las orientaciones laborales y vocaciones de esta secundaria obligatoria". Es claro que cultura del trabajo connota disciplina, orden, contención; sobre todo porque trabajo se significa como empleo toda vez que aparece ligado al desarrollo económico y la industria, y a educar para la productividad (¡!). Por supuesto no resultará de esta iniciativa legal educativa el desarrollo económico nacional, que demanda decisiones políticas y cambios en las relaciones de poder, pero habría que advertir que una educación para una ciudadanía crítica y responsable requiere imaginación, libertad y la construcción de un clima donde conocer los mundos existentes y posibles pueda constituirse en uno de los desafíos más placenteros. Esperábamos, cuanto menos, que la escuela asumiera como propósito la educación de la sensibilidad, de la imaginación, de la capacidad de pensar para formar sujetos capaces de sacudirse las tutelas, capaces de autonomía, de actuar y pensar por sí mismos (que no otra cosa es formar sujetos capaces de reclamar por sus derechos, ciudadanos activos). Quisiéramos agregar que la dignidad humana puede estar ligada a un trabajo que se desea y se reclama autónomo pero nunca soldada al trabajo asalariado, tarea que realizamos para sobrevivir quienes carecemos de medios de producción propios (la mayoría de los seres humanos que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo, sea este material o inmaterial, a cambio de un salario). Pensar seriamente la formación para el trabajo, en lo que el documento llama Sociedad de la información y nosotros denominaremos Capitalismo informacional global, supone un debate profundo acerca de las nuevas estratificaciones e injusticias del mundo laboral mundializado e hipereficientizado por las nuevas tecnologías cuyo propósito fundamental es ahorrar salarios, o sea trabajadores. Lo que encubre el eufemismo "Sociedad de la Información" es el Mundo feliz de las tecnologías de control para la producción y previsión de consumo y consumidores, dispositivos que articulan sujetos, artefactos y acciones técnicas: la sociedad hecha para que dure, como sostiene B. Latour. ¿En pos de adaptarnos a este orden mundial es por lo que se nos propone "superar la brecha digital"? ¿Para constituirnos exitosamente en consumidores satisfechos? Otra vez habla el imperativo de la inclusión; "educar para la integración" a un mundo proyectado a imagen y semejanza del orden existente. Algunos seguiremos insistiendo en imaginar una política de formación de ciudadanos libres, capaces de asumir el desafío ético y político de sustituir la práctica de una sociedad determinada por un mercado, por la de una sociedad sostenida por su economía. Resistiremos habitando con otros, en la disonancia que despeja, el tiempo del pensar infiel a los dictados del Leviatán. Opiná sobre este tema |
(1) Cornu, L. "Antígona, una precursora invisible" en Educar: ese acto político, Buenos Aires, del estante editorial, 2005.p. 244. (2) La idea de infiel infidelidad asociada a la formación del ciudadano es de la filósofa L. Cornu. * "La ganancia y nada más" Documental de R. Peck, Francia 2002. (3) Basualdo, E: Estudios de Historia económica argentina, Buenos Aires, SXXI, FLACSO, 2006, ps 115,116. (4) Ibidem 1, p.228. * Recordemos que este discurso político lo inaugura T. Hobbes, para conjurar la anarquía, y sus claves son: el miedo (individual o social) como fundamento del orden social y la irreversibilidad del pacto de sujeción como garantía de mantenimiento del orden social (la disidencia es siempre facciosa, esto es: amenaza de anarquía) (5) Ponencia "Los Modos de institucionalización del saber en las Universidades argentinas del ajuste". C. Muñoz- A. Naput Proyecto investigación: Prácticas Políticas en las Universidades Argentinas de Fin de Siglo"Dir.: S. Dosbá; Equipo: M. Benedetto, C. Muñoz, A. Naput; 2003. (6) Esta formulación corresponde al profesor Gustavo Lambruschini, maestro y compañía intelectual. |
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